Liquidadores de Chernobyl: su historia al completo
Paula Llull27/11/2013
La explosión de la central nuclear de Chernobyl no es algo desconocido para la sociedad. Se han hecho muchos reportajes, documentales, artículos e investigaciones de carácter técnico, científico o social evaluando las posibles consecuencias si la radiación no se hubiera controlado. El papel de los Liquidadores fue, sin duda, decisivo en el curso de la historia. Hace casi treinta años, Europa estuvo en sus manos.
Aquel 25 de abril del 86 se hacían pruebas para evaluar las soluciones en caso de fallo del suministro eléctrico de la central. Para ello, tuvieron que desactivar algunos sistemas de seguridad, por lo visto indispensables. Como sabemos, el simulacro falló i se produjo la fusión del núcleo provocando el mayor desastre nuclear que hemos vivido jamás. Esta explosión emitía unas doscientas veces más radiación que la que provocaron las bombas de Hiroshima y Nagasaki.
Las autoridades del kremlin no se imaginaban o no se querían imaginar la gravedad del asunto. Había explotado el reactor nuclear, expulsando al aire unas dosis más que mortales de radioactividad. Una radioactividad que llegó a las alarmas de una central nuclear de Suecia dos días después.
La primera intervención fue la de los bomberos. Son liquidadores, pero no fueron los que acuñaron dicho término. Diremos que fueron liquidadores inconscientes, ya que solo se dieron cuenta de los niveles de radioactividad a los que se habían expuesto cuando empezaron a notar quemaduras graves, presiones y mareos hasta morir en el instante, mientras intentaban apagar el fuego.
El comité de expertos científicos que se trasladó a la central para evaluar los daños, avisó del peligro de explosión si la fusión se filtraba a la piscina inferior. Una explosión nuclear que dejaría a Europa inhabitable. En este momento se puso de manifiesto la voluntad, el altruismo y el sacrificio del ser humano. Los siguientes que entraron en escena fueron los pilotos de los helicópteros que sobrevolaron la central mientras echaban sacos de arena y plomo para intentar paliar la emisión. Los niveles eran letales solo con pocos minutos de exposición. Evidentemente un gran porcentaje de ellos murió, como muchos otros liquidadores que tuvieron que trabajar dentro de la piscina, para vaciarla manualmente (Alexei Ananenko (prestigioso técnico nuclear que había participado en la construcción de la central, casado y con un hijo), Valeriy Bezpalov (ingeniero responsable de la explotación de la central, casado y con 3 niños) y Boris Baranov (joven trabajador de la central, sin familia) fueron los responsables de introducirse en ella y vaciarla), o los biorobots.
Liquidadores
Tras la decisión de la construcción de un sarcófago que aislara el reactor y haber conseguido, con mucha dificultad, levantar las paredes laterales de éste, se vieron con el problema de que el techo del antiguo reactor estaba repleto de restos de grafito, altamente radioactivo, que debían ser eliminados. En primer lugar, máquinas robotizadas fueron traídas desde todas partes de la URSS para eliminar de allí estos restos, manipuladas desde la distancia. Pero la radioactividad acababa con ellas rápidamente y dejaban de funcionar. Aquí nació el término de biorobots. Una legión de reservistas y soldados, muchos de ellos de entre 20 y 30 años de edad, que tuvieron que hacer el trabajo que no pudieron hacer las máquinas.
La zona donde tenían que trabajar tenía los más altos niveles de radiación. Unos escasos minutos allí y tu muerte estaba asegurada. Quizás menos. Muchos los sabían ya. Pero muchos otros no. Se les ofrecía cambiar los dos años de servicio militar en las trincheras por dos minutos de ayuda tirando el grafito desde el tejado. Aunque la gente sabía que al radiación es peligrosa, a muchos no se les avisó de la verdadera gravedad del asunto. Vestidos con trajes de plomo de hasta 30kg y unas máscaras anti-gas más aparatosas que útiles, subían al tejado y de allí arrojaban el grafito con una pala. Solo podían subir una vez, y durante menos de un minuto. Aún así, la mortalidad era elevadísima.
La controversia planteada, y a la que por desgracia no creo que haya una respuesta clara es si los liquidadores realmente eran conscientes de los peligros a los que se exponían. Probablemente, algunos veteranos sí, otros jóvenes no tanto, cegados por la ilusión de no tener que prestar el servicio militar.
Algunos por honor, por sacrificio y por salvar a millones de personas sacrificaron a sabiendas su vida, entregándola en una muerte nada dulce.
