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De símbolo azteca a emblema global de la Navidad

La flor de Pascua: historia, tradición y secretos de la planta que ilumina el invierno

Redacción Interempresas19/11/2025

Cada diciembre, millones de hogares en todo el mundo se llenan de color gracias a la flor de Pascua, también conocida como poinsettia o Euphorbia pulcherrima. Sus brácteas rojas, rosadas o crema se han convertido en sinónimo de espíritu navideño. Pero detrás de su belleza se esconde una historia que une culturas, siglos de evolución y una tradición que sigue creciendo. Desde sus raíces aztecas hasta su expansión en América y Europa, los expertos de Stars for Europe (SfE), dentro de la campaña ‘Stars Unite a Europe in Bloom’ financiada por la Unión Europea, repasan su recorrido histórico y ofrecen consejos prácticos para cuidarla y mantenerla espléndida durante toda la temporada.

Para elegir una poinsettia saludable, es importante fijarse en el follaje denso y las pequeñas flores en el centro de las brácteas...
Para elegir una poinsettia saludable, es importante fijarse en el follaje denso y las pequeñas flores en el centro de las brácteas.

Mucho antes de ocupar el centro de las mesas o los escaparates navideños, la poinsettia fue una planta sagrada en la cultura azteca. En los siglos XIV y XV, los mexicas la conocían como cuitlaxochitl, que significa ‘flor de cuero’, y la cultivaban en grandes arbustos que podían alcanzar hasta cuatro metros de altura. Sus brácteas de color rojo intenso —que muchos confunden con pétalos— simbolizaban la pureza, la vida y la renovación.

El emperador Moctezuma la consideraba su flor favorita y ordenó plantarla en los jardines reales. Además de su valor simbólico y ornamental, los aztecas la utilizaban con fines prácticos: de sus hojas obtenían tintes naturales y de su savia, remedios medicinales para tratar fiebres y dolencias leves. Así, la flor de Pascua representaba un equilibrio entre belleza, salud y espiritualidad.

De México al mundo: la fascinación europea

La historia de la poinsettia cambió con la llegada de los conquistadores españoles a Centroamérica a comienzos del siglo XVI. Fascinados por la planta, los cronistas y naturalistas la documentaron por primera vez para Europa. El médico Francisco Hernández de Toledo, enviado por Felipe II, fue el primero en describirla detalladamente en su obra sobre los recursos naturales de la Nueva España.

Con el paso de los siglos, su fama se extendió gracias a los viajes científicos. El explorador Alexander von Humboldt la estudió y contribuyó a difundir su conocimiento en el continente europeo. Su denominación científica, Euphorbia pulcherrima —‘la más bella de las euforbias’—, refleja la admiración que despertaba entre los botánicos.

El embajador que le dio nombre

El siguiente gran capítulo de la flor de Pascua se escribió en el siglo XIX, cuando Joel Robert Poinsett, primer embajador de Estados Unidos en México, descubrió la planta durante su estancia en el país. Impresionado por su color y forma, decidió enviar algunos ejemplares a su tierra natal para compartirlos con jardines botánicos, científicos y amigos.

La difusión fue tan rápida que pronto se convirtió en una de las plantas más buscadas en los viveros norteamericanos. En honor a su descubridor, pasó a llamarse poinsettia. En 1851, tras la muerte de Poinsett, el Congreso de Estados Unidos estableció el 12 de diciembre como el Día de la Poinsettia, una fecha que desde 1852 se celebra con intercambios de plantas como símbolo de afecto, amistad y buenos deseos. Hoy esta tradición también se ha expandido por Europa, integrándose en las costumbres de Adviento y Navidad.

El impulso del marketing: la ‘Estrella de Navidad’

Aunque su popularidad crecía, la poinsettia alcanzó su verdadero auge en el siglo XX gracias a la visión empresarial del inmigrante alemán Albert Ecke y su familia. Instalados en California, los Ecke comprendieron que el rojo de la planta encajaba perfectamente con la estética navideña. Su hijo, Paul Ecke, fue quien consolidó la poinsettia como símbolo universal de la Navidad al rebautizarla como ‘Estrella de Navidad’ y lanzar campañas de promoción en revistas de decoración, hogar y estilo de vida.

