Entrevista a Carlos Azañedo, pintor y arquitecto
Arquitecto y pintor… ¿Qué fue antes? ¿Por qué decides dedicarte plenamente a la pintura?
Para mí, arquitectura y pintura siempre han estado ligadas. Pinto desde que soy pequeño, siempre he tenido un papel y un lápiz en la mano. De hecho, mi abuela fue pintora. En aquellos tiempos, ella no se dedicaba profesionalmente, sino que era su hobbie. Aunque yo no la llegué a conocer, tengo mucha obra suya en casa, y creo que gracias a eso me viene esta vertiente más artística, siempre he estado muy vinculado a esa disciplina. A medida que fui creciendo, la pintura siempre me ha acompañado.
En cuanto a la arquitectura, es algo que me apetecía estudiar, siempre he tenido mucha inquietud por los edificios, la construcción, etc. Y además vi que en ella se vinculaban las dos cosas que me gustaban: la arquitectura en sí y el dibujo y la pintura. Puedo decir que gracias a esa formación pinto lo que pinto ahora, paisajes urbanos, ciudades, etc.
¿Cuál es el vínculo entre arquitectura y pintura? ¿Cómo repercute en tu obra tu formación de arquitecto?
En la arquitectura, para pensar, lo más intuitivo es el dibujo. La arquitectura ahora está muy digitalizada, se utilizan gran cantidad de programas, pero siempre partes de una base o de unas ideas las cuales se expresan de forma más rápida mediante un dibujo. En mis pinturas tengo muy interiorizada la parte arquitectónica, cómo se componen y cómo se estructuran las ciudades, la perspectiva y la proporción de los edificios, las escalas, etc. Mi obra, por tanto, es llevar al lienzo todo ese conocimiento que tengo almacenado, liberarlo.
Por este motivo mi obra es una visión muy personal de las ciudades, no son ciudades reales, sino que son ciudades que están en mi mente. Son mezcla de muchos tipos de ciudades y no es ninguna a la vez. Y eso es lo que quiero transmitir con mi obra: la fugacidad, el movimiento, lo efímero del mundo en el que vivimos, de estas grandes ciudades contemporáneas.
Mis cuadros se podrían resumir en la abstracción y la luz en movimiento. Cada vez tiendo más a esa abstracción, pero en toda la obra se puede observar mi formación como arquitecto, es algo que se intuye.
Pintas ciudades imaginaras, ¿por qué?
Se trata de una especio de collage mental en el que tengo gran cantidad impresiones. Soy una persona observadora y sensible a lo exterior, tengo una serie de inputs y lo que hago a la hora de pintar es expresarlo e intentar componerlo de alguna forma. Es como una composición a través del color, se componen sobre la marcha. Son ciudades imaginarias porque no pinto de fotos, no pinto ciudades como Nueva York o Shanghái, sino que pinto ese concepto de ciudad contemporánea, y eso es lo que mas me interesa, el concepto.
¿Tienes algún referente?
Tengo bastantes referencias porque estoy siempre atento a todo, imágenes, fotografías, películas, arquitectos, etc. Veo también muchas exposiciones de diferentes artistas. Pero, a quien más tengo siempre presente es a Sorolla. Es mi artista predilecto en el sentido de la pincelada, esa parte impresionista y de abstracción. Pero en realidad mis referencias son una mezcla de todo: arquitectura, películas, fotografías de otros artistas, colores, etc. Cojo ideas de todo lo que puedo.
¿Qué cuentan tus cuadros de ti?
Mis cuadros cuentan como soy yo. Al final es cierto eso que dicen que la obra de un artista es realmente el artista, es el reflejo de él mismo. En mi caso, pinto tal y como me sale de dentro. Por tanto, mi obra es el reflejo de mi forma de ser. Soy una persona inquieta y enérgica, y por eso mis cuadros son siempre en movimiento, tienen mucha energía, luz y fuerza. A la vez, dentro de la abstracción me preocupo por la técnica, por la pincelada precisa, y por ello creo que son cuadros que invitan a reflexionar.
Es una obra muy creativa, son de un estilo que no se ve normalmente, es una reflexión propia de las ciudades.
¿Qué representa la luz en tus obras? ¿Cómo la trabajas?
La luz es importante en todas las disciplinas, pero en la pintura es fundamental. Personalmente, el tema de la luz lo he ido evolucionando mucho, porque cada vez he ido perfeccionado la forma de introducir la luz en las obras. No se trata simplemente de colocar unas pinceladas blancas o dejar un fondo blanco, sino que tiene un trabajo de matices, de degradaciones de color y que tiene mucho que ver con la composición de los cuadros.
En mi obra la luz es un tema en sí. Ir introduciendo la luz a través de composiciones, colores, registros y pinceladas. Los edificios, la gente, la estructura del tejido urbano se reduce a la luz en movimiento, las fachadas son luz en movimiento, los coches, los reflejos, todo. Ahora mismo, mi obra se podría reducir a eso, al tema de la luz y la luz en movimiento. Es la abstracción a la que he llegado.
