Pongamos color y diseño de calidad a nuestras vidas
El fascinante mundo de la pintura es algo que engloba muchos aspectos. Es la puerta de entrada a muchos trabajos y cambios en el hogar. No cambias las cortinas, si antes no pintas la pared. No cambias el sofá de la sala, si no sabes qué nuevo color vas a ponerle. Es un mundo de sensaciones y de aspectos que van más allá de simples colores o gustos.
Por ello, las tiendas deben seducir, proponer, dar ideas, saber buscar que es lo que necesita ese consumidor que entra por la puerta. Hay cientos de ofertas diversas. En muchos casos, marcas privadas, propias o sin saber de dónde han salido algunas.
En ocasiones, la sobreoferta y la falta de claridad en la misma no ayuda; todo lo contrario, abruma a un consumidor o muy poco informado, o demasiado dotado de información.
Pero en un mercado marquista, encontrar en un establecimiento marcas no ‘populares’, o simplemente que su formato o envase no dice absolutamente nada de nada, no ayuda en lo más mínimo.
Hemos de considerar que el envase es el espejo ‘del interior del envase’. No solo debe poner un nombre, con colores poco atractivos, que no hablan de nada que nos ayude a entender el destino de la pintura (pared, suelo, color, cantidad, etc.). El formato es vital, diferenciador, crucial, para que, en un lineal, la decisión sea hacia una u otra marca. Si no sabemos qué hay dentro, si lo que nos cuentan en la misma estantería no es interesante, pasamos de largo o decidimos comprar otra cosa.
Sobre las calidades de las mismas, en muchas ocasiones, creemos intuir, ver o saber qué nos vamos a encontrar. El primer indicador es el PVP, aunque a algunos les extrañe que una pintura que vale menos que una garrafa de agua, luego no cubra. De este tipo de oferta hay mucha, demasiada, y hemos de saber huir, ya que están tirando nuestro dinero directamente a la basura.
Pero del mismo modo, muchas marcas de primer nivel deberían plantearse cómo están cubriendo el mercado nacional. Dejarlo en manos de terceros, de distribuidores, es dejar sin morder una parte muy importante del pastel del mercado. Porque casi todos tienen sus propias marcas y sus propios intereses que van por delante de la ‘marca premium X’. O, simplemente, las usan de reclamos, con un precio demasiado alto para poder vender luego las suyas, o quizás reventar precios para atraer público, que, sorprendido en las tiendas, escuchan eso de ‘solo par venta por Internet’, o ‘ya no me queda, llévese esta otra, que es igual o mejor’. Pasa demasiadas veces. Es aquí donde debemos saber que no todo es oro lo que reluce.
La pregunta es crucial: ¿Es cara una buena pintura, que vamos a usar cada 5 o más años? La verdad: no. Es algo que usamos de muy tarde en tarde. Que es más sencilla de usar, que soporta mejor el paso del tiempo y que su acabado no ofrece dudas. Pero somos aún muy poco europeos en esto: queremos lo bueno, bonito y, sobre todo, barato.
En un sofá queremos confort, diseño, comodidad, etc., con un coste a veces superior a 1.000 euros. Pero, para pintar una parte de nuestra casa, no queremos pagar más de 50 euros, cuando posiblemente dure más que el sofá, y que nos aporte un plus a algo que vemos cada día.
Deberíamos saber que invertir en nuestro hogar en cosas de calidad es vital y es necesario.
No ha de volver una pandemia para que pintemos y para que sepamos valorar lo que nos da calidez, que nos protege, que nos cuida día a día. Que es nuestro valor más preciado, nuestro hogar. Pongamos color y diseño de calidad a nuestras vidas.


















































