“Un Lighting Designer puede iluminar un espacio, o un espectáculo. No debemos etiquetarnos entre nosotros y reconocer el concepto lumínico y la magia de la luz en su extensión”

Àfrica Sabé es una reconocida arquitecta y diseñadora de iluminación con una destacada trayectoria profesional. Se graduó en arquitectura, donde desarrolló una sólida base en diseño espacial y construcción, pero su pasión por la luz la llevó a especializarse en diseño de iluminación, un campo en el que ha brillado por su creatividad y dominio técnico. Su trabajo se caracteriza por una comprensión profunda de cómo la luz afecta a la percepción, al estado de ánimo y a la habitabilidad de los espacios, como nos explica en la siguiente entrevista.

La arquitecta y diseñadora de iluminación, Àfrica Sabé.

En mi vida en general, sin luz no podría ver. Así de trascendental. Y a nivel profesional, a partir la luz movemos la mirada, descubrimos los espacios y es desde donde realmente se deben iniciar todos los proyectos.

No estoy muy cómoda con las etiquetas o los títulos y siento que para responderte esta pregunta debo contextualizarte. Empecé a trabajar e investigar sobre la luz a raíz de un proyecto de interiorismo. En concreto, poco después de licenciarme una vecina me encargó la reforma de su tienda para la celebración del 30 aniversario, a la vez que se hacía un cambio generacional y una actualización del concepto. Durante el proceso, la propietaria del espacio le daba mucha importancia a la luz y yo no comprendía la insistencia, ya que era un local en esquina con muchas ventanas y mucha luz natural. Poco a poco entendí que no tenía suficiente conocimiento para resolver la necesidad lumínica e hice un curso de Dialux, pero allí constaté mi ignorancia, aprendí a utilizar un software, pero desconocía conceptos como que es una fotometría, por ejemplo. Ante la impotencia de asumir mi falta de conocimiento en la materia busqué ayuda y el fabricante me asistió para resolver el proyecto. Fue a partir de entonces cuando decidí cursar el máster de diseño de iluminación arquitectural, donde no solo aprendí a nivel técnico, sino sobre todo cómo funcionan mis ojos.
Yo nací con un estrabismo severo, lo que comúnmente se conoce como un ojo bizco. Esta condición me la detectaron en los primeros meses de vida y para que ambos ojos aprendieran a mirar desde muy temprana edad yo llevaba parche en un ojo, era una niña pirata. No miraba con los dos ojos de forma simultánea, sino con el derecho o el izquierdo, hasta que me operaron a los dos años. 
En el período de tiempo previo a la operación mi cerebro no aprendió a fusionar las imágenes, con lo que mi córtex visual no se configuró de forma típica. Yo no soy experta en el sistema nervioso, pero en mi caso he entendido que yo aprendí a leer los volúmenes después de la operación, a los 3 años volví a gatear para diferenciar los cambios de pavimento de los escalones y aprendí a leer la volumetría de los espacios que me rodeaban más tarde que mis compañeros de la escuela infantil. 
En cierta manera, la luz me ha enseñado a entender cómo funciona mi mirada, a reconciliarme con la 'niña patosa' incapaz de coger una pelota al vuelo y, a su vez, a analizar cómo comprendemos y medimos los espacios. A partir de ese aprendizaje entendí que con la luz se puede diseñar cualquier experiencia espacial.

Depende. Yo te diría que el usuario del espacio a iluminar es quien debe redactar esas normas. No hay una fórmula. La normativa te clasificará los espacios según el uso, pero no tanto por la actividad a desarrollar, sino por el tipo de usuario que va a realizar esa actividad, ¿qué ojos tiene ese usuario y cómo vamos a cuidar esa mirada? Esto es para mí lo más importante en el diseño de espacios y, además, reconciliar la luz con la oscuridad porque tendemos a iluminar o sobre iluminar en todo momento y en general la mayoría de los ojos humanos existe una gran capacidad de ver con muy poca luminosidad y no damos la oportunidad de explorar estas escenas.

