TradeSport 134 - Junio 2006

mayoría de ellas, provenientes de países con más tradición en deportes outdoor, han conseguido consolidar su internacionalización después de hacerse muy fuertes en sus respectivos países, algo que con el tiempo es probable que acabe sucediendo en nuestro país. Con este panorama no es extraño que, como hemos dicho, el outdoor sea el mejor ejemplo para confirmar que, al fin y al cabo, la única diferencia que existe entre Bestard y Salomon, entre Ternua y The North Face entre Grifote y Millet o entre Chiruca y Meindl sea que unos tienen -quizás porque se los han ganado- recursos para poder posicionarse en nuevos mercados y aumentar el volumen de negocio, generando mayores ingresos para seguir con la internacionalización y, sobre todo, para poder potenciar la imagen de marca, que al fin y al cabo es lo que cuenta. Otro de los segmentos en el que las marcas nacionales tienen en nuestro país un reconocimiento similar o igual al de las marcas internacionales es el fitness. En un segmento que, como el outdoor está en constante crecimiento (probablemente por las mismas razones), marcas españolas como Ginadan, Happy Dance, Rosaura, Varesma o Naffta tiene, especialmente en textil, cuotas de mercado que en algunos casos superan con creces a la de las grandes marcas. Además, a diferencia del outdoor, es un segmento en el que Decathlon aún no ha conseguido hacerse fuerte, con lo que el primer precio está controlado totalmente por marcas de aquí. Sin presencia nacional En el lado opuesto a lo que acabamos de ver, hay segmentos en los que las marcas nacionales o no existen o no tienen apenas cuota. Son segmentos con muy poca tradición en nuestro país o en los que, por competencia y/o madurez, son muy pocos los que se atreven a entrar. Entre estos segmentos destaca especialmente el esquí. La tecnicidad del material duro, la escasa tradición en España, donde la cultura del esquí está a años luz de países como Francia, Austria, Alemania, Italia y algunos países centroeurepeos (países donde han nacido marcas como Rossignol, Elan, Salomon, Atomic o Volkl) y sobre todo la dificultad de arañar cuota a los grandes grupos del segmento -dominado por Amer- han hecho inútil y nada recomendable cualquier intento de crear una marca nacional, aunque algunos grupos se empeñen en apostar por marcas blancas de snowboard aprovechando el boom actual. Exactamente igual pasa con el tenis: la madurez de este segmento y la fuerza que tienen las cinco grandes marcas -Wilson, Dunlop, Babolat, Prince y Head- han sido la causa de la desaparición de las pocas marcas nacionales que se han atrevido con el tenis y sin duda son freno para que alguna empresa de nuestro país se atreva a entrar en este segmento. Un caso aparte en el mundo de los deportes de raqueta es el Padel, dominado absolutamente por marcas españolas como Vision, Padel Lobb o Varlion. Probablemente el hecho de que este deporte tenga presencia considerable en pocos países -Argentina, España, Italia y alguno más- ha hecho que las marcas internacionales, a excepción de Dunlop, no hayan apostado por este deporte tanto como cabría esperar -y quizás ya sea tarde para quitarle la hegemonía a las marcas nacionales-. Al margen de la lucha entre adidas y Nike Si hay un segmento en el que es difícil competir con las dos grandes multinacionales del sector éste es, sin duda, el fútbol. Eje de la mayoría de estrategias de las dos empresas, el fútbol se ha convertido en el campo de batalla entre Nike y adidas, tanto a nivel de ventas como de imagen. Batallas como la de Messi, cambios de marca como los protagonizados por Henry o Sheva, o los millones que ambas marcas pagan por patrocinar jugadores, clubes y mundiales no son más que una constatación de que que el fútbol ha dejado de ser sólo un deporte para convertirse en un espectáculo y en un negocio. Un negocio que mueve millones de euros y en el que las marcas nacionales tienen que luchar no sólo contra las dos grandes sino también contra otras marcas internacionales como Lotto y Umbro. Pero a pesar de esta fuerte competencia, tres marcas nacionales como Munich, Kelme y especialmente Joma han logrado abrirse un hueco muy importante en el segmento, especialmente en el fútbol sala, y han logrado competir de tú a tú con las dos grandes. Quizás no tengan los mismos recursos para I+D ni para lanzar modelos cada dos por tres y hacerlo a nivel mundial con presentaciones espectaculares y con los mejores jugadores del mundo, pero o bien han apostado por una franja de precio en la que no tienen competencia o bien han sido capaces de transmitir al detallista y al consumidor final que el producto es igual de bueno, aunque no lo lleven los cracks mundiales. Conclusiones Si tuviéramos que resumir todo lo dicho en este artículo en una sola frase, bastaría con decir que no tenemos nada que envidiar y que como en muchos aspectos de la vida, el dinero determina la grandeza de una empresa. El único reto que tienen las empresas españolas es la internacionalización, y como muchas de ellas ya han comprendido, es mejor apostar por países donde las grandes marcas aún no están posicionadas o por países donde lo occidental tiene cada vez más atractivo, como China u otros países asiáticos. En Trade hace algunos meses que publicamos en cada número una serie de artículos escritos por Samir Kadiri, responsable del departamento Internacional de Afydad con el convencimiento de que pueden ser muy interesantes para aquellas empresas que quieran abrir fronteras. Son artículos acerca de las oportunidades que ofrecen algunos mercados y las particularidades que tienen. Las marcas nacionales tienen que ser muy concientes de hasta qué punto pueden competir con las grandes multinacionales. A nivel nacional es probable que en todos los segmentos puedan ir arañando cuota, porque por suerte el Made in Spain no tiene la mala fama que tenía algunos años atrás. Al contrario. Y para aquellas que quieran salir del país y asuman el riesgo de intentar posicionarse en otros mercados, que evalúen en su justa medida las posibilidades reales de no fracasar y que apuesten por mercados con potencial suficiente para abrirse ese hueco a pesar de la competencia. La calidad de la mayoría de marcas españolas es una garantía de que si no se logra el éxito no será por culpa del producto, sino probablemente porque hay quien juega con armas más potentes. Afortunadamente, hoy en día, las marcas españolas no sólo ofrecen las mismas prestaciones que las grandes marcas internacionales, sino que además se han ganado un nombre que hace una decada no tenían La calidad de algunas marcas españolas es una garantía de que si no se logra el éxito no será por culpa del producto, sino probablemente porque hay quien juega con armas más potentes ts31 Vision es una marca nacional líder en su segmento

RkJQdWJsaXNoZXIy Njg1MjYx