Entrevista a Pedro Yagüe, presidente de la Asociación de Autores de Iluminación
La Asociación de Autores de Iluminación y Vídeoescena cumple 25 años de existencia, reivindicando una profesión que consigue hacer magia encima del escenario. Ya sea una obra teatral, una ópera o un espectáculo de circo, la luz es un actor más que crea emociones, a través de un lenguaje único. Pedro Yagüe, presidente de la AAI, destaca los avances tecnológicos y la importancia de la dirección artística, para potenciar el diseño de iluminación en artes escénicas.
La Asociación de Autores de Iluminación (AAI) celebra su 25º aniversario. ¿Cuál ha sido la evolución de la organización en estos años?
En el año 1998, un grupo de profesionales del diseño de iluminación y amantes del universo de la luz, propusieron crear la Asociación de Autores de Iluminación y Vídeoescena, como vía a un reconocimiento de la profesión que en aquellos años no existía, o no era del todo palpable, dentro del mundo de las artes escénicas. Y ya han pasado veinticinco años.
En estos años han pasado muchas cosas y en la evolución de la asociación han pasado altos y bajos, pero se ha intentado mantener un enfoque único: preservar nuestro entusiasmo, amor y respeto por un mundo, el de la luz, desconocido para la mayor parte de la población, pero que, con el paso del tiempo, está cada vez más presente en nuestro día a día. Esto ha hecho posible que, en la actualidad, exista una mayor y mejor comprensión de nuestro trabajo, el de las y los diseñadores de iluminación, tan necesario como intangible. La luz podría entenderse, así, como un código de comunicación en sí mismo, un lenguaje visual, ya universal, que visibiliza atmósferas y emociones sin ocupar espacio escénico. Un lenguaje que, a lo largo de los años, desde la fundación de la asociación, cuidamos y potenciamos en la medida de nuestras posibilidades.
El diseño de iluminación es una reivindicación de la asociación, para apostar por las buenas praxis en la profesión. ¿Qué opinión le merece?
No solo el diseño de iluminación, sino también la vídeoescena y cualquier tipo de manifestación de la luz en el mundo de las artes, son una máxima reivindicación de la asociación, de cara a apostar por un buen funcionamiento de la misma. Trabajamos para desarrollar actividades de formación y de ampliación de conocimiento de todos nosotros, como profesionales del sector, y de esta manera apostar por las buenas praxis dentro de nuestra profesión.
La AAI, con todos sus socios y patrocinadores apuesta por el reconocimiento de la luz, como un elemento artístico potencial, y trabajamos día a día para que esto sea posible.
En la asociación no solo se dignifica la profesión, sino que existe una auténtica relación de comunidad, apostando por la idea que ¿la unión hace la fuerza?
Sí, siempre hemos pensado que la asociación somos todos, todos los socios que la componen. Y que unidos podemos ser más fuertes, tener más potencial de cara a enfrentarnos a los diferentes retos que, dentro de la profesión, puedan surgir.
La Junta Directiva debe ser un elemento, un instrumento encauzador de ideas, sugerencias, proyectos, que los propios socios y empresas patrocinadoras nos puedan comunicar.
De esta manera, y siguiendo esta línea de trabajo, en estos últimos años, estamos intentando descentralizar la asociación, en el sentido de abrirla al mayor número de interesados por toda España. Estamos ampliado el número de socios en las diferentes provincias de España, tales como Barcelona, Valencia, Murcia, Málaga, Sevilla, Galicia, etc. Y planificando en todas ellas diferentes eventos para profundizar en el arte de la luz. Cuántos más integrantes en la asociación seamos, más unidos estaremos, y siempre pensando en lo positivo que podamos sacar, la divulgación de nuestro arte será más sencilla y el camino más fácil de hacer.
¿La iluminación se ha ganado un puesto de honor en las representaciones teatrales actuales?
