El jardín que despierta cuando cae la noche: arte, naturaleza y sensaciones bajo las estrellas
El estudio Fernando Pozuelo Unique Landscapes propone una nueva mirada al paisajismo: jardines que no terminan su vida al ponerse el sol, sino que comienzan otra. A través de iluminación estratégica, especies aromáticas y espacios pensados para el descanso y la contemplación, el jardín se convierte en un escenario sensorial donde la oscuridad revela una belleza inesperada.
Para Fernando Pozuelo, fundador del estudio y referente del paisajismo artístico en España, “cuando el sol se va, el jardín comienza otra historia que ‘ve la luz’ gracias al paisajismo nocturno”. Frente a la concepción tradicional de los espacios verdes como lugares de disfrute diurno, el diseñador invita a redescubrir el exterior cuando cae la noche, un momento en el que la naturaleza cambia su ritmo y el ser humano puede habitarla de forma más íntima y conectada.
Uno de los pilares de este enfoque es la iluminación estratégica y sostenible. No se trata de inundar de luz, sino de sugerir, guiar y resaltar. El uso de tecnología LED de bajo consumo, lámparas solares, balizas y luminarias ocultas permite modelar el espacio sin alterar la atmósfera natural ni perturbar la fauna. Pozuelo recomienda temperaturas de color cálidas para favorecer la percepción visual y respetar los biorritmos del entorno, revelando caminos, muros vegetales, espejos de agua o esculturas en un discreto juego de luces.
Los jardines nocturnos invitan a vivir el exterior de manera distinta: zonas chill out bajo pérgolas, rincones de lectura iluminados suavemente, espacios para cenas al aire libre o áreas de fuego para conversaciones íntimas. En climas templados, el confort térmico y la privacidad de la oscuridad se combinan con estufas o chimeneas exteriores, suelos radiantes, fuentes retroiluminadas y mobiliario confortable que prolongan la experiencia más allá del día.
La vegetación también cobra un protagonismo especial. Especies como el galán de noche, la dama de noche o la nicotiana intensifican su fragancia en la oscuridad, atrayendo insectos polinizadores crepusculares. Otras, como lirios de agua, hostas o helechos, muestran texturas singulares bajo la luz tenue. Plantas de hojas plateadas o flores blancas, como la gaura, la lavanda o el jazmín, favorecen la visibilidad natural sin grandes recursos lumínicos. Además, la fauna nocturna —erizos, murciélagos, aves y mariposas— encuentra refugio en estos entornos diseñados para coexistir con la biodiversidad.
El cielo se convierte en un componente esencial del diseño. La orientación de los espacios, el control de la contaminación lumínica y la creación de puntos de observación permiten contemplar la Vía Láctea o disfrutar de una luna llena. Pozuelo propone plataformas de observación, hamacas orientadas al norte o bancos astronómicos que integran el cosmos en la experiencia del jardín.
La sostenibilidad guía cada proyecto, con sistemas de bajo consumo, encendido automático por sensores y energía solar integrada en el mobiliario. Se priorizan materiales que conserven el calor nocturno y especies que no requieran riego durante la noche, evitando el desperdicio de recursos.
“Un jardín bien diseñado no se apaga con el sol. Simplemente cambia de ritmo”, concluye Fernando Pozuelo. Con esta filosofía, su estudio explora las posibilidades poéticas y funcionales de unos paisajes que, más que jardines, son experiencias para habitar en silencio bajo las estrellas.


















