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Clima, cambio climático y salud laboral: La salud, condicionada por el clima, afronta amenazas emergentes, causadas por el cambio del clima

Redacción Protección Laboral10/11/2016
Un estudio concluido recientemente en Estados Unidos (“U.S. Global Change Research Program Climate and Health Assessment”) llama la atención sobre la relación entre clima (cambio climático) y salud. El cambio climático tiene un doble efecto: cambia la gravedad y frecuencia de los problemas de salud asociados y, en segundo lugar, causa problemas de salud sin precedente o nuevas amenazas donde no existían previamente.

Las conclusiones del estudio norteamericano pueden extrapolarse a la población laboral de todo el mundo, especialmente a los trabajadores de exteriores o aquéllos que se ven expuestos a entornos climáticos extremos. En estas categorías hay que incluir a agricultores, pescadores, trabajadores de la construcción y del sector del transporte, así como brigadas de lucha contra el fuego-emergencias, etc. Según el informe, por efecto del cambio climático, estos trabajadores pueden ver incrementada la gravedad y prevalencia de sus riesgos laborales habituales, así como verse enfrentados a nuevos peligros. Tanto el abanico de enfermedades laborales como el de riesgos inducidos por el cambio climático es amplio, y se trata con más detalle en este artículo.

Como preámbulo, cabe destacar también que –según el informe- “las amenazas tienden a empeorar. Algunas de las mismas se darán durante largos periodos de tiempo, o en épocas del año (o lugares del planeta) en que no había precedente”. Además del clásico de las altas temperaturas (y los golpes de calor), no podemos olvidar las tormentas, inundaciones y sequías, acompañadas de la ‘estación del fuego’, un problema bien conocido en nuestro país.



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Tándem clima-salud


La salud humana ha estado siempre condicionada por el clima y el tiempo atmosférico. Los cambios del clima y la variabilidad meteorológica, especialmente cuando se dan en climas extremos, afectan al entorno, que es el responsable de suministrarnos aire limpio, comida, agua, refugio y seguridad. El cambio climático, junto con otros estresores de la salud naturales o artificiales, amenaza la salud y el bienestar laboral de múltiples maneras, que se dejan sentir por doquier.

La dinámica apunta hacia la intensificación de ciertas amenazas para la salud y la aparición de nuevas amenazas. Conocer el alcance del cambio climático y su impacto sobre la salud humana permite documentar las decisiones para reducir las consecuencias, sugerir prioridades para la protección de la salud y ayudar a identificar las necesidades de la investigación.

El cuadro adjunto recoge una lista no exhaustiva de factores climáticos y su impacto sobre la salud.

Calor extremo: estrés térmico

El calor es uno de los riesgos laborales que no conviene subestimar. El estrés térmico por calor puede pasar inadvertido y producir daños a los trabajadores, suponiendo una amenaza para la vida.

Nuestro cuerpo, que es homeotermo (temperatura estable), necesita un sistema de regulación para mantener la temperatura dentro de unos márgenes muy reducidos. La comodidad térmica (ISO 7730) se definiría como una ‘condición mental que expresa satisfacción’. Fisiológicamente, la comodidad obedece a la ecuación: M – W ± R ± C ± RES – E = 0. Si el resultado de la ecuación no es igual a cero, nuestro cuerpo trabaja para cambiar el parámetro. La situación de no equilibrio se traduce en disconfort térmico.

El INSHT nos recuerda que el exceso de calor corporal puede provocar un aumento de la “probabilidad de que se produzcan accidentes de trabajo, se agraven dolencias previas (enfermedades cardiovasculares, respiratorias, renales, cutáneas, diabetes, etc.), se produzcan las llamadas enfermedades relacionadas con el calor”.

  • Calor y seguridad laboral

La seguridad frente al calor depende de la temperatura ambiental, pero también de la corporal. De hecho, la principal fuente de calor para el organismo es, con diferencia, la producción de calor metabólico. Entre el 75 y el 80% de la energía desarrollada con el trabajo muscular se libera en forma de calor. Para enfriar el cuerpo tenemos que sudar, y para sudar hay que beber agua. Si falla este parámetro (hidratación) incurriremos sin remedio en los problemas asociados de estrés por calor, que deberemos solucionar para evitar males mayores a nuestra salud.

Al trabajar podemos perder grandes cantidades de sudor (más de dos litros/hora durante varias horas). Incluso una pérdida de sudor de tan sólo el 1% del peso corporal (60-80 cl) afecta considerablemente al rendimiento laboral, lo que se manifiesta en un aumento de la frecuencia cardíaca (aumenta unos cinco latidos por minuto por cada 1% de pérdida de agua corporal).

