OPINIÓN

Una moto para sembrar

Quería tener una moto. Era joven y quería tener una moto a toda costa. Teniendo una motocicleta el mundo estaría a su alcance. Solo con poseerla, cualquier carretera se pondría a sus pies, todo podría recorrerse. Por eso se fue a Madrid, allí se encuentra de todo.

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Sembrar directamente sobre el suelo pajizo, tras la cosechadora y un herbicida, para obtener una buena cosecha, parece una buena idea. No hace falta gastar mucho dinero, la paja se convertirá en abono, la fauna terrestre y el universo biológico, habitante en el suelo, trabajarán para ti. Buenas cosechas, mucho ingreso, poco gasto, más carbono, todo es ahorro. Sólo hay que tener una máquina de siembra directa.

Soñaba con una moto muy electrónica

¿Entiendes que el suelo es variable y que lo tratas de igual manera? ¿Sabes ya que estás aplicando dosis de fitosanitarios iguales a suelos diferentes, sobre o infra dosificando zonas y sufriendo sus consecuencias en los cultivos? Pues con el abono lo mismo y con la semilla, también. ¿Son baratos estos insumos? ¿Podemos hacer algo? La tecnología terminará asediando. Los equipos autoguiados sirven ya tanto en las máquinas modernas como a las veteranas, probando el camino a la precisión.

La tecnología avanza a nivel exponencial y es imparable; cada día es bueno para que nos sorprenda con una mejora sobre lo ya aceptado. Actualmente, la tecnología está aportando dispositivos que encajan con la Agricultura de Conservación (AC) y la Siembra Directa (SD) a la perfección.

Hoy es el día que, allá donde se originó la siembra directa, empiezan a atravesar contratiempos en los cultivos tras largos años de perseverancia, debido, sobre todo, a la resistencia de flora espontánea a ciertas materias activas. Paralelamente, nuevos dispositivos basados en la inteligencia artificial y técnica láser, empiezan a despuntar como fruto de la investigación; es sólo una idea que necesita madurar.

Pero él era joven y quería tener una moto muy veloz

El apero más vendido (y quizás el más usado) es la grada rápida. Después de pasarla, se remata la faena sembrando casi en directo. Con ello se hieren algunos principios elementales de la SD, pero seguimos estando en AC (realmente Faulkner en el año 1943, preconizaba exactamente eso).

A la fecha en que escribo, el eco-régimen de la SD permite la aplicación rigurosa de esta técnica (SD pura y dura) en, al menos, un 40% de la superficie declarada. Cada cual elige el modo de ganarse la vida; yo prefiero el 100%.

Naturalmente, la SD no es el “hágalo usted mismo, a libre albedrio”, pero un poco de eso hay; cada día, algo se reinventa. Así debe ser.

"La siembra directa contempla muy pocas operaciones...

"La siembra directa contempla muy pocas operaciones. Errar en alguna de ellas es perder muchos puntos en el carné, pero hacerlo al sembrar es como quedarte sin él".

Cuanto más evolucionada fuera su cabalgadura, mejor

Como en todos los avances científicos, nos movemos 'a hombros de gigante', es decir, trabajando sobre el esfuerzo que han realizado otros. Aprovechándonos de sus éxitos y fracasos, de sus dolores de cabeza. Esos gigantes como Faulkner (EEUU, 1943), Crovetto (Chile, 1978), Marcelo Fangioli (Argentina, 1960), Pereira (Brasil, 1976), son algunos a cuyos hombros nos hemos subido.

Tuvimos al principio de este milenio a Alejandro Tapia (Quintanarraya, Burgos), cuya presencia se nos hizo muy corta, tomando el testigo en nuestra región. Más cerca aún y coetáneo, en Valladolid, José Antonio Rodríguez (Bercero) representó el germen de AVAC en cuyo ánimo y recuerdo escribo. Todos ellos han visto de lejos la casi totalidad superficial bajo la nueva agricultura en esos países, por mencionar sólo algunos, beneficiándose del control de la erosión, materia orgánica y carbono conseguidos mediante la rigurosa aplicación de la siembra directa. A menudo en condiciones adversas. Debido a su suelo y pendientes, aquello era no vivir.

Veamos, la SD como método, ya hemos dicho, se ideó en EEUU (Universidad de Kentucky) como solución a problemas erosivos y circunstanciales en algunas regiones. La técnica llegó a oídos de algunos agricultores con problemas en Sudamérica y, desde allí, corrió la pólvora por casi todo el continente. Posteriormente, los europeos (España y Portugal y pocos más) oímos el canto de sirenas. No obstante, una vez que fuimos picando, tuvimos que crear nuestro propio paradigma, porque tal como venía, no era muy práctico ni viable.