¡Te diría que en todos! La sombra forma parte de la luz. No son conceptos contrarios, sino complementarios a mi entender. Que la oscuridad en un elemento negativo es cultural. Aquí podemos generar un debate muy necesario, pero en resumen: la oscuridad impide que controlemos nuestro entorno y esta pérdida de control o el no poder anticipar los riesgos o amenazas que puedan acecharnos es lo que nos genera inseguridad, no la oscuridad en sí. En un ambiente controlado y seguro podemos estar cómodas en la oscuridad, ya que te ofrece intimidad. Invito a todas a reconciliarse con la oscuridad y entender que la ausencia de luz al 100% es muy difícil de conseguir porque siempre estará la luna, el cielo estrellado o el destello de una vela... No existe una oscuridad realmente plena que podamos experimentar en el siglo XXI en el entorno en el que vivimos, pero entiendo y respeto que necesitamos trabajar los contrastes, sobre todo en los entornos urbanos para que los espacios que nos rodean sean amables.

Personalmente, considero que las normativas se redactan para sustituir el sentido común de los profesionales en todos los sentidos del diseño. Es como ponernos una serie de requisitos con los que poder validar la profesionalidad. Yo vengo del mundo de la arquitectura y hace 30 o 40 años no se cuestionaban las decisiones de diseño, ahora se necesita un agente externo que valide cada solución, ya que en los últimos años hemos perdido dos cosas muy importantes: el sentido común y la responsabilidad o coresponsabilidad. 
En general como sociedad, hemos perdido el respeto al entorno, al propio planeta, a los usuarios… así que alguien me tiene que obligar a tener estos valores que socialmente deberían ser intrínsecos. Las normativas en el sector de la iluminación proceden sobre todo de Europa. En muchas ocasiones ‘me peleo’ con las normas y cuestiono ¿cuál es el origen de esta normativa? ¿Qué es lo que busca? Y respondiendo estas preguntas busco plantear una casuística que se alinee con los valores del proyecto a la vez que cumpla la 'ley'. Muchas veces la normativa no tiene en cuenta los diferentes usuarios que van a formar parte de cada espacio, me gusta leer entre líneas y encontrar lo que no está escrito.

Y más en vivienda. Al final, yo no voy a vivir en tu casa. Tú me tienes que decir cómo quieres vivir. Si lo trasladamos al retail, hay una entidad que antepone los valores de marca, de branding y, a partir de ahí, tenemos que desgranar a las personas que van a formar parte de la experienci, ya que habrá trabajadores, clientes... Diferentes usuarios tendrán diferentes necesidades que tenemos que resolver en este espacio lumínicamente y funcionalmente.

Ejercicio 'Repensemos la luz del Jardín' dentro de la asignatura 'Laboratorio de Creación de Luz 2'  en tercer curso del Grado de Diseño de EINA. Fotos: Álvaro Valdecantos.

No se cuán importante es aún, estamos trabajando desde todo el sector para conseguir que, de la misma manera que un interiorista se va asesorar para realizar un cambio estructural, o para diseñar un sistema de climatización, debe asumir que necesita un complemento profesional con la iluminación. Nos queda mucho camino por andar. 
En inglés, el idioma diferencia entre 'Power y Light', pero en nuestro idioma no diferenciamos la electricidad de la luz. Cuando cayó el suministro eléctrico en todo el país la frase era: “estamos sin luz”; en Reino Unido habrían dicho “power is off”, pero seguimos con el sol bastantes horas y por lo tanto con luz. Cambiar este paradigma es lo que va a marcar la diferencia en nuestro sector y posicionar la iluminación como disciplina independizándola de la electricidad.

¿Sabrías decirme cuántos colores hay sobre una pared blanca? Te invito a hacer una foto de la pared que tengas en frente, coger un 'picker' de color de cualquier app y contar los colores a ver en que número te cansas. La luz es mágica.

Te explico un caso real: llama un cliente (ya nos conocíamos) acaba de alquilar un local para abrir un nuevo restaurante y necesita aprovechar el tiempo de la carencia para hacer el total de la renovación, esto hace que el tiempo para proyectar, trabajar renders y diferentes elementos se reduzca muchísimo. Es un proyecto express que se diseña durante los derribos.