Durante la década de 1950, viveristas estadounidenses y europeos lograron adaptar la planta a un formato doméstico, reduciendo su tamaño y haciéndola más resistente. Así, la flor de Pascua pasó de ser un arbusto exótico a un elemento cotidiano de la decoración invernal. Desde entonces, su presencia en hogares, escaparates y oficinas se multiplica cada año. Según datos de Stars for Europe, “es la planta de interior más vendida durante la campaña navideña en todo el mundo”.

La fascinación por la flor llegó a Europa gracias a los exploradores y naturalistas que documentaron su belleza y características...
La fascinación por la flor llegó a Europa gracias a los exploradores y naturalistas que documentaron su belleza y características.

Elegir bien: la clave del éxito

Aunque su belleza es innegable, no todas las poinsettias son iguales. Los expertos de SfE recomiendan observar con atención ciertos detalles antes de comprar una. “Una planta de calidad debe tener un follaje denso y saludable, con pequeñas flores en botón en el centro de las brácteas”, explican. También advierten sobre los ejemplares colocados en exteriores o en entradas de tiendas: el frío o las corrientes de aire pueden dañarlos, aunque los efectos no se vean de inmediato.

Cómo transportarla sin dañarla

A pesar de que florece en invierno, la flor de Pascua es originaria de climas tropicales y no tolera las bajas temperaturas. Las exposiciones por debajo de los 12 °C pueden resultar fatales. Por ello, los especialistas recomiendan envolverla bien durante el transporte y evitar que quede expuesta al aire libre o en vehículos fríos.

Una vez en casa, lo ideal es situarla en un lugar con abundante luz, pero sin sol directo, y con temperaturas constantes entre 15 y 22 °C. “Un alféizar soleado protegido del viento puede ser el lugar perfecto”, señalan desde SfE. Es importante mantenerla lejos de radiadores, estufas o chimeneas, ya que el exceso de calor seca las hojas con rapidez.

Cuidados esenciales para mantenerla viva

El riego es uno de los aspectos más delicados del cuidado de la poinsettia. Los expertos aconsejan dejar que la tierra se seque ligeramente entre riegos y eliminar el exceso de agua. Se puede regar desde arriba, desde el plato o por inmersión, dependiendo de la humedad del sustrato.

Durante la primavera, conviene podar y trasplantar la planta. A partir de septiembre, si se desea que vuelva a florecer en Navidad, debe permanecer entre 12 y 14 horas diarias en oscuridad completa durante seis a ocho semanas, lo que estimula la coloración de sus brácteas.

Otro factor poco conocido es la influencia del etileno, un gas natural que emiten frutas como manzanas, plátanos o tomates. Este compuesto acelera el marchitamiento de las brácteas, por lo que se recomienda mantener la planta alejada de los fruteros.

También como flor cortada

Además de su uso en macetas, las poinsettias pueden disfrutarse como flor cortada. Son económicas, elegantes y, con los cuidados adecuados, pueden durar hasta dos semanas. Para prolongar su frescura, los expertos sugieren sumergir los tallos recién cortados en agua caliente (unos 60 °C) durante unos segundos, luego en agua fría, y colocarlas en un jarrón con agua limpia.

La poinsettia también puede disfrutarse en jarrones, aportando color y elegancia durante varias semanas
La poinsettia también puede disfrutarse en jarrones, aportando color y elegancia durante varias semanas.

Una flor que une culturas y emociones

La historia de la poinsettia es un ejemplo de cómo una planta puede trascender fronteras y siglos para convertirse en símbolo universal de unión, esperanza y alegría. Desde su origen en los templos aztecas hasta su consolidación como ‘Estrella de Navidad’, esta flor ha acompañado celebraciones, rituales y tradiciones en todo el mundo.

“Regalar una flor de Pascua es mucho más que entregar una planta”, destacan los expertos de Stars for Europe. “Es compartir ilusión, buenos deseos y el deseo de mantener viva la luz del invierno”.

Así, cada diciembre, millones de personas vuelven a abrir sus hogares a la poinsettia, esa flor que, más allá de su color y su forma, encierra una historia de belleza, resistencia y conexión entre culturas que perdura, brillante, como una verdadera estrella de Navidad.

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