Otros sobrevivieron, y nos cuentan su escalofriante experiencia. Abajo dejo los vídeos que me han parecido más interesantes, y recordando que estos héroes olvidados siguen existiendo hoy en día. Todos aquellos que ponen en peligro sus vidas a diario para que la sociedad funcione, para que no mueran otros, y de los que muchas veces nos olvidamos.
Aquel 25 de abril del 86 se hacían pruebas para evaluar las soluciones en caso de fallo del suministro eléctrico de la central. Para ello, tuvieron que desactivar algunos sistemas de seguridad, por lo visto indispensables. Como sabemos, el simulacro falló i se produjo la fusión del núcleo provocando el mayor desastre nuclear que hemos vivido jamás. Esta explosión emitía unas doscientas veces más radiación que la que provocaron las bombas de Hiroshima y Nagasaki.
Las autoridades del kremlin no se imaginaban o no se querían imaginar la gravedad del asunto. Había explotado el reactor nuclear, expulsando al aire unas dosis más que mortales de radioactividad. Una radioactividad que llegó a las alarmas de una central nuclear de Suecia dos días después.
La primera intervención fue la de los bomberos. Son liquidadores, pero no fueron los que acuñaron dicho término. Diremos que fueron liquidadores inconscientes, ya que solo se dieron cuenta de los niveles de radioactividad a los que se habían expuesto cuando empezaron a notar quemaduras graves, presiones y mareos hasta morir en el instante, mientras intentaban apagar el fuego.
El comité de expertos científicos que se trasladó a la central para evaluar los daños, avisó del peligro de explosión si la fusión se filtraba a la piscina inferior. Una explosión nuclear que dejaría a Europa inhabitable. En este momento se puso de manifiesto la voluntad, el altruismo y el sacrificio del ser humano. Los siguientes que entraron en escena fueron los pilotos de los helicópteros que sobrevolaron la central mientras echaban sacos de arena y plomo para intentar paliar la emisión. Los niveles eran letales solo con pocos minutos de exposición. Evidentemente un gran porcentaje de ellos murió, como muchos otros liquidadores que tuvieron que trabajar dentro de la piscina, para vaciarla manualmente (Alexei Ananenko (prestigioso técnico nuclear que había participado en la construcción de la central, casado y con un hijo), Valeriy Bezpalov (ingeniero responsable de la explotación de la central, casado y con 3 niños) y Boris Baranov (joven trabajador de la central, sin familia) fueron los responsables de introducirse en ella y vaciarla), o los biorobots.
Liquidadores
Tras la decisión de la construcción de un sarcófago que aislara el reactor y haber conseguido, con mucha dificultad, levantar las paredes laterales de éste, se vieron con el problema de que el techo del antiguo reactor estaba repleto de restos de grafito, altamente radioactivo, que debían ser eliminados. En primer lugar, máquinas robotizadas fueron traídas desde todas partes de la URSS para eliminar de allí estos restos, manipuladas desde la distancia. Pero la radioactividad acababa con ellas rápidamente y dejaban de funcionar. Aquí nació el término de biorobots. Una legión de reservistas y soldados, muchos de ellos de entre 20 y 30 años de edad, que tuvieron que hacer el trabajo que no pudieron hacer las máquinas.
La zona donde tenían que trabajar tenía los más altos niveles de radiación. Unos escasos minutos allí y tu muerte estaba asegurada. Quizás menos. Muchos los sabían ya. Pero muchos otros no. Se les ofrecía cambiar los dos años de servicio militar en las trincheras por dos minutos de ayuda tirando el grafito desde el tejado. Aunque la gente sabía que al radiación es peligrosa, a muchos no se les avisó de la verdadera gravedad del asunto. Vestidos con trajes de plomo de hasta 30kg y unas máscaras anti-gas más aparatosas que útiles, subían al tejado y de allí arrojaban el grafito con una pala. Solo podían subir una vez, y durante menos de un minuto. Aún así, la mortalidad era elevadísima.
La controversia planteada, y a la que por desgracia no creo que haya una respuesta clara es si los liquidadores realmente eran conscientes de los peligros a los que se exponían. Probablemente, algunos veteranos sí, otros jóvenes no tanto, cegados por la ilusión de no tener que prestar el servicio militar.
Algunos por honor, por sacrificio y por salvar a millones de personas sacrificaron a sabiendas su vida, entregándola en una muerte nada dulce.
Otros sobrevivieron, y nos cuentan su escalofriante experiencia. Abajo dejo los vídeos que me han parecido más interesantes, y recordando que estos héroes olvidados siguen existiendo hoy en día. Todos aquellos que ponen en peligro sus vidas a diario para que la sociedad funcione, para que no mueran otros, y de los que muchas veces nos olvidamos.
