Paradigma de precariedad laboral: las camareras de piso
Redacción Protección Laboral19/06/2017
Las camareras de piso ejecutan tareas específicas que destacan por su repercusión sobre la salud, como hacer y cambiar la ropa de las camas, que supone la flexión del tronco, o adoptar posturas penosas o fatigosas en la limpieza de cuartos de baño, empujar el carro de limpieza o del avituallamiento, pero existen otros muchos riesgos de importancia para la salud psico-física de unas trabajadoras frecuentemente olvidadas.
El trabajo de las camareras de piso en el sector de la hotelería nunca ha sido fácil. Aun así, en los últimos años se está desarrollando a una “ofensiva patronal” para reducir y ajustar costes y poder mantener unas determinadas expectativas de beneficio a costa de estas trabajadoras. El miedo al desempleo es el caldo de cultivo ideal para las vueltas de tuerca que aplican las empresas hoteleras españolas.
Entre los perfiles profesionales del sector hotelero, las camareras de piso desarrollan funciones tales como:
-Limpieza y mantenimiento de las habitaciones, los baños y los pasillos, así como de los espacios de uso común, salas de reuniones, etc.
-Preparación, recogida y transporte de materiales y productos necesarios para la limpieza y mantenimiento de habitaciones y áreas públicas e internas.
-Atención directa de los clientes, según el área funcional.
-Realización de labores propias de lencería y lavandería
Una forma de precarización que han sufrido las camareras de piso ha sido la propia organización del trabajo y el incremento desmesurado en su carga laboral. Ello se traduce en un aumento del número de habitaciones que tienen que arreglar diariamente. El trabajo se hace con un ritmo muy intenso para poder entregar las habitaciones libres a los nuevos huéspedes, o aprovechar el tiempo que los clientes salen de la habitación.
Es habitual que las trabajadoras tengan asignadas un determinado número de habitaciones y que las tengan que hacer obligatoriamente durante las horas por las que están contratadas. Ello supone que, caso de no terminarlas en el tiempo estipulado, las trabajadoras deben prolongar su jornada hasta acabar el trabajo, regalando sistemáticamente horas a la empresa.
La consecuencia más inmediata es que la salud de estas trabajadoras se ve cada vez más deteriorada. Además del cansancio y dolor crónicos, la actividad va añadiendo dolencias, como problemas de cervicales, lumbares, hombros, túnel carpiano, rodillas, que suponen una merma de la salud y la calidad de vida (laboral y extra-laboral).
Muchas camareras de piso tienen que pasar por operaciones quirúrgicas y, por norma, la mayoría debe medicarse de por vida para poder combatir el dolor mientras siguen trabajando. Simultáneamente, los ritmos de trabajo, la sobrecarga física y situaciones de estrés y desamparo conducen a cuadros de ansiedad, depresión, insomnio, etc., con dependencia de tratamientos medicamentosos paliativos.
No vamos a sintetizar todos los riesgos, obviando, por ejemplo, la mayoría de los relativos a las propias instalaciones donde trabajan las camareras de hotel. Entre los más significativos, encontramos:
·Riesgo químico
Los productos químicos utilizados para la limpieza de lavabos, bañeras, retretes, suelos y espejos contienen un alto grado de acidez y alcalinidad. Algunos de estos productos ocasionan dermatitis, problemas respiratorios y otras afecciones que pueden ir desde una simple irritación a quemaduras profundas. Los productos que contienen amoniaco, detergentes y disolventes, son irritantes para la piel, los ojos y las fosas nasales y la garganta. Los productos que contengan disolventes pueden afectar a las funciones renal y reproductiva. También los productos empleados como desinfectantes pueden producir irritación.
No podemos olvidar el uso frecuente de disolventes (tolueno, xileno, esencia de trementina) que, en contacto con la piel, atacan la capa grasa y la resecan. Además de ejercer una acción irritante.
·Caídas, resbalones, tropezones
El riesgo de caída puede provenir de la existencia de suelos resbaladizos por el encerado o fregado reciente, productos o agua derramados o irregularidades como grietas, moquetas con roturas o alfombras levantadas, etc. En particular, los frecuentes y rápidos desplazamientos del personal de limpieza propician los resbalones en suelos mojados, caídas en bañeras y duchas y tropiezos con el mobiliario. Las consecuencias más frecuentes de estos accidentes son de carácter leve, con heridas, torceduras, golpes, esguinces, etc. por la caída o el movimiento brusco a que da lugar, pero también pueden ser graves con fracturas de huesos.