Uno de los desequilibrios más frecuentes que sobrevendrá en caso de ejercicio elevado (agravado por el factor temperatura/humedad ambiental) será la deshidratación. Una deshidratación severa puede producir agotamiento por calor y colapso circulatorio. Además de la pérdida hídrica, la sudoración supone una pérdida de electrolitos, principalmente sodio (Na+) y cloro (Cl–), y en menor medida, magnesio (Mg++), potasio (K+) y otros. Si se ha excretado gran cantidad de sudor y la reposición ha sido simplemente con agua, puede que el contenido de cloruro sódico del organismo sea bajo, lo que causa calambres por una alteración del funcionamiento de los nervios y los músculos. Esta problemática suele ser especialmente acuciante con tiempo cálido (olas de calor como la actual) para trabajadores que ejecutan su actividad a la intemperie (obreros de la construcción, obras públicas, trabajadores del campo, etc.).

  • Trastornos derivados del calor

-Síncope por calor. Es una pérdida temporal de conocimiento por la reducción del riego cerebral.

-Edema por calor. Se manifiesta con hinchazón de manos y pies, y pueden sufrirlo personas no aclimatadas expuestas a un ambiente caluroso.

-Calambres por calor. Pueden aparecer tras una intensa sudoración. Son dolorosos espasmos que afectan a las extremidades y los músculos abdominales.

-Agotamiento por calor. Es el trastorno más común. Se produce por deshidratación severa tras perderse una gran cantidad de sudor a consecuencia de un esfuerzo físico prolongado.

-Golpe de calor. Es el más grave de los trastornos del calor, convirtiéndose en una urgencia médica grave que puede provocar la muerte. Su complejo cuadro clínico viene caracterizado por una hipertemia (temperatura elevada) incontrolada que causa lesiones en los tejidos. La carga térmica puede desembocar en un fallo del Sistema Nervioso Central, con lo que nuestro mecanismo de regulación térmica deja de funcionar. El resultado es fatal en minutos (elevación de la temperatura corporal por encima de los 40º C) caso de no producirse una intervención rápida.

No acabaremos sin citar de pasada la radiación solar. Prevenir sus efectos nocivos implica evitarla en la medida de lo posible, además de proteger el cuerpo con ropa de trabajo adecuada o cremas solares, y usar gafas de sol para evitar daños oculares (retina).

Calidad del aireclima-trabajo-exterior


El cambio climático afecta al aire respirable en interiores y exteriores. Se están modificando los niveles y localización de los contaminantes del aire, como el ozono al nivel del suelo (O3) y la materia en forma de partículas finas. El aumento de los niveles de dióxido de carbono (CO2) también estimula el crecimiento de plantas que liberan alérgenos aerotransportados (aero-alérgenos). Finalmente, estos cambios de la calidad del aire exterior y los alérgenos acaban afectando a la calidad del aire interior, pues ambos contaminantes entran en las casas, escuelas, centros de trabajo, etc.

Una mala calidad del aire, ya sea interior o exterior, puede afectar negativamente los sistemas respiratorio y cardiovascular. Las altas concentraciones de polen y el alargamiento de las estaciones del polen pueden aumentar la sensibilización alérgica y los episodios de asma y, por tanto, limitar la productividad laboral.

Son evidencias clave a este respecto:

  • Impacto para la salud de la exacerbación del ozono

El cambio climático es el responsable de la formación de polución por ozono al nivel del suelo. A menos que esta tendencia se vea compensada por una reducción de las emisiones adicionales, el ozono será el causante de muertes prematuras, hospitalizaciones, pérdidas humanas y económicas.

  • Efectos para la salud de los incendios forestales

Los incendios forestales emiten partículas finas y precursores del ozono que a su vez aumentan el riesgo de muerte prematura y crónica y efectos adversos agudos sobre la salud cardiovascular y respiratoria. Asimismo, es previsible que el cambio climático haga aumentar el número y la gravedad de los incendios de origen natural, el aumento de las emisiones de partículas y precursores de ozono, con resultados naturalmente adversos para la salud de las personas.

  • Empeoramiento de las condiciones de las alergias y el asma

Se espera que los cambios en el clima, el aumento de temperaturas en concreto, los patrones de precipitación alterados, y el aumento de las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera provoquen un incremento de los niveles de algunos alérgenos en el aire y los incrementos correspondientes en los episodios de asma y otras enfermedades alérgicas.
La ciencia vincula el virus Zika al cambio climático

Aedes aegypti, virus del dengue, chinkugunia son enfermedades transmitidas por la picadura de mosquitos. Ahora se añade el Zika a la lista de vectores infecciosos.

El responsable de la expansión es el cambio climático, que se manifiesta con fenómenos naturales como fuertes y frecuentes oleadas de calor estival, inviernos gélidos, inundaciones, sequías, huracanes y tormentas, así como el transporte aéreo, que facilita la globalización de las toxinas. Nada es casual en las leyes de la naturaleza, y el cambio del clima es buena prueba de ello.

