Presentismo 8, Productividad 0

El presentismo: una práctica hija de las jornadas maratonianas en las oficinas y nieta de la cultura laboral arraigada en nuestro país. Nada nuevo, algo común. A nadie le sorprende oír a algún compañero comentando lo mucho que ha perdido el tiempo en la oficina ese día.

Aunque desde hace ya bastantes años se oyen campanas sobre el cambio de mentalidad, el teletrabajo, la flexibilidad y la conciliación, por ahora son solo eso, campanas.

Adecco publicó hace unos días un estudio donde se estima un ligero aumento de empresas que identifican prácticas presentistas, a pesar de mantenerse la tasa del 25% de paro en el país.

De hecho, hay algunos otros estudios que han intentado reflejar el impacto del paro en el presentismo, y parecía que la falta de empleo empujaba a los trabajadores a ser más responsables, pero parece que no es siempre así.

Aunque en el estudio de Adecco se matiza también que, pese a estos comportamientos, 2 de cada 3 trabajadores presentistas respondían a sus actos de forma responsable, recuperando las horas de trabajo que les correspondían.

Según Adecco, las prácticas habituales del trabajador presentista pasan por incorporarse con retraso y/o finalizar la jornada antes de tiempo, el uso de Internet para temas personales, ausencias por tabaquismo y empleo extra de tiempo en descansos.

¿Cuáles son los mejores métodos para evitar el presentismo?

La respuesta no es más control. Al contrario, la respuesta es más libertad. Si un empleado trabaja por objetivos, y no por horas, pudiendo realizar sus tareas cuando se sienta más productivo, seguramente la eficacia será mayor, y a la vez habrá podido hacer sus tareas personales. Éste gozará de responsabilidad y confianza por parte de sus superiores, y por ello se sentirá en la obligación moral de cumplir con el plazo de entrega.

Aun así, muchas empresas aseguran que una de las prácticas más habituales por parte de los jefes para evitar el presentismo de sus empleados es precisamente lo contrario: elevar el control sobre sus acciones: control del horario de entrada, restricciones en uso de internet y correo electrónico…

Si estas acciones se suman a la poca flexibilidad horaria, el trabajador se ve atrapado en el miedo a ser despedido si falta al trabajo, se suma la presión y el estrés que provoca el control sobre una persona, y al final, la productividad se acaba reduciendo, al compás del desencanto del trabajador por su empresa.

La cultura laboral arraigada impide que esas prácticas se puedan erradicar de forma generalizada. Quizás falte una generación más para que las empresas den el salto y se sumen al cambio.

Algunas reticencias frente al horario flexible

Las reticencias principales de los empresarios para instaurar una cultura de flexibilidad son tales como el miedo al abuso de libertad por parte de los empleados, la desconfianza, la ausencia absoluta de control…

Pero no solo los empresarios son reacios al cambio: muchos trabajadores aseguran que practicar el la flexibilidad total incluso permitiéndole al empleado trabajar en casa puede hacer que se pierda la cultura de equipo, o la vinculación personal con la empresa, produciendo lo que se podría denominar “síndrome del empleado olvidado”, propiciando su despido.

Los motivos de estas prácticas son principalmente culturales. En España todavía está bien visto que un jefe o un empleado se queden hasta las tantas en la oficina. Parece que han trabajado duro…aunque la hora de la comida se hayan convertido en tres. Aunque haya entrado a trabajar a las seis de la tarde.

Unos hábitos difíciles de cambiar, una mentalidad cerrada. A pesar de ello, nuestros vecinos europeos no paran de darnos ejemplos que ya han llevado a más de uno a plantear la necesidad de un cambio de mentalidad real. Ellos, con sus jornadas intensiva,s con su media hora para comer y su cena a las 19h, concilian vida laboral y familiar, y por ello aumentan sus niveles de bienestar y productividad.

Ventajas de la flexibilidad laboral

Si el trabajador dispone de un horario flexible y la posibilidad de realizarlo en función de su vida privada, este se sentirá mucho más satisfecho con la empresa y con el trabajo que realice, y por lo tanto, más responsable. Aumentará su compromiso, y se reducirá el absentismo, como también el presentismo ya que por fin tendrá la oportunidad de conciliar su vida personal con la profesional.

Por ello, el tiempo que el trabajador o el empresario están en la oficina, lo dedican absolutamente a sus tareas. Como consecuencia directa, la productividad aumentará, reduciéndose el presentismo y por lo tanto, mejorando ambas partes de la relación laboral.

¿Y vosotros, tenéis algunos presentistas en la oficina? ¿Cuáles son las medidas que toma vuestra empresa?