"Agricultores jóvenes y socios que abandonaron el cultivo están mostrando interés por la remolacha"
Entrevista a Óscar Olivar, responsable del Servicio Agronómico de ACOR
La campaña de remolacha 23/24 encara su recta final en la cooperativa vallisoletana ACOR. Un año que en lo agronómico se ha caracterizado por la supresión de los neonicotinoides en los tratamientos de semilla y la adecuada gestión de este inconveniente por parte de técnicos y agricultores, con la ayuda de las empresas y organismos públicos involucrados. Pese a los retos que se plantean en el manejo del cultivo, como es incrementar la eficiencia en el uso del agua, la remolacha es ahora mismo una de las opciones más rentables en los regadíos de la zona norte de España.
¿Qué balance provisional se puede hacer de la campaña de remolacha 23/24, en términos de superficie de cultivo y rendimientos medios?
En cuanto a la superficie contratada en la campaña 23/24, se han sembrado prácticamente las 10.000 hectáreas de cultivo, lo que ha supuesto una recuperación del 50% respecto a la campaña anterior, cuando la sequía y el incremento de los costes energéticos limitaron en buena medida la contratación. Este año el escenario ha sido más favorable y la superficie está en consonancia al potencial industrial de la cooperativa.
En lo que se refiere a rendimientos, aunque todavía no se ha terminado de recepcionar el 100%, este año la cifra final estará algo por debajo de la obtenida en la campaña precedente, donde se registró una producción media de 104 t/ha. La bajada en la polarización es el factor que está influyendo más este año en el descenso de los rendimientos medios.
¿A qué podría deberse el menor índice de riqueza en la remolacha de este año?
Pensamos que se trata de un problema en el que pueden intervenir distintos factores. Estamos trabajando conjuntamente con el Comité Europeo de Fabricantes de Azúcar (CEFS), compartiendo información y tratando de averiguar a qué se puede deber este descenso en la riqueza. Desde Europa se achaca en parte a las siembras tardías, algo que aquí no hemos vivido, o a una elevada mineralización del suelo... Lo que nosotros hemos observado es que en las parcelas donde se ha producido una alta presión de cercospora, este hecho se ha traducido más tarde en un descenso importante de la polarización debido a la defoliación del cultivo y la brotación de hoja nueva. En todo caso, se trata de un problema global que se ha repetido en toda Europa durante esta campaña.
¿Este problema puede estar relacionado de algún modo con cambios en la tecnología que incorporan las semillas?
Las casas de semilla han tenido que afrontar este año una situación complicada por la prohibición de los neonicotinoides. En este sentido creo que han hecho un esfuerzo importante para que todos los agricultores que quisieran, pudieran sembrar y hubiera disponibilidad de producto en el mercado. No obstante, en las últimas siembras, en muchos casos no se ha podido escoger la semilla sino que el agricultor se ha tenido que conformar con la que había disponible en ese momento.
¿Cómo definiría la campaña desde el punto de vista agronómico?
La campaña empezó bastante bien, destacando que el 80% de la remolacha se sembró en el mes de marzo en muy buenas condiciones. La afectación por heladas fue inferior al año anterior, en el que se tuvieron que resembrar unas 1.000 hectáreas. A lo largo del ciclo de cultivo el desarrollo ha sido adecuado, efectuando los tratamientos necesarios para contrarrestar la prohibición de los neonicotinoides, salvando así el riesgo de la amarillez virótica que era una de las cosas que más nos preocupaba. Las materias activas que se han podido utilizar gracias a la excepción de uso han sido efectivos, así como los tratamientos habituales contra la cercospora.
Hubo un punto de inflexión en septiembre, cuando se registraron abundantes precipitaciones a causa de una DANA que entró en la península. De esta forma, los valores de polarización obtenidos en esta fecha estuvieron por debajo de los registrados en el mes de agosto, algo sin duda excepcional. A partir de ahí se observó la presencia de cercospora acompañada de una gran defoliación del cultivo en algunas parcelas.
La campaña de recepción que se inició el 18 de octubre estuvo acompañada de casi dos semanas de lluvias, una situación que nos lo puso muy difícil para el abastecimiento de raíz desde el principio. En las parcelas donde nos hubiera gustado empezar primero, por tener suelos con un textura más fuerte y un acceso más complicado, por desgracia se han tenido que posponer para la parte final de la campaña. Esta situación ha condicionado en buena medida los meses posteriores de campaña.
"La política de ACOR es repercutir al agricultor el aumento en el precio del azúcar. De cara a las próximas siembras -campaña 24/25- el precio mínimo garantizado será de 61 eur/t y con el objetivo de liquidar al máximo que sea posible".
¿Cómo ha afectado la prohibición de uso de semillas tratadas con neonicotinoides?