Las caídas a distinto nivel se pueden producir cuando se emplean escaleras de mano para acceder a la limpieza de lámparas, estanterías, techos, etc., o cuando se sube o baja por escaleras fijas o de servicio. El riesgo es mayor si las escaleras están mojadas o resbaladizas.
·Cortes, pinchazos y golpes.
En las cocinas de los hoteles se emplea gran diversidad de utensilios y máquinas peligrosas (tijeras, cuchillos, trituradoras, batidoras) cuyo uso y limpieza suponen un riesgo de corte. La utilización de los útiles de limpieza como máquinas de encerar, carros, escobas o fregonas puede ocasionar un riesgo de golpes o cortes por un uso incorrecto o por encontrarse deteriorados. También las puertas trasparentes o de vaivén pueden originar golpes. Particular importancia tiene el riesgo de cortarse con cristales, maquinillas de afeitar usadas u otros desechos. Las consecuencias pueden ser leves, como contusiones o rozaduras, pero también graves como cortes, desgarros, pinchazos o heridas por la manipulación de objetos cortantes.
·Riesgo biológico
En sus labores de limpieza, las camareras de piso pueden estar expuestas al contacto con residuos de origen biológico, tales como compresas, pañales, jeringuillas y otros materiales contaminados susceptibles de provocar alergias, sensibilización y enfermedades como tétanos o SIDA.
La fuente de las mismas es la manipulación de cargas, las posturas inadecuadas y los movimientos repetitivos.
El trabajo del personal de limpieza conlleva esfuerzos tales como levantar o movilizar pesos. Los materiales (útiles o máquinas de limpieza, bolsas de basura, cubos, etc.) pueden ser pesados o tener un volumen que dificulte su manipulación. Esto puede provocar posturas incorrectas durante el levantamiento o transporte. También la movilización del carro de limpieza puede originar sobreesfuerzos, e incluso el uso de escobas o fregonas a causa de la flexión o la extensión del cuerpo puede ser origen de lesión. Los brazos y, sobre todo, las manos realizan movimientos repetidos que pueden ocasionar fatiga y lesiones osteo-musculares.
Las operaciones más problemáticas son las que requieren inclinarse y agacharse para limpiar, fregar los cuartos de baño, cambiar la ropa de cama, aspirar alfombras y moquetas, limpiar el polvo de paredes y mobiliario y empujar los carros de limpieza de una habitación a otra. El transporte de los útiles y productos de limpieza se hace en carros que, a veces, se sobrecargan, dificultando la visión de la empleada. El mantenimiento inadecuado de dicho carro, especialmente si además está sobrecargado, obliga a la trabajadora a un esfuerzo adicional, además de afrontar el riesgo de vuelco.
Las consecuencias más habituales son las sobrecargas bruscas en zonas de la columna vertebral. Las dolencias más comunes son las lumbalgias, dorsalgias y las hernias discales. Asimismo, la exposición prolongada a situaciones que exigen la adopción de posturas incorrectas, levantamiento y trasporte de cubos, carros, la manipulación de fregonas, escobas, etc., puede dar lugar a lesiones. Leves al principio, dichas lesiones suelen evolucionar hacia la cronificación, adquiriendo un carácter grave e invalidante.
Las lesiones musculo-esqueléticas incluyen una serie de alteraciones que se presentan en los músculos como mialgias, calambres, contracturas y rotura de fibras; en los tendones y ligamentos como tendinitis, sinovitis, tenosinovitis, roturas, esguinces y gangliones; en las articulaciones, las artrosis, artritis, hernias discales y bursitis, además de los atrapamientos y estiramientos de los nervios y los trastornos vasculares, y trastornos degenerativos de la columna. Las lesiones musculo-esqueléticas son de carácter crónico, por lo que se desarrollan durante largos períodos de malestar y dolor. De ahí la dificultad para su identificación y relación con los factores laborales causantes.
El estrés se considera como un factor de desarrollo de lesiones musculo-esqueléticas al producir una limitación en la capacidad del organismo para reparar los tejidos dañados, y porque las reacciones y comportamientos en situaciones de estrés provocan un excesivo esfuerzo del trabajador por actuar rápido y bajo tensión, incrementando la sensibilidad psicológica y física al dolor.
