No sin mi sherpa
A raíz de las muertes de sus compañeros en la cascada de hielo Khumbu el pasado mes de abril, los sherpas reclamaron más seguridad, y hasta entonces se mantendrían en huelga. Si se suspendieran todas las expediciones programadas para esta temporada, sería un duro golpe económico para el gobierno nepalí ya que se estima que el negocio de la montaña supone una parte muy importante de sus ingresos.
Llegada a la cumbre del Everest. Imagen de www.flickr.com
Los sherpas, como muchos otros trabajadores de riesgo, se juegan la vida en cada ascenso. La diferencia es que ellos cuentan con un seguro de vida relativamente bajo, y unas compensaciones para las familias altamente cuestionables en comparación con los millones de euros que genera su labor.
Esos hombres y mujeres realizan el trabajo más duro: abren el camino a los excursionistas, colocan las cuerdas de escalada y transportan las tiendas de campaña, comida y bombonas de oxígeno hasta el siguiente campo base, como un hotel móvil.
Además, tienen una responsabilidad inmensurable, y es que la confianza de su grupo está al cien por cien depositada en su capacidad de reacción. Desde Edmund Hillary, el primero en coronar el Everest acompañado de su guía y amigo Tenzing Norgay, los sherpas se han convertido en un seguro de vida para los excursionistas, como un símbolo de fe.
Pero no nos confundamos, sherpa no es sinónimo de Dios. Como todos, son humanos. Por mucha ventaja que les dé conocer el terreno y estar aclimatados a la altura, no tienen poder absoluto para salvarte de cualquier incidente. Y los cuerpos esparcidos por toda la montaña lo demuestran. Escaladores que no han podido coronar el monte yacen en el punto donde no pudieron vencer a la naturaleza.
Hillary y Tenzing. Imagen de wikipedia
Se dice que el Everest se ha convertido en un circo. Un espectáculo en el que todo el mundo quiere participar y alardear después. Aficionados sin experiencia y sin miedo, usando los cadáveres que ha ido dejando semejante monstruo de los cielos como puntos de referencia sin inmutarse, piensan que ellos sí lo conseguirán, poniendo en peligro inconscientemente su vida y la de los guías.
Después de perder a dieciséis compañeros, los sherpas reclamaron mejores seguros médicos, un fondo para las familias y una subida notoria de la cobertura de su seguro de vida, aunque no solo buscaban dinero, buscaban algo más.
Buscaban mandar un mensaje a la multimillonaria industria de las expediciones, de las que ellos son una parte más del engranaje. Parece que el gobierno nepalí ha accedido a sus peticiones: ha aumentado el seguro de los guías en más de 100.000 euros y un seguro médico que se acerca a los 30.000. Se ha creado también un fondo permanente para rehabilitar heridos y ayudar a los familiares de los guías muertos. En principio, los ascensos programados siguen en marcha.
El Everest, un circo cualquiera
Aún así, esperamos que la responsabilidad de las personas haga acto de presencia, y que dejen de ocurrir desgracias de este calibre. Os dejamos un link muy escabroso pero también muy ilustrativo sobre lo que pasa en el Everest.