Responsabilidad Social en León
Redacción Protección Laboral30/10/2013
Grisú es el gas que ha matado al menos a seis mineros en León. Se trata de un gas que implica diferentes peligros en función de las condiciones ambientales. El mayor peligro es que se prenda fuego –su alto contenido en metano hace que tenga un gran poder calorífico- y provoque una explosión, pero este no ha sido el caso.
En espacios confinados, el grisú se come el oxígeno hasta acabar con él. Es inodoro e indetectable con nuestros sentidos, y por lo tanto su nivel de peligrosidad aumenta de forma considerable. Los síntomas inmediatos al inhalar este gas son dolor de cabeza, mareo, debilidad, náusea, vómitos, pérdida de coordinación y del juicio, aumento en la frecuencia respiratoria y pérdida de conocimiento.
Son síntomas detectables, pero son bastante genéricos, en el sentido de poder asociarse a cualquier otro tipo de enfermedad o factor ambiental. Evidentemente no se dan de golpe, y por tanto el minero debe estar atento a cualquier cambio en su salud física y no pasarlo por alto.
Aún así, la pregunta que nos hemos planteado todos es…¿Qué pasa con los detectores de gas?
Lo habitual es avanzar previamente con una barrena para que, en caso de que haya una bolsa, el gas vaya saliendo progresivamente y se vaya disipando. Antiguamente, como el metano es inodoro, los mineros llevaban consigo unas lámparas de llama. Cuando la llama perdía fuerza o se apagaba, era señal de que podía haber grisú, por lo que tenían que salir de la zona y volver a encender las lámparas en zonas controladas. También se utilizaban canarios a modo de detectores rudimentarios. Aún así, actualmente, existen detectores de gas de lo más sofisticado. Según declaran algunos sindicalistas veteranos en el diario de León, no es normal que se haya producido un desastre así. Algunas de estas declaraciones hacen insinuaciones sobre la falta de protocolo y protección laboral de la mina, aunque por ahora, solo podemos hablar de hipótesis.
La mayoría de accidentes pueden ser evitables, aunque el azar es siempre un factor incontrolable. Normalmente la suma de pequeños factores, algunos azarosos y otros no, son los que provocan los accidentes. Aún no se sabe que ha pasado en la mina, y porqué los detectores presuntamente no funcionaron, o quizás los mineros no tuvieron tiempo de reaccionar. Lo que sí sabemos es que ha ocurrido una desgracia que ha llegado a la consciencia de muchos.
¿Responsabilidad social empresarial? ¿Falta de presupuesto? ¿Mala suerte? ¿Tiene algo que ver los recortes en minería por parte del ministerio de Industria? Si ese fuera el caso, ¿Sería capaz la sociedad de decir basta a las decisiones políticas que juegan con la salud de las personas?
En espacios confinados, el grisú se come el oxígeno hasta acabar con él. Es inodoro e indetectable con nuestros sentidos, y por lo tanto su nivel de peligrosidad aumenta de forma considerable. Los síntomas inmediatos al inhalar este gas son dolor de cabeza, mareo, debilidad, náusea, vómitos, pérdida de coordinación y del juicio, aumento en la frecuencia respiratoria y pérdida de conocimiento.
Son síntomas detectables, pero son bastante genéricos, en el sentido de poder asociarse a cualquier otro tipo de enfermedad o factor ambiental. Evidentemente no se dan de golpe, y por tanto el minero debe estar atento a cualquier cambio en su salud física y no pasarlo por alto.
Aún así, la pregunta que nos hemos planteado todos es…¿Qué pasa con los detectores de gas?
Lo habitual es avanzar previamente con una barrena para que, en caso de que haya una bolsa, el gas vaya saliendo progresivamente y se vaya disipando. Antiguamente, como el metano es inodoro, los mineros llevaban consigo unas lámparas de llama. Cuando la llama perdía fuerza o se apagaba, era señal de que podía haber grisú, por lo que tenían que salir de la zona y volver a encender las lámparas en zonas controladas. También se utilizaban canarios a modo de detectores rudimentarios. Aún así, actualmente, existen detectores de gas de lo más sofisticado. Según declaran algunos sindicalistas veteranos en el diario de León, no es normal que se haya producido un desastre así. Algunas de estas declaraciones hacen insinuaciones sobre la falta de protocolo y protección laboral de la mina, aunque por ahora, solo podemos hablar de hipótesis.
La mayoría de accidentes pueden ser evitables, aunque el azar es siempre un factor incontrolable. Normalmente la suma de pequeños factores, algunos azarosos y otros no, son los que provocan los accidentes. Aún no se sabe que ha pasado en la mina, y porqué los detectores presuntamente no funcionaron, o quizás los mineros no tuvieron tiempo de reaccionar. Lo que sí sabemos es que ha ocurrido una desgracia que ha llegado a la consciencia de muchos.
¿Responsabilidad social empresarial? ¿Falta de presupuesto? ¿Mala suerte? ¿Tiene algo que ver los recortes en minería por parte del ministerio de Industria? Si ese fuera el caso, ¿Sería capaz la sociedad de decir basta a las decisiones políticas que juegan con la salud de las personas?