En la naturaleza nada es casual, todo tiene un porqué, ya que existen vínculos que por más que parezcan invisibles allí están y cualquier anomalía implica una ruptura de un sistema que parece funcionar en perfecto equilibrio. El cambio climático es fiel muestra de ello.

Desde febrero de 2016, la Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene declarada la emergencia internacional ante la extensión del virus del zika, conocida desde hace décadas, pero que podría ahora adquirir proporciones de plaga peligrosa. “Está claro que el virus del zika está vinculado con la temperatura”, asegura Janos Pasztor, secretario general asistente de la ONU para Cambio Climático.

La comunidad científica se pregunta por qué ha empezado a cambiar la patología de este virus, después de más de 60 años, y a extenderse. La conclusión es que “los virus transmitidos por insectos se ven muy afectados por el calentamiento global. El territorio de los insectos se expande al tiempo que el clima es cada vez más cálido”. Así, en Perú existe constancia, confirmada por su Ministerio de Salud Pública de que “el cambio climático ha favorecido la reproducción del mosquito, acortando los días de reproducción de 15 a 7”.

La Universidad de Haifa (Israel) y el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades han conducido estudios exhaustivos sobre esta relación, llegando a establecer una conexión directa entre el fenómeno de El Niño y el brote de esta enfermedad. La investigación ha revelado que la expansión del virus no se debe a fuertes lluvias y tormentas, sino a todo lo contrario: persistentes sequías y más calor de lo habitual. Todo es plausible: según los registros de la NASA, el 2015 ha sido considerado el año más caluroso del que se tiene constancia en la historia.

Vectores infecciosos

En este apartado encontramos enfermedades transmitidas por vectores, como mosquitos, garrapatas y pulgas. Estos vectores pueden llevar agentes patógenos infecciosos tales como virus, bacterias y protozoos, que se pueden transferir de un huésped (portador) a otro. La estacionalidad, la distribución y la prevalencia de las enfermedades transmitidas por vectores están influenciadas significativamente por factores climáticos, principalmente altas y bajas temperaturas extremas y los patrones de precipitación. Es probable que el cambio climático tenga efectos tanto a corto como a largo plazo sobre la transmisión de enfermedades asociadas a vectores y los patrones de infección, afectando tanto al riesgo de temporada como a amplios cambios geográficos en la aparición de enfermedades durante décadas. Además de intervenir en la transmisión de enfermedades por vectores, el cambio climático interactúa muy probablemente con muchos otros factores, como la adaptación y mutación de los patógenos, la disponibilidad de huéspedes, el cambio de los ecosistemas y el uso del suelo, la demografía, la conducta humana y la capacidad adaptativa. Estas interacciones complejas hacen que sea difícil predecir los efectos del cambio climático sobre las enfermedades transmitidas por vectores.

Algunas evidencias clave son:

  • Cambio de distribución de los vectores (agentes infecciosos) y las enfermedades que provocan

Se espera un cambio de la distribución geográfica y estacional, generando contingencias inéditas hasta la fecha.

  • Adelanto de la actividad de la garrapata y expansión al rango norte

Portadoras de la bacteria causante de la enfermedad de Lyme, las garrapatas (y otros patógenos) tienden a mostrar un adelanto de su actividad estacional y su expansión a latitudes más septentrionales como respuesta al aumento de las temperaturas derivadas del cambio climático. La prolongación de su actividad estacional y la expansión geográfica de estos insectos parasitarios no harán sino aumentar el riesgo de exposición para los humanos.

  • Cambio de la dinámica de las enfermedades transmitidas por mosquitos

El aumento de las temperaturas, el cambio de los patrones de precipitación y una mayor frecuencia de algunos episodios de clima extremo está modificando la distribución, abundancia y prevalencia de la infección de mosquitos que transmiten el virus del Nilo Occidental y otros patógenos al alterar tanto la disponibilidad de hábitats como las tasas de reproducción del mosquito y los virus. Así, aumentará la exposición humana a la picadura de tales insectos, aumentando el riesgo de enfermedades emergentes e inéditas en sus nuevas colonias geográficas.

  • Aparición de nuevos patógenos asociados a vectores

Los patógenos vectoriales muestran tendencia a emerger y reemerger debido a las interacciones de factores climáticos con otros desencadenantes, como el cambio en los patrones de uso del suelo. El impacto sobre la salud será, no obstante, limitado por la capacidad adaptativa de las poblaciones humanas, junto con las prácticas de control de las infecciones o las medidas de protección personal.
Cambio climático y tropicalización en España

“Las variaciones del clima junto con el movimiento de las poblaciones y los productos tropicales están produciendo una tropicalización de la salud en España”, afirma Adolfo de Grado, investigador del Centre de Seguretat i Salut Laboral de Barcelona, organismo dependiente de la Generalitat de Catalunya.