Desde mi punto de vista, la iluminación es una disciplina artística fundamental en cualquier proyecto artístico dentro de las artes escénicas, ya sea teatro, ópera, zarzuela, danza, circo o música. La luz es una manifestación artística, capaz de comunicar sensaciones al público, desde cualquier vertiente artística y desde la asociación, como diseñadores, nuestra intención es compartir con el público la pasión por nuestro trabajo y hacerla llegar a todas aquellas personas que están interesadas en la magia de la luz. Es un lenguaje único, como decía anteriormente, que nos permite contar historias, siempre en consonancia con las diferentes disciplinas artísticas que confluyen en un proyecto artístico, tales como la escenografía, el vestuario, la música, etc. Y compartirlo con el público, que al final es para quien, en la mayor parte de los casos, nos dirigimos.
¿Cómo iluminar bien en un escenario? ¿Cómo transformar la luz en un actor invisible?
Cuando acometo el trabajo de iluminar no un escenario, sino un proyecto artístico, intento tener en cuenta dos puntos que creo son importantes a la hora de realizar un diseño. El primero sería el de entender la iluminación como la materia que hace visible los objetos, pero que también usaremos para ocultar y no dejar ver aquello que sucede en escena. Es la contraposición luz-oscuridad o luz-sombra, que es la cualidad más inmediata de la luz.
Y, en segundo lugar, la iluminación empleada para contar aquello que sucede en la escena, lo que el director o directora nos quieren transmitir con la narración o dramaturgia de la historia.
Y, a partir de aquí, el objetivo principal de dicho diseño será el de crear un concepto de iluminación que apoye la propuesta de dicha dirección artística, que es la encargada de marcar las pautas globales del proceso de creación. Si se da esta primera premisa, la iluminación estará en consonancia con las demás disciplinas que confluyen en una puesta en escena (escenografía, vestuario, sonido, video, música y utilería) y así logrará el resultado más óptimo.
Desde mi punto de vista, todo diseño debe obedecer a un criterio artístico. Debemos tener claro cuál es la idea que nosotros queremos trasladar con nuestro trabajo en cada momento. Nosotros debemos saber cuáles son las atmósferas que vamos a intentar generar y por qué, y cómo las vamos a trabajar.
Desde un punto de vista estrictamente técnico, para iluminar bien la escena es esencial considerar la dirección, intensidad y calidad de la luz. Utilizaremos diferentes fuentes de luz desde ángulos variados para ayudar a moldear y definir (crear volúmenes), los objetos en el escenario. Además, ajustar la intensidad de la luz, regularla, según las necesidades de cada escena, contribuye a definir las atmósferas adecuadas.
Para transformar la luz en un ‘actor invisible’, el objetivo es que la iluminación sirva para realzar la escena, lo que en ella sucede, sin llamar la atención directa sobre sí misma. Lograr una iluminación equilibrada y coherente, evitando elementos distractores, ayuda a que el espectador pueda seguir la historia que se le está contando sin distraerse por ninguna fuente de luz. La iluminación debe convertirse en un apoyo a la narrativa, a la dramaturgia, y realzar tanto a los actores como a aquellos elementos que por parte de la dirección artística se quieren destacar.
Como Lighting Designer, ¿las nuevas tecnologías han transformado el diseño lumínico en el escenario? ¿Qué particularidades tiene?
El diseño de iluminación está experimentando grandes avances, gracias a las nuevas tecnologías. Sobre todo, en lo referente a los sistemas LED de alta calidad y controles-software más sofisticados. A los diseñadores de iluminación y vídeoescena estos avances nos permite disponer de una gama más amplia de recursos para la creación de nuestros diseños. Y el avance es cada día mayor en todos los productos que las empresas nos ofrecen, lo que nos permite descubrir nuevas opciones en el diseño de nuestros trabajos.