En la primera presentación le mostramos diferentes imágenes de referencia en blanco y negro sobre atmósferas y sensaciones. Era un local muy largo con lo que el concepto planteó generar una transición del exterior hacia el interior. Este concepto tenía que pasar no solo a nivel espacial sino también sensorial, con lo que pasamos de una escena muy homogénea y abierta a unos espacios contrastados, íntimos y privados donde la oscuridad cobraban protagonismo. Al principio el cliente se alarmó ¿de verdad me vas a pintar todo el local negro? hizo un importante alegato de plena confianza en mi profesionalidad, entendió que el fondo del local permitía reforzar la idea de intimidad y confort. El resultado fue que cerraron ese año duplicando la facturación prevista.

A través de las escenas lumínicas y de las atmósferas concretamos la materialidad del espacio, los colores, los destellos, los detalles y demostramos que hay que entender el diseño al revés: primero hay que decidir la iluminación.

Exacto. E incluso hay clientes que tienen su mesa preferida, porque el ambiente es diferente en cada mesa, según la profundidad del local o la posición de la mesa la atmósfera es diferente. 

La cultura de la luz en sí no existe, la estamos construyendo entre todos los que estamos en el sector. Ejerzas la profesión que ejerzas tenemos una cultura básica en el uso de herramientas, todo el mundo distingue entre un destornillador y una sierra, pero, ¿sabes qué tipo de lámpara necesitas? (lampara entendida como fuente de luz y no objeto lumínico).
Nos falta esta cultura para poder elegir la luz más adecuada en tu casa. En nuestro país disfrutamos de muchas horas de luz solar y no nos lo cuestionamos tanto como en los países nórdicos, donde viven una situación opuesta e imperan más horas de oscuridad, pero tenemos el concepto de 'luz de hospital' como algo muy luminoso e incluso molesto. Nos faltan referentes, bases culturales, entender que ni la oscuridad es mala, ni la luz es buena.

Àfrica Sabé ‘jugando’ con la luz en su estudio. Foto: Nora Baylach.

Las nuevas tecnologías ayudan a visibilizar y a mostrar mucho contenido, pero también van en contra del sentido común y del aprendizaje que estás adquiriendo. Promueven el 'ver por ver' sin digerir la información ni aprenderla porque ya lo volveré a consultar si lo necesito. Promueven el contenido visual y atractivo, pero no tengo tan claro que el contenido sea cultural o didáctico, porque no lo puedo procesar. Actualmente, tenemos una biblioteca inmensa de referentes y de imágenes, pero no de experiencias porque lo transmite una pantalla y no los estás viviendo en persona. El mayor reto de cualquier instalación es conseguir que la gente no haga fotos, sino que viva la experiencia vital.

Apuesto por el ‘handmade’ en general. Lumínicamente me ciño a lo que me ofrece el mercado. Defiendo que no hay producto malo, sino un producto que no está bien encajado en un proyecto. El mercado es prácticamente infinito, intento tener buena relación con fabricantes y estar al día de novedades, seguir las innovaciones y poder aplicarlas y, si me dejan, opinar sobre ellas.

Cito la tesis de Sophya Acosta, 'La luz como lenguaje, material y mensaje'. A mi entender en el light art no se ilumina, sino que se utiliza la luz como material, que transmite un mensaje y convierte ese mensaje en experiencia.
Me he atrevido con instalaciones efímeras que incluían luz, pero no definiría como light art y he producido y he acompañado a otros artistas como Jou Serra, un artista excepcional, con una conceptualización y una investigación de muchos años. Por ejemplo, en ‘Range in between’ (Llum BCN 2024) mi experiencia con la luz me permitio entender las necesidades de la instalación y mi experiencia más técnica como arquitecta me permitió escalar el proyecto y ampliarlo para rellenar el espacio del Lucernario del Auditorio. Reconozco que la experiencia fue espectacular porque aprendí muchísimo.
Así que el arte no son recursos visuales. El arte tiene una profundidad, un mensaje. El artista te está anticipando/mostrando un problema que la sociedad no sabe que tiene. El artista tiene esa capacidad de anticipar y cuestionar valores troncales de la sociedad que no podemos perder. Necesitamos estas figuras atrevidas y poderosas.

La instalación ‘Range in between’ de Jou Serra en Llum BCN 2024 contó con la colaboración de Àfrica Sabé. Foto: Xavi Torrent.

