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Nootrópicos: drogas para mejorar el rendimiento intelectual

Redacción Protección Laboral18/07/2016
Existen dudas sobre su eficacia, mientras son desconocidos los efectos secundarios y a largo plazo
Tradicionalmente el uso de muchas drogas era recreativo (ocio-diversión). El consumo de ‘nootrópicos’ (drogas cognitivas, o para la mente) plantea la realidad del consumo de sustancias para mejorar –alargar o parchear- el rendimiento laboral. Se supone que los nootrópicos aumentan la capacidad mental de sus consumidores. Su consumo crece y, con ello, una conducta de riesgo inaceptable.

Silicon Valley exporta tecnología y adicciones, si bien estamos ante una pauta universal que no es exclusiva de los ‘yuppies’ californianos: la necesidad de aumentar el rendimiento (capacidad física y mental) con el uso de potenciadores (drogas).

A priori, cualquier persona puede verse seducida por la idea de tomar una píldora antes de ir a su trabajo y, gracias a la química, mantener la atención-concentración, nivel de alerta, memoria, creatividad y productividad a lo largo de toda la jornada laboral… Y todo ello sin esfuerzo gracias a los “nootrópicos” o sustancias “inteligentes”.

‘Inteligencia química’

Aunque la comunidad científica ha mostrado su escepticismo ante lo que podríamos denominar como ‘inteligencia química’, el uso de los potenciadores cognitivos es cada vez más frecuente en ambientes laborales competitivos, lo que plantea problemas de salud, seguridad laboral, disquisiciones éticas y legales.

La clasificación de los nootrópicos incluye desde sustancias de síntesis química, a vitaminas y aminoácidos que se encuentran en plantas y alimentos y pueden adquirirse en tiendas especializadas, herboristerías y, sin ir más lejos, en el lineal del super-hiper mercado.

En la medicina reglada, muchos de estos nootrópicos se emplean para tratar enfermedades como la degeneración neuro-cognitiva (demencias), hiperactividad, narcolepsia (sueño repentino e incontrolable). No existe consenso sobre el mecanismo de estas sustancias, aunque sus usuarios defienden que mejoran el metabolismo mental, por lo que, cada día, crecen en popularidad. En Estados Unidos proliferan los foros y blogs de internet que incitan al consumo, lo que ha hecho florecer un negocio oportunista de empresas que comercializan las ‘pastillas inteligentes’, y ‘startups’ cuya razón de ser es aumentar las capacidades cognitivas de unos clientes (trabajadores y estudiantes) ávidos de inteligencia fácil a base de química, o principios activos ‘milagrosos’.

Nootrópicos
Los efectos de los nootrópicos dependen de las cantidades que se tomen y del metabolismo de quien los consume, sin que existan estudios que hayan determinado sus efectos a largo plazo. Los nootrópicos son especialmente populares entre los trabajadores de Silicon Valley y Wall Street. Este grupo de consumo entiende que “hay que desechar la idea de que tomar drogas inteligentes para potenciar tu capacidad mental es hacer trampa”. Y añaden que “no hay nada malo en querer que tu cerebro funcione mejor”. Sin embargo, reconocen que, entre los usuarios de los nootrópicos existe “confusión sobre qué sustancias hay que tomar y cómo hay que hacerlo”. También son conscientes de que “hay mucha gente que está aprovechando para hacer dinero. Si piensas comprar algo en internet –advierten- hay que tener mucho cuidado con la procedencia y la calidad”.

El psicólogo y químico rumano, Corneliu E. Giurgea, que sintetizó el Piracetam en 1964 y acuñó el término nootrópico, estableció que solo pueden tener dicha calificación las sustancias que, además de potenciar las capacidades cognitivas, no sean tóxicas, adictivas o puedan tener efectos secundarios significativos. Los efectos fundamentales de los nootrópicos, según Giurgea, serían:

-Mejorar el aprendizaje y la memoria.

-Mejorar las conductas aprendidas en condiciones susceptibles de interferirlas.

-Proteger el cerebro del daño físico y químico.

Reformulados los requisitos por el Dr. V. Skondia (1979), todavía hoy no existe un consenso sobre lo que puede considerarse nootrópico, siendo algunas de las características bastante imprecisas y difíciles de aplicar de forma coherente.

