El método Ecoline
Paula Llull30/06/2014
“La gorda tetuda”, “la moraca que no sabe dar la mano”o “la de la voz de pito” inspiraron a Jordi Galcerán a producir su obra, El método (que a su vez inspiró una peli en 2005). El autor se encontró unos papeles arrugados con estos comentarios escritos a mano sobre los currículums de algunas chicas que se presentaron como candidatas para trabajar en un supermercado. Además de evaluar la valía de estas chicas para cubrir el puesto, el directivo entraba en cuestiones personales, de físico, de carácter y de forma de ser. La obra plantea la ética y la legitimidad de estos métodos. ¿Es justificable pensar en términos estrictamente económicos para contratar a alguien? Me refiero a términos como productividad, oferta, demanda… indicadores económicos que no tienen en cuenta el factor humano.
http://www.youtube.com/watch?v=2TwoJeuKAdk
Se considera a los candidatos como autómatas, máquinas para cubrir y sacar adelante unas tareas. Como quién prueba sistemas operativos para ver cuál es más rápido. “Si es gorda, no vale para el puesto” o “si pertenece a sindicatos, nos puede traer problemas”. Pero este post no va de tocar la fibra con las pelis de ficción, sino de tocarla con dosis de cruda realidad. Aunque las humillaciones a las que se ven sometidos los protagonistas del film son exageraciones, la comedia se basa en un fenómeno presente en la vida real: El aprovechamiento de la posición de fuerza por parte del seleccionador.
El caso más llamativo que se ha dado estos últimos meses implica a una empresa de Mataró (Barcelona), Ecoline 2010, que hace un tiempo acaparó toda la atención de los medios por humillar a los candidatos en un proceso de selección de personal.
Vejación y humillación son las palabras con las que Clio Almansa, una chica de 26 años, describe sus sentimientos durante esa entrevista de trabajo. Cuenta la chica que cuando llegó a la cita había un grupo de unas 40 personas con las que iba a desarrollar una entrevista grupal, y un proceso de selección que duraría tres días. Al principio se trataba de asistir a charlas motivacionales e instructivas, con música y animación para subir la adrenalina de los candidatos. Era raro, pero tolerable.
El tercer día fue cuando se destapó el método Ecoline. Cuenta Clio que entró en una sala donde había muchas sillas dispuestas en círculo. El objetivo: el juego de la silla. Quién se quede sin silla, se queda sin curro. Además de humillante, es un método de selección totalmente arbitrario…a no ser que te estén seleccionando para la entrar en la selección nacional del juego de la silla. Y no era el caso.[/acc_item]
Clio Almansa. Imagen de elmundo.es
La cosa no acabó ahí. Según se iban eliminando candidatos, todo se iba poniendo más difícil. Los dividieron en tres grupos, dos de hombres y uno de mujeres, y uno de los directivos se puso en el centro de la sala con el billete de 50 euros. El objetivo era jugar al juego del pañuelo con dicho billete. Cuando dio comienzo la prueba, Clio tropezó, quedándose tendida en el suelo y sus compañeros cayeron sobre ella, provocándole una rotura en una vértebra. La chica afirmó que se sintió «humillada, vejada y maltratada, y que hizo cosas que de otra forma, si no hubiera sido por la necesidad de obtener un puesto de trabajo, nunca se habría rebajado a aceptar». La empresa, por motivos que se pueden imaginar, la contrató aunque tendría que estar de baja un año, pero a los dos meses la despidió por “no haber pasado el período de prueba”.
El problema de estas peculiares pruebas de selección de personal es que los métodos no están regulados en el ordenamiento jurídico. La empresa es libre de llevar a cabo los procedimientos que consideren necesarios para contratar a sus trabajadores. Obviamente, estas pruebas no pueden ir en contra de los derechos humanos y los principios básicos que rigen la constitución. Y en Ecoline los vulneraban. Vulneraba el honor y la dignidad de la persona.