La campaña se vio marcada desde el principio por la prohibición de los neonicotinoides en la semilla, una herramienta que nos ayudaba a controlar de forma efectiva las principales plagas que atacan a la remolacha en sus primeros estadios. Es el caso del gusano de alambre, el pulgón verde -transmisor de la amarillez virótica- y la pulguilla. Ante esta situación, el sector ha trabajado de forma unida y eficiente para que el MAPA -haciendo una gran labor- agilizara unas autorizaciones excepcionales para determinadas materias activas. Estas estarán disponibles también de cara a las próximas siembras de la campaña 24/25, lo que es una buena noticia.
¿Habrá novedades con respecto a la tecnología que incorporen las semillas que se empleen este año?
La evolución de la semilla de remolacha ha recorrido un largo camino en un periodo corto de tiempo. En estos momentos, existe un alto porcentaje de agricultores que están optando por variedades Conviso tolerantes a herbicidas ALS que facilitan una mayor comodidad y reducen el número de tratamientos. Señalar también que los rendimientos de estas variedades se están equiparando cada vez más a las variedades convencionales.
Por otro lado, están siendo muy importantes todos los avances genéticos relacionados con el control de la cercospora, dado que con los tratamientos convencionales no llegamos en muchos casos a un control óptimo en zonas con mucha presión de la enfermedad.
Con unos ingresos brutos que en la campaña 23/24 pueden superar los 7.000 euros por hectárea, ¿en qué horquilla se sitúan los costes de producción? ¿Existe margen para mejorar la eficiencia en el cultivo?
Los costes de producción del cultivo de remolacha se sitúan aproximadamente en los 2.400 euros por hectárea (eur/t), sin tener en cuenta el gasto asociado al riego. Contemplando esta partida, tenemos casos de agricultores con unos costes de riego de 600 euros y otros que alcanzan los 1.600, como es el caso de los sondeos. Pese a estas diferencias, desde la cooperativa pensamos que el cultivo tiene que ser rentable para todos, y así se refleja en la contratación que hacen con ACOR. En cualquier caso, el riego es el elemento diferencial de este cultivo y el que ha permitido a los productores de la zona norte estar a la cabeza de Europa en términos de productividad.
En este punto, me gustaría destacar que el agua es un bien escaso y sometido a un control cada vez más estricto. Por esta razón, es necesario incrementar la eficiencia en la utilización de este recurso. Hay que regar en el momento oportuno y en la cantidad óptima. Es un requisito que contempla el PDR en Castilla y León y por eso desde ACOR enviamos recomendaciones de riego a nuestros socios durante todo el ciclo del cultivo.
¿Qué puede adelantar sobre la próxima campaña de contratación de ACOR y en base a qué condiciones económicas van a poder cultivar los socios remolacheros?
La política de ACOR es repercutir al agricultor el aumento en el precio del azúcar. Al igual que en esta campaña, de cara a las próximas siembras de marzo -campaña 24/25- el precio mínimo garantizado será de 61 eur/t y con el objetivo de liquidar al máximo que sea posible, una vez se cierre el ejercicio económico. Este año, campaña 23/24, se partía de un precio mínimo de 61 eur/t y actualmente se va a pagar a 71 eur/t, más el posible retorno cooperativo, como ya sucedió en la campaña 22/23 cuando la remolacha se liquidó a un precio final de 75 eur/t.
¿Qué objetivo se marca la cooperativa en cuanto a superficie de remolacha en 2024? ¿Qué demanda de contratación esperan en aquellas zonas de la provincia de León donde este año no se pueda sembrar maíz?
Para la cooperativa el objetivo es superar el número de hectáreas de remolacha contratadas en la última campaña. Son cifras positivas para optimizar nuestra capacidad industrial, la mayor del territorio nacional. En nuestro caso, los agricultores no son solo proveedores de materia prima sino parte activa de la fábrica. Por eso creemos que cada hectárea es importante.
En cuanto a las posibilidades del cultivo en León, hay que destacar que prácticamente la mitad de la superificie de la provincia es regadío y, según nos comentan, este año existe bastante apetencia por sembrar remolacha. Los agricultores quieren aprovechar la ventana de oportunidad que ofrece en estos momentos el cultivo por su rentabilidad y, en este sentido, por nuestra parte estamos receptivos. En todo caso pensamos que el aumento de superficie va a ser general en Castilla y León, aunque es cierto que la obligatoriedad de rotar en maíz sitúa a León como una de las provincias con mayor potencial este año.
A nivel general, me gustaría resaltar que estamos percibiendo interés por parte de socios que habían abandonado la remolacha hace ya unos años, y también de bastantes agricultores jóvenes que no son socios pero que están interesados en incorporarse al cultivo.