Performance Enhancing Drugs (Estudio OSHA)

Ante la evidencia de que las sustancias dopantes no constituyen una alternativa vital, la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (EU-OSHA) ha puesto el foco en el consumo de las drogas para aumentar el rendimiento a través del trabajo “Performance Enhancing Drugs” del Doctor Kalen Dale y el Profesor Brian Blommfield, presentado el 11 de junio de 2015 en Bilbao, y del que sigue un resumen.

La introducción del documento, a modo de exposición de motivos, destaca que “el uso de drogas por razones no médicas como potenciadores de la capacidad mental se expande y normaliza entre estudiantes y ciertos grupos de trabajadores. En el contexto de una sociedad cada vez más competitiva y el entorno laboral se prevé que el uso de estas ayudas químicas va a seguir creciendo en el futuro, mientras sus efectos a largo plazo continúan siendo desconocidos”.

Drogas que mejoran el rendimiento

Las ‘drogas cognitivas’ (de la inteligencia) son sustancias farmacéuticas que pretendidamente mejoran el rendimiento mental, como la atención, concentración, memoria o motivación. En sentido amplio, ‘las drogas mejoradoras del rendimiento’ también proclaman una mejora en la adquisición de habilidades motoras, habilidades afectivas, como el hacer frente a la ansiedad asociada con el desempeño de ciertas tareas laborales, además de promover sentimientos de confianza y vinculación.

Sin embargo, no existen los medicamentos permitidos por las autoridades médicas estatales para ser prescritos como “potenciadores cognitivos” como tal. El térmico ‘Sustancias Dopantes’ se refiere frecuentemente al uso no reglado de los medicamentos prescritos para condiciones médicas específicas (por ejemplo, el Modafinilo normalmente prescrito para la narcolepsia; Metilfenidato para el Síndrome de Hiperactividad y Déficit de Atención (SHDA) para individuos sanos que persiguen aumentar su capacidad.

Estos consumidores obtienen las drogas por medios irregulares. El marketing y la disponibilidad de estos productos en internet ha cambiado la cultura de adquisición y consumo de sustancias: la apariencia de seguridad es frecuentemente una ficción, que solo consigue evitar el estigma del trapicheo callejero de sustancias.

Principales sustancias dopantes actualesNootrópicos2


No es fácil componer un mapa de los dopantes cognitivos / potenciadores mentales. En cualquier caso, existen tres drogas farmacológicas principales que se emplean en el dopaje intelectual.

-Anfetaminas-estimulantes usados para el tratamiento del SHDA o la narcolepsia (trastorno relacionado con el sueño). Aumentan los niveles de dopamina. La marca comercial Adderall es una mezcla de sales de anfetaminas. Su uso desregulado se hace para aumentar la atención (especialmente en el estudio) o provocar sentimientos eufóricos. Otras marcas de anfetaminas de esta categoría son el Dexamed (sulfato de dexanfetamina), comercializado en Europa bajo nombres como Attentin y Tentin.

-Metilfenidato. Es un estimulante del sistema nervioso central empleado en el tratamiento del SHDA y la narcolepsia. Aumenta los niveles de los neutrotransmisores dopamina y neropinefrina. Tiene nombres comerciales como Ritalin, Concerta, Equasym, Medikinet y Rubifen.

-Modafinil / Armodafinil. Es otro estimulante del sistema nervioso central que potencia el estado de alerta. Se desconoce su mecanismo preciso de acción sobre el cerebro, aunque existe constancia de su interacción con neurotransmisores como la dopamina y la norepinefrina. Aparece con nombres comerciales como Provigil, Nuvigil, Vigil, Modalert, Modasomil y Modiodal.

Sin posibilidad de acotar la nómina de sustancias, citaremos otras que también son consumidas como mejoradores del rendimiento en el trabajo.

-Drogas contra la demencia. Son variadas. Aunque algunas son conocidas generalmente como potenciadores cognitivos, su consumo es menor que el de las citadas anteriormente. Pueden citarse el Donepezil (Aricept), del que se ha especulado mucho sobre su potencial efecto cognitivo, aunque el análisis sobre poblaciones sanas sugiere que no hay fundamento para tal suposición.

-Ampakinas. Tipo de compuestos que supuestamente sirven para mejorar la capacidad de concentración y el estado de alerta, lo que facilita el aprendizaje y la memoria (Lynch, 2004). Han sido investigados por el Ejército de Estados Unidos y se encuentran bajo investigación para uso médico. Algunas variantes tienen la consideración de sustancias nootrópicas.

-Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina. Está sometido a debate su potencial efecto sobre el rendimiento laboral. La serotonina es un neurotransmisor responsable de los impulsos nerviosos, el humor, el placer y la capacidad para manejar el estrés. Ciertos medios entienden que esta clase de fármacos puede equilibrar las emociones y combatir la depresión.

-La melatonina (Circadin). Tomada como un suplemento para combatir el insomnio y restaurar los patrones el sueño saludable, especialmente asociados a combatir el ‘jetlag’ o largas horas de trabajo. Es una hormona de producción sintética que imita la melatonina natural y que requiere la prescripción médica en la mayor parte de Europa, aunque puede obtenerse de manera alternativa en Internet.

Consumidores de dopantes

Determinar cuantitativamente la prevalencia de los potenciadores cognitivos (‘agentes del subidón’, en términos coloquiales) es difícil, sobre todo debido al uso no prescrito y las ventas por Internet. Sin embargo, es innegable la existencia de grupos específicos de consumo o abuso de sustancias dopantes en el contexto del trabajo y el mundo laboral.

-Milicia. El Modafinilo (mejora el nivel de alerta) está al alcance del personal combatiente que sirve en diversas fuerzas armadas (siempre bajo supervisión médica y circunstancias bien definidas).

-Trabajadores del transporte. Los trabajadores de rutas de transporte de largas distancias están inexorablemente asociados al consumo de estimulantes (principalmente anfetaminas) para hacer frente a las exigencias del trabajo (a veces, largos turnos).

-Los trabajadores por turnos, incluidos los de los servicios de emergencia y la atención médico-sanitaria, están asimismo asociados al consumo de fármacos para incrementar el rendimiento, cuyo propósito es mantener el estado de alerta o vigilia y hacer frente al binomio trabajo/vida. Los trastornos del sueño por cambio de turno es un diagnóstico categorizado en Estados Unidos para el que está aprobado el tratamiento médico con Modafinil para restañar, cuando se necesita, el estado de alerta. Su prescripción también estaba permitida en Europa hasta la restricción impuesta por la Agencia Europea de Medicinas (AEM) en 2011.

Otros grupos de trabajadores inmersos en culturas de trabajo de alta presión (competitividad o acoso), como comerciantes, académicos y abogados, están asociados con el consumo de estas drogas por diversos motivos, entre éstos, hacer frente a las exigencias del trabajo, mejorar la productividad, o superar el ‘jetlag’.

Existe también evidencia del consumo de ‘drogas de estudio’, como Modafinil y Ritalin entre estudiantes como una ayuda para mejorar la atención, concentración y capacidad retentiva. El uso de estas sustancias aumenta no solo en las universidades, sino también en las escuelas secundarias. Aquellos estudiantes que ya han usado las drogas mejoradoras del rendimiento tienen mayor probabilidad de continuar usándolas cuando, con el tiempo, acceden al mundo laboral.

Efectos sobre los trabajadores y el trabajo

Las drogas cognitivas proporcionan un estímulo al sistema nervioso central. En general, pueden inducir un cierto grado de estado de alerta o la capacidad de concentración en una tarea, cuyos efectos y duración dependerán de la dosis y el periodo de tratamiento-consumo, aunque dichos parámetros siempre están sujetos a las diferencias individuales del consumidor.

Los efectos de estos fármacos se han evaluado en pacientes con problemas de salud, pero no hay estudios con usuarios sanos. Además, los resultados de dichos estudios no muestran consenso en lo que respecta a la potencial mejora que inducirían los fármacos en personas sanas, ni se ponen de acuerdo sobre los efectos secundarios, tanto a corto como a largo plazo, incluyendo el potencial adictivo.

Dado que el consumo de las sustancias susceptibles de mejorar el rendimiento escapa mayoritariamente a la prescripción y el consejo médico, las dosis están fuera también de cualquier supervisión. La tolerancia individual a las drogas crece habitualmente con el tiempo, lo que constituye un problema para los trabajadores que van aumentando sus dosis y, así, las posibilidades de efectos secundarios adversos y cronificación de la conducta adictiva.

