El Centro Niemeyer abre la puerta de Avilés al mundo
9 de septiembre de 2011
Oscar Niemeyer, arquitecto nacido en Río de Janeiro (Brasil) en 1907, recibió en 1989 el Premio Príncipe de Asturias de las Artes. En 2006, cuando los galardones celebraban su primer cuarto de siglo de existencia, la Fundación Príncipe de Asturias contactó con todos los premiados para que, de alguna manera, se sumaran a los actos del 25 aniversario. “Yo soy arquitecto y, por tanto, lo que sé hacer son diseños de edificios, y eso es lo que voy a hacer, diseñar un edificio”. Y así, sobre un papel en blanco, comenzó a trazar curvas para ofrecer el mejor de los regalos posibles. Aquellos primeros trazos, realizados con un grueso rotulador negro, se han convertido en su única obra en España, que Niemeyer califica como su “obra más importante y querida en el exterior de Brasil”.
Inaugurado definitivamente el 25 de marzo de 2011, la primera piedra fue colocada en abril de 2008, y desde ese momento el Centro Niemeyer ya comenzó a poner en práctica su filosofía con diferentes actividades culturales de repercusión mundial. Desde 2007 el Centro Niemeyer viene programando actividades culturales en diversas sedes, principalmente en Avilés, pero también ha presentado eventos en Brasilia, Shangai, Cannes, Madrid, Barcelona y Oviedo. Personalidades destacadas del cine, la música, la literatura y la ciencia como Woody Allen, Kevin Spacey, Brad Pitt, Wim Wenders, Carlos Saura, Paulo Coelho, el premio Nobel, Wole Soyinka, Vinton Cerf, Paco de Lucía, Yo-Yo Ma, Joan Manuel Serrat o Fernando Arrabal han prestado ya su colaboración en este proyecto. La Fundación Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer Principado de Asturias, constituida en 2006, está gobernada por un Patronato del que forman parte administraciones públicas, personalidades, representantes de la sociedad civil y sociedades y empresas.
La nueva imagen de Avilés
Ubicado en la ría de Avilés, el Centro Niemeyer transforma lo que fue una zona industrial y contaminada en un espacio para la excelencia y la creatividad. Se ha convertido ya en un símbolo de la Asturias moderna y pujante del futuro; una tierra que sin perder sus raíces industriales, apuesta por la sostenibilidad, la tecnología, la educación y la cultura como motores del desarrollo. El Centro es el corazón de lo que un día será la Isla de la Innovación, uno de los planes más ambiciosos de recuperación de una ciudad planteados en España y que ha sido otorgado, en concurso internacional, al equipo liderado por Norman Foster. La Isla de la Innovación se ha comparado al reto de Barcelona ante los Juegos Olímpicos del 92 y a la transformación de la ría de Bilbao. La localidad asturiana de Avilés lleva años pendiente de la evolución de este proyecto, impulsado por el gobierno central y el autonómico. Más allá del interés cultural que pueda despertar en parte de la población, la principal razón es que se espera que sirva de punto de partida para la regeneración económica y urbanística de la región. Con una previsión de trece intervenciones en total, las obras están sufriendo ajustes por la coyuntura de crisis económica, pero sus promotores aseguran que esto no hará menguar la magnitud del complejo. Además del centro cultural, el nuevo escenario está previsto que cuente con un puerto deportivo con capacidad para recibir cruceros y un palacio dedicado a los emigrantes asturianos, entre otras instalaciones. Los cambios parece que van llegando, aunque poco a poco. El próximo año, FEVE inicia las obras de rehabilitación del apeadero de la ciudad y construirá una nueva boca de tren conectada con el paseo de la ría, para que los viajeros puedan acceder al centro cultural a través del puente de San Sebastián. La compañía de ferrocarril de vía estrecha busca ligar con un mejor servicio el Niemeyer y el Guggenheim de Bilbao, y planea incluir Avilés en las rutas del Transcantábrico, el Trancantábrico Gran Lujo y el Expreso de la Robla.
Cinco espacios en uno
El complejo cultural consta de cinco piezas independientes y a la vez complementarias: el auditorio, la cúpula, la torre, el edificio polivalente y la plaza abierta.
El auditorio es el edificio más alto del Centro Niemeyer, 26 metros, y el que más dificultad supuso a la hora de ser construido por la complicación de sus formas. Es un auditorio ‘marca Niemeyer’. Tiene 961 butacas y posee una característica muy propia de Niemeyer: no hay palcos, solo una platea única, la ‘grada democrática’. El hall del auditorio se habilita también como sala de exposiciones, y además, debajo del espacio escénico existe una sala de cámara o estudio teatro que permite programar espectáculos para aforos más reducidos. Otra de las características de este auditorio es la ‘gran ventana’, el portón del escenario. Es el elemento más singular del edificio. Este portón que parece cerrar el edificio no hace más que darle la posibilidad de abrirse a la Plaza y de trasladar, con la ampliación del escenario hacia afuera, el espectáculo al aire libre y poder llevarlo hasta miles de personas. Es el escenario de las grandes citas: los conciertos, los encuentros y las reuniones culturales de nivel internacional.
La cúpula encierra un espacio expositivo diáfano de 2.000 metros cuadrados. Se trata de una semiesfera ejecutada en hormigón proyectado, en cuyo interior destaca una lámpara diseñada por el propio arquitecto, así como una imponente escalera helicoidal de gran valor plástico. ‘La Luz’, la exposición inaugural creada por Carlos Saura para el Centro Niemeyer, dibuja y divulga todos los planos de este elemento. Carlos Saura es uno de los más laureados y prestigiosos directores de la cinematografía española, reconocido por todos los grandes festivales del mundo. Ganador del Oso de Oro en Berlín, Premio del Jurado en Cannes y nominado en dos ocasiones a los premios Oscar, es sin duda es uno de los artistas españoles más destacados unánimemente reconocidos en el panorama internacional.
La torre-mirador sobra la ría y la ciudad, de 20 metros de altura, es el mirador del Centro y el espacio gastronómico. Es el lugar clave para comprobar y apreciar cómo la obra se asienta sobre la ría y abre la zona antigua de Avilés. Su tamaño respeta la perspectiva del conjunto y reafirma la maestría de Niemeyer en el control de las escalas. El objetivo fundamental es presentar la gastronomía como una forma más de cultura igual que el cine, la literatura o la pintura. En su interior, el visitante encontrará una coctelería y una cocina donde poder degustar y presenciar la preparación de menús diseñados por chefs invitados.
El edificio polivalente acoge el cine, la única sala permanente de Asturias para la exhibición de cine en versión original. Con capacidad para cien personas, su programación está conectada con el resto de la actividad del Centro Niemeyer, pero cuenta también con su propia oferta. El mítico director neoyorkino, Woody Allen, es el presidente de honor del Cine y asesora en materia de contenidos. Este edificio integra, además, salas de ensayo, reuniones y conferencias, así como la cafetería, la tienda, la ludoteca y el área de recepción de visitantes.
La plaza abierta es un gran vacío repleto de contenido. En la plaza se programará actividad cultural y lúdica de forma continua, y será el nexo de unión entre el Centro y la ciudad. Oscar Niemeyer planteó este lugar con vocación de apertura social: “Una gran plaza abierta a todos los hombres y mujeres del mundo, un gran palco de teatro sobre la ría y la ciudad vieja de Avilés”.