Uber da el salto al transporte de comida

La polémica aplicación para dispositivos móviles Uber reaparece en Barcelona. La multinacional californiana pretende ahora aprovechar su plataforma digital y su amplia red de conductores particulares asociados para, en lugar de llevar personas, transportar comida, a domicilio y a donde sea que uno se encuentre. Hoy pone en marcha Uber Eats, un negocio en principio, así lo esperan sus responsables, mucho menos conflictivo que el que lo convirtió en una de las start-up más valoradas del planeta. Al menos de este modo lo adelantaron ayer sus responsables a La Vanguardia.

Hace menos de dos meses un juez obligó a la empresa a suspender de manera cautelar sus actividades porque entendía que pueden vulnerar las normativas de transporte de viajeros. La aplicación de Uber ponía en contacto a personas que querían desplazarse a un lugar de la ciudad con otras dispuestas a llevarlas en su coche privado a cambio de lo que marcara una tarifa preestablecida. Todos los pagos se realizaban de manera electrónica. Uber se embolsaba una comisión de en torno al veinte por ciento. La empresa, entre cuyos inversores figuran Goldman Sachs y Google, llegó a Barcelona la pasada primavera, y meses después a Valencia y Madrid. El gremio de los taxistas le declaró la guerra.

La compañía, presente en decenas de ciudades de todo el mundo, aguarda conocer los resultados de sus alegaciones y, entre tanto, intenta con Uber Eats sacudirse los estigmas que enturbiaron su imagen. Sus responsables explican que su objetivo es disponer de una amplia red de restaurantes de calidad que, en función de unas previsiones, proveerán a una serie de conductores que darán vueltas por la ciudad a la espera de recibir los encargos. Uber no es muy dada a proporcionar datos exactos de sus actividades. Al parecer en principio cuentan con una decena de restaurantes. Cada día ofrecerán dos diferentes, uno al mediodía y otro por la noche. El cliente pedirá la comida a través de la aplicación. Ha de estar en las partes derecha e izquierda del Eixample, la Barceloneta, el Poblenou, Sarrià, Sant Gervasi, Galvany o Pedralbes, Y uno de los conductores desplegados se la llevará. Uber quiere que lo haga en menos de diez minutos.

Las condiciones del transporte las pactarán el restaurante y el conductor, que ingresará unos 2,5 euros por cada viaje. Uber se queda un veinte por ciento como comisión. La compañía no quiere que le vuelvan a acusar de fomentar la economía sumergida y asegura que velará por que todos sus conductores sean autónomos al corriente de pago de sus cuotas, y por que todas las transacciones queden registradas.