Pero existen otros que aunque no sean explícitamente vejatorios, humillan a las personas y no son sancionados, normalmente porque son indemostrables: ofertas de trabajo que no son para lo que anuncian, seleccionadores que te intimidan con preguntas personales sobre estado civil y embarazo, te tratan como mercancía, te faltan al respeto y les hace mucha gracia que te hayas ni tan solo planteado que podrías haber aspirado a ese lugar de trabajo. Estamos frente a un claro síntoma de creciente desigualdad social, que se ve reforzada por las últimas reformas legislativas en materia de contratación. El empleador goza de un poder que no tenía desde hace mucho tiempo, sin estar sujeto a ningún tipo de regulación o control, y los trabajadores quedan a expensas de la voluntad del empleador.
http://www.youtube.com/watch?v=2TwoJeuKAdk
Se considera a los candidatos como autómatas, máquinas para cubrir y sacar adelante unas tareas. Como quién prueba sistemas operativos para ver cuál es más rápido. “Si es gorda, no vale para el puesto” o “si pertenece a sindicatos, nos puede traer problemas”. Pero este post no va de tocar la fibra con las pelis de ficción, sino de tocarla con dosis de cruda realidad. Aunque las humillaciones a las que se ven sometidos los protagonistas del film son exageraciones, la comedia se basa en un fenómeno presente en la vida real: El aprovechamiento de la posición de fuerza por parte del seleccionador.
El caso más llamativo que se ha dado estos últimos meses implica a una empresa de Mataró (Barcelona), Ecoline 2010, que hace un tiempo acaparó toda la atención de los medios por humillar a los candidatos en un proceso de selección de personal.
¿Campamentos de verano o entrevistas de trabajo?
Vejación y humillación son las palabras con las que Clio Almansa, una chica de 26 años, describe sus sentimientos durante esa entrevista de trabajo. Cuenta la chica que cuando llegó a la cita había un grupo de unas 40 personas con las que iba a desarrollar una entrevista grupal, y un proceso de selección que duraría tres días. Al principio se trataba de asistir a charlas motivacionales e instructivas, con música y animación para subir la adrenalina de los candidatos. Era raro, pero tolerable.
El tercer día fue cuando se destapó el método Ecoline. Cuenta Clio que entró en una sala donde había muchas sillas dispuestas en círculo. El objetivo: el juego de la silla. Quién se quede sin silla, se queda sin curro. Además de humillante, es un método de selección totalmente arbitrario…a no ser que te estén seleccionando para la entrar en la selección nacional del juego de la silla. Y no era el caso.[/acc_item]
Clio Almansa. Imagen de elmundo.es
La cosa no acabó ahí. Según se iban eliminando candidatos, todo se iba poniendo más difícil. Los dividieron en tres grupos, dos de hombres y uno de mujeres, y uno de los directivos se puso en el centro de la sala con el billete de 50 euros. El objetivo era jugar al juego del pañuelo con dicho billete. Cuando dio comienzo la prueba, Clio tropezó, quedándose tendida en el suelo y sus compañeros cayeron sobre ella, provocándole una rotura en una vértebra. La chica afirmó que se sintió «humillada, vejada y maltratada, y que hizo cosas que de otra forma, si no hubiera sido por la necesidad de obtener un puesto de trabajo, nunca se habría rebajado a aceptar». La empresa, por motivos que se pueden imaginar, la contrató aunque tendría que estar de baja un año, pero a los dos meses la despidió por “no haber pasado el período de prueba”.
El problema de estas peculiares pruebas de selección de personal es que los métodos no están regulados en el ordenamiento jurídico. La empresa es libre de llevar a cabo los procedimientos que consideren necesarios para contratar a sus trabajadores. Obviamente, estas pruebas no pueden ir en contra de los derechos humanos y los principios básicos que rigen la constitución. Y en Ecoline los vulneraban. Vulneraba el honor y la dignidad de la persona.
Pero existen otros que aunque no sean explícitamente vejatorios, humillan a las personas y no son sancionados, normalmente porque son indemostrables: ofertas de trabajo que no son para lo que anuncian, seleccionadores que te intimidan con preguntas personales sobre estado civil y embarazo, te tratan como mercancía, te faltan al respeto y les hace mucha gracia que te hayas ni tan solo planteado que podrías haber aspirado a ese lugar de trabajo. Estamos frente a un claro síntoma de creciente desigualdad social, que se ve reforzada por las últimas reformas legislativas en materia de contratación. El empleador goza de un poder que no tenía desde hace mucho tiempo, sin estar sujeto a ningún tipo de regulación o control, y los trabajadores quedan a expensas de la voluntad del empleador.
