Cerdá repite como Great Place to Work

Este logro tiene un valor especial. No solo porque se trata de uno de los certificados más prestigiosos en materia de clima laboral, sino porque es el resultado directo de las valoraciones de su propio equipo. Un equipo que ha expresado sentirse cuidado, valorado, motivado y en igualdad de condiciones. Y eso, en un momento donde la cultura de empresa marca la diferencia, dice mucho.
En Cerdá, el enfoque en las personas no es una moda. Es una filosofía real que se respira y se plasma cada día en todas sus prácticas y políticas de empresa. Una manera de hacer las cosas que se ha consolidado con los años y que hoy forma parte de su identidad más profunda. Porque aquí, el bienestar no es un extra, es un pilar.

Recibir este reconocimiento por segunda vez consecutiva es motivo de orgullo, sin duda. Pero también es un reflejo de una cultura coherente, sólida, construida con honestidad y constancia. Una cultura que no se finge, no se improvisa y no depende de modas pasajeras. Se vive y se construye entre todos, día a día.
Desde hace más de 53 años, Cerdá ha evolucionado sin perder de vista lo más importante: su gente. La compañía ha crecido con la idea de poner a las personas en el centro, y eso se traduce en acciones muy concretas. Flexibilidad horaria, teletrabajo, políticas de conciliación adaptadas a las diferentes etapas de la vida, programas de formación, desarrollo profesional personalizado, liderazgo cercano y comunicación transparente. En definitiva, un plan bien establecido que apuesta por el bienestar físico y emocional de sus personas.
Pero, además, hay algo que no siempre aparece en las políticas o los manuales: el ambiente. En Cerdá se valora el talento, sí, pero también la actitud. Se fomenta el compañerismo, la cercanía y la escucha. Se celebra el esfuerzo, se reconocen los logros y se cuida que cada persona sienta que forma parte de algo más grande, algo con propósito.

La empresa no busca simplemente que su equipo esté satisfecho. Apuesta por que se sienta parte, que crezca, que proponga, que se equivoque sin miedo y que vuelva a intentarlo con más fuerza. Porque saben que cuando las personas están bien, el trabajo fluye, la creatividad se potencia y los vínculos se fortalecen. Y eso se nota dentro y fuera.
Este reconocimiento también refuerza el posicionamiento de Cerdá como marca empleadora. En un mercado laboral cada vez más exigente y competitivo, ser reconocida como un gran lugar para trabajar envía un mensaje claro: aquí se apuesta por las personas de verdad. No es una fachada, ni un eslogan, ni falsas promesas para atraer talento. Es una realidad que se vive cada día.
Y esa coherencia interna tiene un impacto directo en la manera en la que Cerdá se relaciona con su entorno. Los clientes, partners y colaboradores perciben esa energía, esa profesionalidad y esa autenticidad. La confianza que se genera dentro del equipo se traslada a los vínculos externos, construyendo relaciones sólidas, honestas y duraderas.
La diferencia de esta compañía no está solo en lo que ofrece, sino en cómo lo ofrece. No hay discursos vacíos ni frases prefabricadas. Hay compromiso real. Hay personas que opinan, que suman y que crecen juntas. Y un liderazgo que acompaña desde la cercanía, con humildad, sin jerarquías innecesarias y con las ideas muy claras.

La conciliación no se considera un privilegio, sino una necesidad básica. En Cerdá, cada persona cuenta con las mismas oportunidades para crecer, desarrollarse y compaginar su vida profesional y personal, independientemente de su género, origen o situación vital. La empresa entiende que no hay una única manera de vivir ni de trabajar, y por eso apuesta por la flexibilidad, la confianza y el respeto a la diversidad. Porque trabajar no debería ser incompatible con vivir, ni con ser uno mismo.
Recibir el sello Great Place to Work por segunda vez no es una meta. Es una etapa más de un camino que no deja de evolucionar. Un impulso que reafirma lo que ya sabían: que están en el camino correcto, pero que aún queda mucho por hacer. Y eso es lo más bonito de todo.
Para Cerdá, este reconocimiento es un empujón para seguir escuchando, mejorando y adaptándose, siempre con las personas como motor. Porque cuando una empresa se construye desde la verdad, el respeto y el propósito, los resultados llegan. Y este premio es, simplemente, una consecuencia natural de hacer las cosas bien.