Mientras tanto, allá en las Américas, cansados de exportar granos, decidieron vender 'know-how', es decir, su propio I+D, conseguido a base de hierros, sudores y lágrimas.

España, dicho sea de paso, era y es diferente. Era diferente de otras agriculturas y es diferente en su interior y es diferente, incluso, intra parcelariamente. Así que el agricultor profesional, que quiso hacerlo bien, moldeó a su criterio los fundamentos importados sobre la SD. Con ello, por cierto, se realizó y enriqueció a sí mismo, como persona y como agricultor (que no labrador, pues de eso no se trata) llegando a conseguir, también, algo de riqueza de la otra; no solo de pan vive el hombre, lo que le iba dando, razón y resiliencia en este tajo.

Varios fabricantes locales innovaron 'In situ' en respuesta a las necesidades expuestas por agricultores sobre suelo y climas circundantes, compitiendo destacadamente con la ingeniería importada y sacando buena nota en el apartado de Siembra Directa. No obstante, puede parecer que, por diferentes motivos, la práctica conservacionista en la producción agrícola se está ralentizando últimamente, lo que por mi parte al menos, provoca ciertas dudas.

Quería una moto para todo el año

Cada aparato sembrador tiene su propio tren de siembra. Es así como el fabricante entiende que puede satisfacer las necesidades de su cliente, los hay sencillos y complicados, fáciles y difíciles de mantener, su versatilidad y condicionamiento varía. En todo caso, la siembra directa contempla muy pocas operaciones. Errar en alguna de ellas es perder muchos puntos en el carné, pero hacerlo al sembrar es como quedarte sin él.

"Pagando facturas y viendo la lonja decrecer, semana tras semana, es difícil discernir dónde está el negocio en este mundo al revés"...

"Pagando facturas y viendo la lonja decrecer, semana tras semana, es difícil discernir dónde está el negocio en este mundo al revés".

Quería conducir seguro

Las reglas de oro de la Siembra Directa son sencillas de comprender:

  1. NO LABRAR EL SUELO. Labrar es alterar la estructura natural del suelo y exponerlo a la erosión (máxime si hay pendientes) y pérdida tanto de agua como de su propia materia orgánica. Un suelo adicto a las labores se compactará más rápidamente, parco en su biodiversidad y canino en Materia Orgánica, auténtica fábrica de fertilidad natural.
  2. DEJAR CUBIERTAS VEGETALES SOBRE LA SUPERFICIE. cubiertas vivas, cubiertas muertas o ambas en algún periodo de la campaña. La cubierta alimenta, protege al suelo en su desecación y laceramiento por lluvia.
  3. HACER ROTACIONES DE CULTIVOS. Así se combaten tres problemas importantes que todo agricultor padece, a saber: plagas de seres vivos, enfermedades específicas, y malas hierbas. Como quiera que cada especie y cultivo es propenso a alguna de ellas. Puesto que los fitosanitarios son selectivos y específicos, la rotación de estos (junto con su especie protegida) asegura su eficacia. Por añadidura, las plagas y enfermedades esperan, una campaña tras otra, a que se repitan pautas, para reproducirse. El objetivo es confundir a todas ellas.

La moto es el vehículo ideal para llegar a tiempo a todas partes, ahorrando tiempo y dinero

Esto encaja en nuestra realidad.

Además, pagando facturas y viendo la lonja decrecer, semana tras semana, es difícil discernir dónde está el negocio en este mundo al revés. La resiliencia del agricultor no es infinita y la omnipresente cesta de la compra sujetando el IPC para reconducir la economía no pasa fácilmente desapercibida. La solución no es que la loca climatología reparta buenas o malas cartas al secano y regadío. Indudablemente, habrá seguro más producto en esta campaña, pero con menor valor.

“Más vale morir que perder la vida”, se dijo, y se puso manos a la obra. Terminaría finalmente adquiriendo el aparato. Satisfecho su deseo, la contemplaría largo tiempo, la haría funcionar una vez tras otra. Más de una vez conocería el fracaso. La duda le entraría por momentos.

Contemplando el paso del tiempo veía las ruedas ya casi sin dibujo. El cuentakilómetros contaba media vida y se dio cuenta de que había hecho la compra antes de cortar el viento con ella, uña y carne, carne y uña.

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