La precariedad de las camareras de piso lleva implícita la inestabilidad en el empleo. Junto a los contratos fijos y fijos discontinuos, cada vez cobra más fuerza el contrato eventual y/o a tiempo parcial. Así, las trabajadoras carecen de una mínima seguridad en su puesto de trabajo, lo que dificulta otras áreas de sus vidas privadas. La situación de dependencia las obliga a aceptar las condiciones que les imponen las empresas en cuanto a la organización del trabajo y su cuantía.
Otro fenómeno que propicia la situación de precariedad insalvable de las camareras de piso es la contratación a través de Empresas de Servicios, que son subcontratadas por hoteles. En la práctica, ello supone el despido total o parcial de la plantilla propia del hotel y la sustitución por trabajadoras de contrata. Esta práctica implica, entre otras consecuencias, que las camareras de piso puedan sufrir una rebaja en su categoría profesional, o que haciendo el mismo trabajo su retribución salarial se vea reducida en varios ciento de euros al mes, algo especialmente grave con sueldos que son escasos. Ello también supone la merma de fuerza sindical de las trabajadoras. Pese a la oposición sindical, las externalizaciones suelen llevarse a cabo, hecho que ya ha fue denunciado por CCOO y UGT ante la Inspección del Trabajo, a finales de abril de 2015. Esto supondría la investigación de más de cincuenta empresas hoteleras por externalizar los servicios de limpieza de habitaciones en las Islas Baleares, Cataluña, Canarias y Valencia.
El trabajo de las camareras de piso en el sector de la hotelería nunca ha sido fácil. Aun así, en los últimos años se está desarrollando a una “ofensiva patronal” para reducir y ajustar costes y poder mantener unas determinadas expectativas de beneficio a costa de estas trabajadoras. El miedo al desempleo es el caldo de cultivo ideal para las vueltas de tuerca que aplican las empresas hoteleras españolas.
Entre los perfiles profesionales del sector hotelero, las camareras de piso desarrollan funciones tales como:
-Limpieza y mantenimiento de las habitaciones, los baños y los pasillos, así como de los espacios de uso común, salas de reuniones, etc.
-Preparación, recogida y transporte de materiales y productos necesarios para la limpieza y mantenimiento de habitaciones y áreas públicas e internas.
-Atención directa de los clientes, según el área funcional.
-Realización de labores propias de lencería y lavandería
Carga laboral / deterioro de la salud
Una forma de precarización que han sufrido las camareras de piso ha sido la propia organización del trabajo y el incremento desmesurado en su carga laboral. Ello se traduce en un aumento del número de habitaciones que tienen que arreglar diariamente. El trabajo se hace con un ritmo muy intenso para poder entregar las habitaciones libres a los nuevos huéspedes, o aprovechar el tiempo que los clientes salen de la habitación.
Es habitual que las trabajadoras tengan asignadas un determinado número de habitaciones y que las tengan que hacer obligatoriamente durante las horas por las que están contratadas. Ello supone que, caso de no terminarlas en el tiempo estipulado, las trabajadoras deben prolongar su jornada hasta acabar el trabajo, regalando sistemáticamente horas a la empresa.
La consecuencia más inmediata es que la salud de estas trabajadoras se ve cada vez más deteriorada. Además del cansancio y dolor crónicos, la actividad va añadiendo dolencias, como problemas de cervicales, lumbares, hombros, túnel carpiano, rodillas, que suponen una merma de la salud y la calidad de vida (laboral y extra-laboral).
Muchas camareras de piso tienen que pasar por operaciones quirúrgicas y, por norma, la mayoría debe medicarse de por vida para poder combatir el dolor mientras siguen trabajando. Simultáneamente, los ritmos de trabajo, la sobrecarga física y situaciones de estrés y desamparo conducen a cuadros de ansiedad, depresión, insomnio, etc., con dependencia de tratamientos medicamentosos paliativos.
