Presente y futuro de la arboricultura en el entorno urbano
Mariano Sánchez, presidente de la Asociación Española de Arboricultura; e Inmaculada Gascón, vicepresidenta de la Asociación Española de Arboricultura
22/09/2025Actualmente, en un país como España, y más aún, declarada la emergencia climática, la imagen del árbol que visualiza la ciudadanía, de forma generalizada, es como protector del sol, dando sombra cerca de la parada del autobús.
La ciencia de la arboricultura lleva un camino de conocimientos e investigación imparable. Hoy día hay arbolistas preparados para realizar planes directores, planes de gestión y diagnósticos certeros. El arbolista de cara al futuro debe reflexionar, volver la vista atrás, buscar el apoyo de otros profesionales y analizar cómo está reaccionando la sociedad frente al árbol.
La Asociación Española de Arboricultura (AEA) en colaboración con el European Arboricultural Council (EAC), que reúne a 27 asociaciones europeas de arboricultura, certifica a nivel europeo que los profesionales con las certificaciones de European Tree Worker y European Tree Technician están habilitados para realizar trabajos en y con el árbol, con unos conocimientos y experiencia más que destacables.
La profundización en el estudio del árbol permite al arbolista bien formado, entre otros a través de los cursos de la Asociación Española de Arboricultura (AEA), del Máster de Arboricultura y Gestión del Bosque Urbano de la Universidad Complutense, y otros centros formativos y universitarios conocer gracias a los síntomas que manifiesta el árbol, el funcionamiento y la situación del árbol, así como su riesgo. A esta evaluación visual se le puede sumar, en algunas ocasiones, la instrumental y conocer así, en parte la situación interna del tronco, de sus ramas y de sus raíces determinando si hay pudriciones, fisuras o alguna otra causa que posibilite un riesgo de fractura de rama o tronco, o riesgo de vuelco del ejemplar.
A pesar de todos estos conocimientos e instrumentación de la que se dispone, el organismo vivo que es el árbol, crece hasta su altura y porte genético y debiera formar un sistema radical que sujete la copa incluso cuando sufre las nuevas tormentas de vientos cada vez más racheados. Evolutivamente el árbol debe buscar el agua, si durante sus 90 o 140 años de vida le suministramos agua, será dependiente y no se adaptará ni producirá raíces profundas, de ahí que estar regando el árbol toda la vida, éste pueda volcar, como vemos muchos pinos en praderas.
De cara al futuro y, con el fin de minorar riesgos, debieran modificarse los pliegos de los ayuntamientos en el apartado ‘épocas de poda’. Que se sepa hasta el momento presente, ningún ser vivo precisa de la amputación de ninguno de sus miembros para sobrevivir, el árbol tampoco. La generalización indiscriminada de las podas ha generado riesgo a futuro. La poda, que es una técnica que los arbolistas conocen, solo se debe aplicar a aquellos árboles que manifiestan riesgos directos o indirectos, hablamos de ramas peligrosas, que entran en las casas, tapan semáforos o señales de tráfico, etc.
Normalmente, el anómalo fenómeno de la poda generalizada se corresponde con pliegos municipales obsoletos que todavía deben pensar en la poda de los manzanos o de los melocotoneros. En ocasiones atienden a intervenciones derivadas de equivocadas elecciones de especies arbóreas que no caben en las calles y que el gestor resuelve controlando su crecimiento como puede. Si nadie se imagina a Pau Gasol viviendo en una tienda de campaña, nadie debe imaginar un plátano de paseo a menos de 14 metros de una vivienda.
En las ciudades y de cara al futuro, ante una ya imparable bajada de la humedad ambiente y de la pluviometría, y una subida de temperatura entre 1,6°C y 2,4ªC para 2050 y 2100, todos acabaremos convencidos que el árbol grande es la pieza clave de supervivencia en las urbes.
¿A qué nos referimos con árbol grande?, Sencillamente, que, aunque se compre pequeño, se le debe dejar espacio para que se desarrolle en su plenitud y se haga grande. A nadie se le ocurre aparcar autobuses en un aparcamiento de bicicletas y sin embargo, debido a que los árboles son seres vivos que se compran pequeños pero que se hacen grandes, engañamos al árbol, plantándolo en alcorques de reducidas dimensiones, cada 4 ó 6 metros de distancia. La realidad es terca y el árbol querrá hacerse grande y solo la motosierra lo impedirá, el problema es que la motosierra provoca cortes que pueden terminar en pudriciones, cavidades y riesgo.
Tendiendo hacia la heterogeneidad, es de esperar que en un futuro se planten los árboles sabiendo el espacio que se les debe dejar, si en un principio pareciesen pocos, se alternarán grandes, medianos y pequeños, siendo que estos últimos, convivirán a la sombra de los mayores y no competirán por la luz contra aquéllos. Se trata de aplicar los conocimientos de botánica a la gestión del árbol urbano.
¿Por qué plantar árboles grandes, que se desplieguen, de gran desarrollo? Los beneficios de los árboles los dan las hojas, para ofrecer una sombra de más de 200 m2 podemos plantar un árbol y gestionarlo sin la motosierra o plantar 10 ejemplares iguales cada 4 m y controlarlos cortando ramas. El problema es sencillo, ¿Para qué invertir en 10 árboles si con uno ahorramos en materia prima, plantación, riego, poda de cara al futuro y se evitan riesgos más frecuentes de caída de ramas? En demasiadas ocasiones se resuelve de forma difícil lo que puede simplificarse y resultar sencillo, imitemos a la naturaleza y dejemos crecer los árboles.
Los árboles, además de dar sombra evitando que las calles, las aceras y las fachadas se calienten durante el día, consiguen bajar la temperatura, cosa que los toldos nunca serán capaces de hacer. Hay que recordar que ese frescor que se siente al salir del mar está producido por la evaporación del agua sobre la piel, el agua para pasar del estado líquido al gaseoso necesita energía y es ese calor que le suministra nuestro cuerpo, esa sensación de frescor es la que baja la temperatura. En el árbol el agua que evaporan las hojas pasa el mismo proceso y la energía la toma del ambiente, esa evaporación es la que baja la temperatura del ambiente. A mayor volumen de árbol y mayor número de hojas, más evaporación vertical y más frescor aportará.
Respecto a la contaminación ocurre algo similar al frescor, a más hojas, más contaminación queda retenida en las hojas del árbol y menos entra por la ventana.
Es nuestro deseo que en el futuro se aplique el conocimiento del crecimiento real de los árboles, mejor conservados, con solo poda de seguridad, disfrutando de nuestros árboles y de sus mayores beneficios con los mínimos inconvenientes.
De cara al futuro hay que explicar mejor al ciudadano que los múltiples beneficios que ofrecen los árboles compensan con creces los pocos inconvenientes que pueden ofrecer los árboles, máxime si se avanza en elegir adecuadamente las especies adaptadas al cambio global con mínimas disfunciones. El trabajo del arbolista consiste en planificar, gestionar y resolver.
Hay que pensar que la presencia del árbol en la ciudad es vida, salud y biodiversidad, son nuestros aliados, sin ir más lejos y de cara a un futuro no muy lejano, cuando los mosquitos que contagian enfermedades estén más asentados en la península, un pequeño mamífero, el murciélago, que usa como refugio los árboles y que además puede comer hasta 1300 mosquitos cada día, cobrará tal vez protagonismo.
Los árboles en la ciudad son seguros, especialmente si han sido elegidos adecuadamente, plantados correctamente y conservados con conocimiento, convivamos con ellos en armonía alejando las motosierras.


