Antes ya hablamos que no me gustan las etiquetas, ¿porque tenemos que diferenciar entre iluminación arquitectónica y otros tipos? Richard Kelly, que es quien acuñó el término 'Lighting Designer' y podríamos considerarlo como el padre de la profesión, procedía del mundo del espectáculo y se dedicó a estudiar la percepción psicológica y visual, para ayudar a grandes arquitectos a que sus edificios fueran habitados. Estableció que para que los espacios tengan profundidad necesitamos contraste, para que la gente se mueva en los grandes lobbies necesita identificar de manera inconsciente los recorridos… y, ejemplo a ejemplo, acuñó nuestra profesión.
Para mí es un sueño trabajar en un teatro, pero no soy iluminadora de espectáculos. ¿Es solo un problema de control técnico o puedo tener un equipo que me acompañe en este proyecto? Porque como iluminadora sí puedo sumar en las transiciones lumínicas, así que no debemos cerrarnos fronteras. Realmente, un Lighting Designer puede iluminar un espacio o un espectáculo. No debemos etiquetarnos entre nosotros y reconocer el concepto lumínico y la magia de la luz en su extensión, sin miedo a desvirtualizar un proyecto porque el equipo sea mayor. Esto en el mundo del teatro lo tienen claro y vemos listas de créditos infinitas, pero en el mundo de la arquitectura nos da miedo a perder la 'firma'.

Cada proyecto es especial para mí. Todos los proyectos me han marcado porque me han ayudado a crecer y a aprender y me han llevado a este momento. Soy la persona que soy no solo por los proyectos en los que he trabajado, sino porque a nivel personal soy madre, tengo una familia, unos amigos… y todo suma en la construcción de mi persona. No obstante, en un futuro me encantaría poder trabajar en una galería, sobre todo a nivel artístico o sensorial, como algo perceptivo, para demostrar el poder de la luz.

A nivel docente tengo el privilegio de trabajar en asignaturas que no enseñan el tradicional proyecto de iluminación, sino en materias más experienciales, en las que les demuestro a los alumnos que otro tipo de mirada les va a permitir llegar mucho más lejos. Y les demuestro cómo en diferentes disciplinas la luz es trascendental e importante. Incluso he hecho workshops mezclando alumnos de diseño de diferentes disciplinas, no solo de diseños de espacios, sino de diseños de producto, incluso de diseño gráfico porque dependiendo de cómo se ilumine el cartel que acabas de crear puede transformar todo tu trabajo.
Además, soy muy consciente que mis estudiantes son de una generación que sabe mucho más que yo de herramientas digitales, así que el reto es enseñarles esa mirada y esos recursos para entender la luz necesaria para cada proyecto.

Cuando empiezas a leer e investigar sobre qué agentes inciden en nuestras enfermedades te preguntas a qué estamos expuestos. Ciertamente, la luz es una radiación, es una energía que rebota en nuestros cuerpos porque no somos cuerpos transparentes, pero parte de esta radiación la absorbemos e interactúa con nosotros, no somos inmunes a esa radiación. Todos hemos jugado en los campamentos de verano con la linterna en la boca y hemos visto como se tornan anaranjadas nuestras mejillas, así que, de alguna manera, me está afectando, con más o menos conciencia, o más o menos tolerancia. Aquí se abre un mundo para investigar y aprender sobre todo lo que nos influye como humanos.
Estoy estudiando Neuroarquitectura y realmente nos queda mucho por investigar y aprender.

El CICAT es un clúster de iluminación que busca aglutinar toda la cadena de valor alrededor de la luz, no solo en quien fabrica y el que tiene una empresa que genera un producto que emite luz, sino también el que diseña, el que lo analiza, el que lo instala… Y desde toda esta cadena de valor pretende crear esa cultura que estamos hablando, que no tenemos a nivel social, para ir ampliando nuevos horizontes y, sobre todo, consolidar el sector.

Mi labor principal es sobre todo conectar. Conectar personas, oportunidades… La luz es un rayo que no podemos ni tocar ni coger, pero a su vez es poderoso porque nos permite ver, nos acompaña, contribuye a generar una atmósfera específica y lidera muchas experiencias; así que mi misión es que deje de estar diluida dentro de un entorno construido o de una instalación, para otorgarle la importancia que sabemos que tiene.