Cóctel de riesgos
No vamos a sintetizar todos los riesgos, obviando, por ejemplo, la mayoría de los relativos a las propias instalaciones donde trabajan las camareras de hotel. Entre los más significativos, encontramos:
·Riesgo químico
Los productos químicos utilizados para la limpieza de lavabos, bañeras, retretes, suelos y espejos contienen un alto grado de acidez y alcalinidad. Algunos de estos productos ocasionan dermatitis, problemas respiratorios y otras afecciones que pueden ir desde una simple irritación a quemaduras profundas. Los productos que contienen amoniaco, detergentes y disolventes, son irritantes para la piel, los ojos y las fosas nasales y la garganta. Los productos que contengan disolventes pueden afectar a las funciones renal y reproductiva. También los productos empleados como desinfectantes pueden producir irritación.
No podemos olvidar el uso frecuente de disolventes (tolueno, xileno, esencia de trementina) que, en contacto con la piel, atacan la capa grasa y la resecan. Además de ejercer una acción irritante.
·Caídas, resbalones, tropezones
El riesgo de caída puede provenir de la existencia de suelos resbaladizos por el encerado o fregado reciente, productos o agua derramados o irregularidades como grietas, moquetas con roturas o alfombras levantadas, etc. En particular, los frecuentes y rápidos desplazamientos del personal de limpieza propician los resbalones en suelos mojados, caídas en bañeras y duchas y tropiezos con el mobiliario. Las consecuencias más frecuentes de estos accidentes son de carácter leve, con heridas, torceduras, golpes, esguinces, etc. por la caída o el movimiento brusco a que da lugar, pero también pueden ser graves con fracturas de huesos.
Las caídas a distinto nivel se pueden producir cuando se emplean escaleras de mano para acceder a la limpieza de lámparas, estanterías, techos, etc., o cuando se sube o baja por escaleras fijas o de servicio. El riesgo es mayor si las escaleras están mojadas o resbaladizas.
·Cortes, pinchazos y golpes.
En las cocinas de los hoteles se emplea gran diversidad de utensilios y máquinas peligrosas (tijeras, cuchillos, trituradoras, batidoras) cuyo uso y limpieza suponen un riesgo de corte. La utilización de los útiles de limpieza como máquinas de encerar, carros, escobas o fregonas puede ocasionar un riesgo de golpes o cortes por un uso incorrecto o por encontrarse deteriorados. También las puertas trasparentes o de vaivén pueden originar golpes. Particular importancia tiene el riesgo de cortarse con cristales, maquinillas de afeitar usadas u otros desechos. Las consecuencias pueden ser leves, como contusiones o rozaduras, pero también graves como cortes, desgarros, pinchazos o heridas por la manipulación de objetos cortantes.
·Riesgo biológico
En sus labores de limpieza, las camareras de piso pueden estar expuestas al contacto con residuos de origen biológico, tales como compresas, pañales, jeringuillas y otros materiales contaminados susceptibles de provocar alergias, sensibilización y enfermedades como tétanos o SIDA.
Lesiones musculo-esqueléticas
La fuente de las mismas es la manipulación de cargas, las posturas inadecuadas y los movimientos repetitivos.
El trabajo del personal de limpieza conlleva esfuerzos tales como levantar o movilizar pesos. Los materiales (útiles o máquinas de limpieza, bolsas de basura, cubos, etc.) pueden ser pesados o tener un volumen que dificulte su manipulación. Esto puede provocar posturas incorrectas durante el levantamiento o transporte. También la movilización del carro de limpieza puede originar sobreesfuerzos, e incluso el uso de escobas o fregonas a causa de la flexión o la extensión del cuerpo puede ser origen de lesión. Los brazos y, sobre todo, las manos realizan movimientos repetidos que pueden ocasionar fatiga y lesiones osteo-musculares.
Las operaciones más problemáticas son las que requieren inclinarse y agacharse para limpiar, fregar los cuartos de baño, cambiar la ropa de cama, aspirar alfombras y moquetas, limpiar el polvo de paredes y mobiliario y empujar los carros de limpieza de una habitación a otra. El transporte de los útiles y productos de limpieza se hace en carros que, a veces, se sobrecargan, dificultando la visión de la empleada. El mantenimiento inadecuado de dicho carro, especialmente si además está sobrecargado, obliga a la trabajadora a un esfuerzo adicional, además de afrontar el riesgo de vuelco.