¿Es factible la expansión de la cooperativa a nuevas zonas productoras fuera de Castilla y León?
2023 ha sido el primer año en el que hemos contratado remolacha fuera de Castilla y León, en Álava concretamente. Al fin y al cabo somos una cooperativa abierta y, siempre que las condiciones de contratación sean las mismas para todos los socios, es una opción que se puede valorar. En este caso fueron los agricultores los que acudieron a ACOR por la oferta que teníamos. Lo principal es que el cultivo tiene que ser viable, sobre todo en zonas con riegos modernizados y productores que sean capaces de obtener los rendimientos que se alcanzan en Castilla y León.
¿Cómo está evolucionando la superficie media del cultivo en las explotaciones?
La tendencia es cultivar cada vez una mayor superficie, gracias a la maquinaria y la tecnificación que existe hoy en día en el campo. El trabajo de sembrar 5 o 20 hectáreas prácticamente es el mismo y con una comodidad mayor. En el caso de ACOR, el 80% de los socios se acogen al sistema de módulos de arranque, carga y transporte de la remolacha, un servicio que facilita la gestión del cultivo. Por otro lado, los agricultores cuentan además con la posibilidad de contratar empresas de servicios para la aplicación de tratamientos y otras labores, lo cual hace más sencillo el trabajo y posibilita una mayor superficie de cultivo.
“No podemos dejar de hacer ciertas cosas porque haya tecnología. Es necesario seguir pisando las parcelas y estar a pie de campo, tanto técnicos como agricultores”.
¿Se ha reforzado el asesoramiento en campo para determinadas tareas?
Desde el Servicio Agronómico de ACOR, una de nuestras principales tareas es la de prestar asesoramiento al agricultor. La dinámica de trabajo ha cambiado en los últimos años, aumentando la presencia de los técnicos de la cooperativa en las distintas zonas, facilitando no solo el asesoramiento sino también la contratación directa con los agricultores y el seguimiento duranten el ciclo del cultivo. La cooperativa se acerca más al socio para facilitarle su relación con la entidad.
¿En qué ha cambiado el trabajo de los técnicos del Servicio Agronómico y de Cultivos de ACOR en los últimos años?
El Servicio Agronómico ha vivido una transformación. La recomendaciones de variedades, un trabajo de investigación que sirve para poner a disposición de los agricultores las mejores variedades y recursos disponibles para el cultivo, sigue siendo una parte importante. Otra es el asesoramiento al socio durante la campaña y la gestión de la logística en la fase de recolección.
Dentro de las funciones que más se están intensificando son las relacionadas con las sostenibilidad. Auditorías y certificación que exigen determinados clientes que tienen esta forma de trabajar con la materia prima en la fabricación de sus productos, tanto en azúcar como en el caso del aceite. Es un concepto que se le transmite al socio: hoy en día no vale con producir de cualquier manera, es necesario hacerlo con unos altos estándares de responsabilidad social y de respeto hacia el medio ambiente.
Como hemos comentado, uno de los factores esenciales para el cultivo es la gestión del riego. En este aspecto estamos prestando un asesoramiento continuado porque además son los agricultores los mayores interesados en utilizar solo la cantidad de agua necesaria. En resumen, lo que nos proponemos es favorecer la cercanía con el socio.
¿Se está produciendo relevo generacional en la cooperativa? ¿Qué distingue a los más jóvenes en su forma de trabajar?
Los agricultores jóvenes vienen pisando fuerte y con un forma de trabajar distinta: mayor capacidad de trabajo gracias a la tecnología y más tiempo libre para conciliar su vida laboral y personal. La industria también tendrá que adaptarse a esta nueva generación de agricultores. Otro cosa que apreciamos es su afinidad hacia los valores cooperativos y la estabilidad que ofrece ACOR de cara al futuro; se trata de la pertenecencia a un colectivo que en realidad es una gran familia formada por agricultores.
¿Qué nivel de digitalización ha alcanzado el cultivo de remolacha y en qué aspectos la tecnología ha supuesto un avance significativo en su manejo?
Llevamos tiempo trabajando con un software de gestión agrícola que facilita la recogida de datos y la toma de decisiones en campo. Las sondas de humedad y la teledetección son otras de las tecnologías que estamos aplicando, así como sistemas de geolocalización en las máquinas de arranque para medir distintos parámetros.
Desde ACOR consideramos que la aplicación de tecnología en campo es fundamental. Estamos atravesando un momento de transición del que sin duda vamos a salir reforzados. En todo caso creemos que estas herramientas tienen que ser un complemento, no podemos dejar de hacer ciertas cosas porque haya tecnología. Es necesario seguir pisando las parcelas y estar a pie de campo, tanto técnicos como agricultores.
