FO101 - FuturEnviro

18 REUTILIZACIÓN DE AGUAS RESIDUALES el crecimiento demográfico y la creciente y desordenada urbanización. La gestión sostenible del agua es fundamental y debe incluir cómo se gestiona el agua una vez una ha sido utilizada. A pesar de los avances que se han producido en la última década en el tratamiento y reutilización, las aguas residuales no tratadas siguen constituyendo un importante reto mundial, advierte el PNUMA. Hace diez años, este organismo estimó que la producción anual de aguas residuales, principalmente de origen municipal, era de 330 000 millones de m3, pero estimaciones realizadas tan solo dos años después, en 2015, sugirieron que esa cifra habría aumentado hasta situarse en la horquilla de 360-380.000 millones de m3/año. Es muy probable que análisis más cercanos en el tiempo ofrecieran cifras más altas. LA AMENAZA DEL CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO El imparable crecimiento demográfico es uno de las principales amenazas medioambientales a nivel global. En este sentido, algunas previsiones auguran que en 2050 la población mundial se situará en 10.000 millones de personas. La mayor parte de este crecimiento se producirá en las aglomeraciones urbanas de los países en desarrollo, concentraciones de población que en la actualidad ya están insuficientemente atendidas por sistemas de abastecimiento de agua y tratamiento de aguas residuales manifiestamente mejorables. Según las previsiones del PNUMA, el volumen de aguas residuales de origen doméstico y municipal aumentará a 470-497 mil millones de m3/año en 2030, en poco menos de seis años. La gestión segura y adecuada de las aguas residuales para alcanzar una mayor recuperación y reutilización de los recursos que contienen va más allá de la seguridad hídrica, ya que propicia beneficios colaterales como la mejora de la salud ambiental, la salud y el bienestar humanos, la protección de la biodiversidad, la reducción de la dependencia de los fertilizantes sintéticos y la diversificación de la producción energética. En el estudio se lamenta que, a pesar del éxito de diversas aplicaciones de la reutilización de aguas residuales, en muchos países se sigue limitando su aplicación generalizada a gran escala. Algunos de esas limitaciones, según el estudio del PNUMA, son las siguientes: 1. Apoyo político inadecuado o falta de prioridades en el ámbito político. 2. Barreras de gobernanza, institucionales y normativas. Cuando existen políticas de recuperación y reutilización de los flujos de aguas residuales suele haber objetivos políticos incoherentes o contrapuestos, así como bajos niveles de aplicación. 3. Datos e información insuficientes, lo que dificulta la evaluación de los impactos, orientar las acciones y realizar un seguimiento de los avances logrados. 4. Financiación inadecuada. A pesar de que existe una evidente necesidad práctica de cerrar el ciclo del agua, las inversiones necesarias sólo se llevan a cabo si es económicamente viable tratar y reutilizar las aguas residuales. Métodos como la financiación mixta, la recuperación de costes y otros incentivos económicos permiten alcanzar una mejora de la recogida y el tratamiento a gran escala de aguas residuales, se asegura el estudio. 5. Escasa aceptación social y cultural. Ante esta situación, es necesario aumentar la concienciación de la población y su confianza para superar la percepción negativa de las aguas residuales y provocar los cambios de cambios de comportamiento necesarios. CONSECUENCIAS ECONÓMICAS Como parte integrante de la gestión sostenible del agua, la recuperación de recursos de las aguas residuales y su reutilización segura pueden ser una forma coherente y eficaz de abordar varios problemas medioambientales, que —no deberíamos olvidarlo— suelen provocar severas consecuencias sociales y económicos. Algunos de esos problemas citados en el estudio son la escasez de agua, la contaminación del planeta, las enormes dificultades de adaptación al cambio climático, el inestable equilibrio para lograr la seguridad energética, la sostenibilidad de los sistemas alimentarios o la salud, tanto humana como de los ecosistemas. Este papel central de las aguas residuales para para asegurar un mejor futuro común se recoge en la meta 6.3 de los ODS, en la que se insta a mejorar la calidad del agua, lo que incluye reducir la proporción de aguas residuales no tratadas y, también, aumentar el reciclaje y la reutilización seguras de las aguas residuales. La transformación necesaria para dejar de ver las aguas residuales como un problema de gestión de residuos a un recurso valioso es cada vez más urgente, se afirma en el estudio del PNUMA. Este logro sólo se puede alcanzar combinando soluciones técnicas con la movilización de recursos adeHay que prestar más atención a los materiales que se introducen en el agua cuando se utiliza y —cuando sea posible— separar y eliminar los compuestos en origen antes de que entren en el flujo de las aguas residuales

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