Las consecuencias más habituales son las sobrecargas bruscas en zonas de la columna vertebral. Las dolencias más comunes son las lumbalgias, dorsalgias y las hernias discales. Asimismo, la exposición prolongada a situaciones que exigen la adopción de posturas incorrectas, levantamiento y trasporte de cubos, carros, la manipulación de fregonas, escobas, etc., puede dar lugar a lesiones. Leves al principio, dichas lesiones suelen evolucionar hacia la cronificación, adquiriendo un carácter grave e invalidante.
Las lesiones musculo-esqueléticas incluyen una serie de alteraciones que se presentan en los músculos como mialgias, calambres, contracturas y rotura de fibras; en los tendones y ligamentos como tendinitis, sinovitis, tenosinovitis, roturas, esguinces y gangliones; en las articulaciones, las artrosis, artritis, hernias discales y bursitis, además de los atrapamientos y estiramientos de los nervios y los trastornos vasculares, y trastornos degenerativos de la columna. Las lesiones musculo-esqueléticas son de carácter crónico, por lo que se desarrollan durante largos períodos de malestar y dolor. De ahí la dificultad para su identificación y relación con los factores laborales causantes.
El estrés se considera como un factor de desarrollo de lesiones musculo-esqueléticas al producir una limitación en la capacidad del organismo para reparar los tejidos dañados, y porque las reacciones y comportamientos en situaciones de estrés provocan un excesivo esfuerzo del trabajador por actuar rápido y bajo tensión, incrementando la sensibilidad psicológica y física al dolor.
Abuso contractual
La precariedad de las camareras de piso lleva implícita la inestabilidad en el empleo. Junto a los contratos fijos y fijos discontinuos, cada vez cobra más fuerza el contrato eventual y/o a tiempo parcial. Así, las trabajadoras carecen de una mínima seguridad en su puesto de trabajo, lo que dificulta otras áreas de sus vidas privadas. La situación de dependencia las obliga a aceptar las condiciones que les imponen las empresas en cuanto a la organización del trabajo y su cuantía.
Otro fenómeno que propicia la situación de precariedad insalvable de las camareras de piso es la contratación a través de Empresas de Servicios, que son subcontratadas por hoteles. En la práctica, ello supone el despido total o parcial de la plantilla propia del hotel y la sustitución por trabajadoras de contrata. Esta práctica implica, entre otras consecuencias, que las camareras de piso puedan sufrir una rebaja en su categoría profesional, o que haciendo el mismo trabajo su retribución salarial se vea reducida en varios ciento de euros al mes, algo especialmente grave con sueldos que son escasos. Ello también supone la merma de fuerza sindical de las trabajadoras. Pese a la oposición sindical, las externalizaciones suelen llevarse a cabo, hecho que ya ha fue denunciado por CCOO y UGT ante la Inspección del Trabajo, a finales de abril de 2015. Esto supondría la investigación de más de cincuenta empresas hoteleras por externalizar los servicios de limpieza de habitaciones en las Islas Baleares, Cataluña, Canarias y Valencia.
Víctimas propiciatorias
El de las camareras de piso es uno de los colectivos que con mayor crudeza está pagando los platos rotos de la crisis económica, los ajustes empresariales y la maximización de los beneficios de explotación (palabra que puede tomarse en su doble acepción de explotación comercial y laboral).
Las camareras de piso han sufrido un proceso de precarización en los últimos años, pese a ser uno de los sectores laborales más importantes para el funcionamiento de los hoteles, ya que representan del 20 al 25% de sus plantillas, siendo una mano de obra fundamental para la economía de un país como España, que tiene en el turismo una de sus principales industrias y fuentes de creación de riqueza.
El Grupo de Investigación sobre Desigualdades en Salud (GREDS-EMCONET) de la Universidad Pompeu Fabra, dirigido por Joan Benach, advierte que “la precariedad implica efectivamente temporalidad en la contratación, con la inseguridad e inestabilidad que esto genera, pero también exclusión en el acceso a prestaciones sociales, salarios bajos que dificultan vivir en condiciones dignas (según se considere en cada lugar), ausencia de poder en las relaciones laborales y, por tanto, una pérdida de derechos laborales básicos, y niveles muy bajos de control en las formas de organizar el trabajo. La precariedad significa en definitiva un aumento de las condiciones de explotación y vulnerabilidad que sufren las clases trabajadoras”.
Dicho con otras palabras, las camareras de piso hacen viable la industria nacional del turismo a cambio de un salario cicatero y gran penalidad laboral.
