La esencia de la empresa familiar: sus valores

En una empresa familiar, cuando los padres pasan el relevo a los hijos no solo esperan que estos hagan crecer el ámbito financiero de la compañía, sino que también desean que se continúe, en la medida de lo posible, con los principios y la ética que han guiado hasta ese momento a la empresa y a la familia. Las creencias, los intereses, la historia, las tradiciones y, muy especialmente, los valores son parte inherente de la empresa familiar y es importante que la nueva generación esté alienada, entienda y aprecie estos valores, así como la importancia que tienen para la familia empresaria.

Ricard Agustín, fundador de Family Business Solutions.

Valores como el esfuerzo, la humildad, el trabajo en equipo, la confianza, el éxito, la calidad, el compromiso, la visión a largo plazo, la autenticidad o el espíritu de superación y de emprendimiento son parte del legado familiar. Estos valores van más allá de lo material y de lo empresarial e influyen en la imagen, la resiliencia, los resultados y el futuro del negocio.

Los valores no son algo que se pueda inventar, sino que se van gestando a lo largo de los años de vida de la empresa familiar y se transmiten de generación en generación. El simple hecho de definir cuál es (o queremos que sea) nuestra visión, nuestra misión y nuestros valores no los convierte en reales por el simple hecho de haberlos puesto por escrito en la web de la empresa, por ejemplo. Debe de haber una consistencia entre lo que somos, lo que decimos que somos y lo que hacemos. De lo que se trata es de conseguir que estos valores guíen el devenir del negocio en el día a día e inspiren las actuaciones de todos los familiares. Deben respirarse en el ambiente de la empresa familiar y en el seno de la familia empresaria para que las nuevas generaciones crezcan arropadas por estos valores que, a la larga, se convertirán en parte de su legado y en uno de los regalos más hermosos que la generación saliente puede darles.

El relevo generacional está íntimamente ligado con transmitir los valores de la familia empresaria, pero esto no significa que la generación saliente deba instalarse en una posición tajante de “esto debe seguir siendo así, porque siempre lo hemos hecho así”. Es más constructivo que, durante el relevo generacional, la familia reflexione, discuta y tome decisiones sobre este tema que satisfagan tanto a la generación de propietarios actuales como a la de los futuros herederos. Quizá sí que es conveniente añadir nuevos valores o modificar y actualizar alguno de ellos o sus definiciones. En otros casos, quizá la familia prefiere mantenerlos tal y como siempre han sido, porque siguen siendo vigentes. Ambas opciones son válidas porque, en realidad, lo más importante del proceso de reflexión es asegurar que todas las decisiones empresariales seguirán una ética común compartida por todos, para el beneficio tanto de la familia como de la empresa, y que serán coherentes con los comportamientos futuros de los miembros de la familia.

En la práctica, lo más habitual es poner por escrito los valores y/o redactar un significado unificado en el Protocolo familiar, aprovechando precisamente que durante la elaboración de este la familia realiza un proceso de reflexión familiar para trabajar la visión compartida actual y en el largo plazo, en el que participan las distintas generaciones con el objetivo de que todas se sientan satisfechas. En empresas familiares de menor tamaño o complejidad, cuando sea pertinente o voluntad de la familia, también se pueden recoger los valores de la familia empresaria en unos Pactos de Familia.

Hasta ahora, en este artículo hemos hablado fundamentalmente sobre los valores de la familia empresaria, pero es evidente que cualquier miembro del equipo que no sea parte de la familia también tendrá sus propios valores que también incidirán en la empresa. Estos estándares influyen en su compromiso y en sus acciones y decisiones, por lo que pueden determinar el encaje de la persona en el largo plazo en la empresa familiar. Por esta razón, los valores personales idealmente deberían coincidir, en buena parte, con la misión, la visión y los valores de la empresa familiar, aunque suele ser normal que no sean idénticos y que haya un cierto grado de divergencia.

Si conseguimos que el encabalgamiento entre los valores de la empresa familiar y los del equipo sea lo suficientemente amplio, será más fácil que todos sumemos esfuerzos y rememos en la misma dirección y al mismo ritmo. Además, por norma general, cuando los miembros del equipo conectan con la cultura de la empresa es más fácil que se comprometan con ella, estén motivados y sean altamente productivos, así como que estén satisfechos con su trabajo y se sientan identificados con la empresa familiar. Es por esta razón que los valores están ganando tanto peso durante los procesos de selección y cada vez más departamentos de Recursos Humanos empiezan a utilizar herramientas para contrastar los valores, comportamientos asociados y los perfiles conductuales de las personas en profundidad como, por ejemplo, el test DISC, sobre todo en procesos de selección de medianas y grandes compañías para contratar a profesionales clave de perfil directivo.

Los valores personales idealmente deberían coincidir, en buena parte, con la misión, la visión y los valores de la empresa familiar, aunque suele ser normal que no sean idénticos y que haya un cierto grado de divergencia