El fenómeno que cita De Grado comporta un protagonismo creciente para una enfermedad como la malaria (vieja conocida en la mitad sur de la península ibérica y responsable de las ‘calenturas’, que fueron endémicas durante el primer tercio del siglo XX). La erradicación oficial de esta enfermedad en España se produciría a principio de la década de los sesenta (oficialmente, 1964). Como una pesadilla del pasado, en 2010 se produjo un nuevo caso de malaria autóctona (transmitida localmente) y cuyo responsable es el mosquito anófeles (plasmodium vivax). Huelga recordar que es una enfermedad con alta prevalencia en actividades como la agricultura, ganadería o la explotación forestal.

Refiriéndose a otro ‘invitado’ no querido, De Grado citó el mosquito tigre, del que dijo que es un “causante no autóctono, pero que ha venido para quedarse, habiéndose detectado por vez primera en Sant Cugat (Barcelona), y con una rápida expansión a través de cualquier reservorio de agua”. Este agente infeccioso, además de las molestias de la picadura, puede transmitir hasta 26 enfermedades víricas de carácter tropical. La propagación de estas enfermedades se debe a los movimientos de personas (normalmente hacia España, pero también de españoles en tránsito de ida y vuelta por motivos laborales, u otros, y al cambio climático.

Salud mental y bienestar

Por último –y no menos importante- cabe recordar el daño colateral que provoca el cambio climático en la salud mental. Los efectos van desde un estrés mínimo –aceptable- y síntomas de distrés –cuando el estrés empieza a ser nocivo- a los desórdenes clínicos, como ansiedad, depresión, estrés post-traumático y tendencias suicidas. Dichos efectos raramente se dan solos, sino que se recombinan con otros estresores ambientales y sociales. La interacción y efecto acumulativo son factores críticos para la salud mental. Algunos individuos se recuperan, pero otros entran en una espiral de disfunción psicológica crónica, especialmente si viven en zonas donde se hace más palpable el efecto del cambio climático o sus episodios puntuales en forma de desastres naturales. El tratamiento farmacológico de ciertas dolencias mentales aumenta la vulnerabilidad de los pacientes al estrés térmico (algunas medicaciones inhiben la función de termo-regulación corporal).

Agravamiento de las enfermedades de base

Cada trabajador, en función de variantes individuales, tiene su propio estado de salud. Con el envejecimiento de la población laboral aparecen ‘condiciones de salud crónicas’ (dicho eufemísticamente) que interactúan con el cambio del clima o se ven agravadas por éste. Veamos algunos ejemplos:

-Alzheimer. Las personas con disfunciones cognitivas son más vulnerables a los eventos de clima extremo.

-Asma. La enfermedad se agrava por los cambios en la estación polinizadora, exposición a alérgenos y contaminantes que aparecen como consecuencia de los cambios de temperatura, humedad y viento.

-Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC). Los pacientes son más sensibles a las alteraciones del clima que la población general.

-Diabetes. Esta enfermedad, que evoluciona al alza debido a un estilo de vida poco saludable, aumenta la sensibilidad al estrés térmico, especialmente durante episodios de olas de calor.

-Enfermedad cardiovascular. Los enfermos ven agravada su sintomatología durante eventos de estrés térmico u olas de calor.

-Obesidad. Aumenta la sensibilidad a altas temperaturas ambientales.

Hasta ahora, los estudios, obviando otras consecuencias del cambio del clima, se han centrado en los efectos del calor. Por ejemplo, Tord Kjellstrom, del Centro Nacional de Epidemiología y Salud de la Población de la Australian National University (Canberra), nos lo recuerda en su trabajo “Workplace heat stress, health and productivity an increasing challenge for low and middle-income countries during climate change”. El investigador destaca se está menospreciando el impacto del cambio climático global sobre la actividad / productividad humana y la salud de los trabajadores. Advierte que “los riesgos de salud potenciales y la merma de la productividad del trabajador son sustanciales”.

Hasta ahora, la diferencia entre confort o estrés térmico había dependido del aire acondicionado. Sin embargo, tenemos evidencias de que, en lo sucesivo, será necesario, según Kjellstrom, “aplicar medidas de prevención efectivas (‘adaptación’) para reducir el estrés térmico laboral, algo que es práctica y económicamente posible para entornos cerrados, pero mucho más difícil de llevar a cabo en trabajos que se desempeñan a la intemperie”.

La cuestión climática (estrés térmico, en este caso) aparece como una nueva brecha entre países ricos y pobres, lo que frenará el desarrollo económico y social de los más desfavorecidos, además de condenarles a viejas y nuevas enfermedades de origen laboral.

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