Aunque las drogas para aumentar el rendimiento concentran sus efectos en el área cognitiva, también tienen efectos físicos y emocionales que no pueden menospreciarse. Los efectos físicos son más conocidos que los cognitivo-emocionales. Las consecuencias adversas que se derivan pueden suponer un riesgo tanto para la organización del trabajo como para los trabajadores involucrados, con diferente alcance e impacto. En función de la sustancia, estos efectos pueden incluir:

-Anfetaminas. Riesgo creciente de problemas cardiacos, presión arterial alta e infarto, tolerancia y adicción, problemas de salud mental, la retirada repentina del fármaco puede producir síntomas de abstinencia.

-Metilfenidato. Tiene unos riesgos similares a los de las anfetaminas, aunque potencialmente es menos adictivo; sintomatología más adversa con el uso prolongado, especialmente problemas psicóticos en niños.

-Modafinil. Reacciones dérmicas, eventos cardiacos, presión arterial elevada y arritmias, desórdenes psicóticos. Se considera que tiene un bajo riesgo de crear dependencia a corto plazo, pero la dependencia a largo plazo no ha sido descartada.

Sobre los efectos de estas drogas, la investigación revela que las potenciales mejoras del rendimiento de algunas tareas cognitivas van acompañadas con el deterioro de otras. Además, el exceso de confianza con capacidades sobrevaloradas puede ser problemático para tomar decisiones en situaciones críticas. El exceso de confianza también podría plantear un problema en el contexto del trabajo en equipo, lo que podría debilitar la cohesión del grupo y la cooperación.

Cualquier efecto de las sustancias dopantes en el estado de ánimo, las emociones o la motivación puede influir en el rendimiento del trabajo, incluidas las relaciones con los demás y el trabajo en equipo. Cierta tolerancia entre el aumento de la concentración o la atención y una disminución de la sociabilidad podría ser útil cuando las personas trabajan solas en una tarea, pero puede resultar problemático en el contexto del trabajo en equipo.

Repercusión en la seguridad y salud laboral

Ya hemos hablado de los potenciales riesgos de carácter general para los trabajadores-trabajo que se derivan del uso de dopantes. No obstante, cabe destacar otros problemas de seguridad y salud laboral (SSL) de dichas sustancias en el lugar de trabajo:

-Los esfuerzos de la dirección para aumentar la productividad pueden llevar a la coerción directa o creación de expectativas (presión social para encajar) en los empleados hacia el consumo de drogas, propiciado por el desequilibrio de poder en la relación de trabajo y la probabilidad de que los gerentes y profesionales de alto nivel también sean consumidores de dopantes. La elección del empleado y la discreción quedan así seriamente perturbadas, con consecuencias para la motivación y el compromiso de los empleados.

-El uso de dopantes proporcionará a algunos empleados una ventaja injusta sobre otros, pudiendo introducir un elemento de discriminación por los empleadores contra personas que eligen no unirse a dichas prácticas.

-Los empleados consumidores de dopantes podrían ser vistos como la norma, con la posibilidad de crear expectativas de ‘normalidad medicada’ y una falta de tolerancia hacia las diferencias (incluyendo las enfermedades y la edad) en el lugar de trabajo.

-Las sustancias dopantes podrían ser percibidas como la ‘solución’ a problemas organizativos o de gestión dentro de la organización, convirtiéndose en una alternativa a las medidas preventivas y la gestión adecuada de las medidas correctoras, por ejemplo, readaptar los horarios, adecuación de las pausas de descanso o la formación de los trabajadores por turnos para que gestionen los ritmos circadianos.

-Algunos empleados podrían usar las drogas cognitivas para mantener su nivel usual de rendimiento, mientras que otros podrían verse enfrentados a tener que traspasar sus propios límites. En ambos casos existe un problema de adaptación individual como el medio de enfrentarse a las demandas del trabajo en lugar de existir la necesaria adaptación del trabajo a la persona.

-La suposición de que la mejora del rendimiento es posible con el consumo de drogas potenciadoras podría llevar -en culturas en las que se aceptan largas jornadas laborales- a los empleados a asumir cargas de trabajo más intensivas, con mayores ritmos, etc. Lo que, a largo plazo, tiene consecuencias sobre la seguridad y la salud de los trabajadores (por ejemplo, trabajadores ‘quemados’ –burn-out- o aumento de los errores), y también sobre la reputación de la organización.

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