La tecnología avanza, casi sin darte cuenta, y en muchas ocasiones, sobre todo en música en directo y musicales, permite hacer premontajes en 3D, que hace que el diseño, aparte de poder adelantarlo antes de ir al evento, cada día esté más perfeccionado y sofisticado.
En la actualidad, los diseñadores todavía tenemos que trabajar con luz convencional, halógena, combinada con la tecnología led, ya que esta, aunque cada día está más integrada en los diseños, no está presente en todos los espacios en los que desarrollamos nuestro trabajo. La transformación es un hecho, pero el proceso de transformación será largo. Un proceso tecnológico que para los diseñadores es muy palpable en estos últimos años, y que nos condiciona, diría que, de manera positiva, a la hora de la utilización del material con el que realizamos nuestros diseños de iluminación y videoescena.
En su libro ‘El proceso de creación en el diseño de iluminación’ defiende como actividad imprescindible la disposición de una metodología de trabajo. ¿A qué se refiere? ¿Existe un paradigma universal en artes escénicas o la creatividad de los diseñadores de iluminación hace magia sobre el escenario?
Sí, considero que detrás de cualquier diseño de iluminación de un proyecto hay un proceso de trabajo o metodología, como lo denomino en el capítulo del libro ‘La luz, melodía del arte escénico’. Cada iluminador afronta el trabajo de forma diferente, pero creo que sí existe un proceso de trabajo parecido entre todos nosotros. Un proceso que con sus diferencias entre cada uno de nosotros, tiene puntos en común.
Como escribo en el artículo del libro, partiendo de la premisa que la luz en el teatro, como en cualquier otra disciplina artística, es susceptible de convertirse en un elemento mágico, en ocasiones incontrolable, capaz de cambiar la forma de aquello que estamos viendo, debemos señalar la necesidad de utilizar una metodología en el trabajo a la hora de desarrollar un diseño de iluminación. Considero que detrás de esta magia de la que hablo, no se encuentra la casualidad, sino un proceso de trabajo, una metodología que considero imprescindible para la adecuada consecución de lo que perseguimos cuando realizamos un diseño de iluminación.
La metodología consistiría en una serie de técnicas que se aplican durante un proceso de trabajo de investigación y que, creo, nos ayuda a marcar el rumbo a seguir para alcanzar el resultado deseado. Algunas de ellas serían, por ejemplo, las reuniones con la dirección artística del proyecto y con los diferentes integrantes del equipo artístico, la asistencia a los ensayos, el conocimiento del espacio donde se vaya a estrenar e infraestructura técnica del mismo, el dibujo de los planos y realización, en algunos casos, de simulación en 3D, etc.
Imagen del proceso de producción de 'Médea' en el Teatro Real. Un diseño de Pedro Yagüe.
¿Cómo ha sido su experiencia al frente de la AAI y cuál será su compromiso hasta el final de su legislatura?
Mi experiencia en estos años está siendo magnífica. Es una gran responsabilidad estar al frente de la AAI, pero debo decir que, junto a mis compañeros de la Junta directiva, Carlos Torrijos, Olga García, Juanjo Beloqui y el gran trabajo que se hace desde la secretaría, por parte de Raquel Merino, todo es más sencillo.
El trabajo es costoso, por el tiempo que acarrea, y por los calendarios de trabajo que todos tenemos, que a veces nos impide dedicarle todo el tiempo que nos gustaría. Pero nuestra ilusión y pasión por el mundo de la luz, nos ayuda a organizarnos, de tal manera que intentamos seguir hacia delante de la mejor manera posible y proponiendo todo aquello que pensamos que a nuestros socios puede interesar.
El compromiso mío y de toda la Junta, y es el que ha sido desde que se fundó la asociación, es una máxima que se ha extendido durante todos estos años y que encabeza nuestros propósitos en la página web: la voluntad de aunar esfuerzos y obtener mayor reconocimiento profesional de la figura del Diseñador de iluminación y vídeoescena.
