Farma: ocupación de calidad en un entorno global de atracción de talento
La actividad se divide en dos subespecialidades: la fabricación de productos farmacéuticos base, que suponen el 34% del total de empleo, y la fabricación de especialidades farmacéuticas, que representan el 66%. En conjunto, la industria farmacéutica constituye aproximadamente el 0,5% del total de empleo a nivel nacional.
En líneas generales, se trata de un empleo de calidad. El 55,6% de los trabajadores cuentan con estudios universitarios y el 26,2% con estudios profesionales. Además, el peso de los empleados con mayor formación se ha elevado de forma sostenida en los últimos años, ya que en 2019 los empleados sin estudios profesionales representaban el 20,9% del total, frente al 18,2% del segundo trimestre de 2024 recogido en el informe. La gran mayoría de empleados (más del 98%) son asalariados.
Esta mayor formación se traduce en unos salarios que, en líneas generales, se sitúan por encima de la media. Actualmente, algunos perfiles del sector farma y 'life sciences' se encuentran entre los mejores pagados del mercado laboral, según el Informe de Tendencias Salariales 2025 de Randstad. Los directores médicos de grandes empresas del sector presentan retribuciones que se sitúan en una horquilla de entre 90.000 y 180.000 euros brutos al año en el caso de los perfiles de mayor experiencia. Directores de unidad de negocio o directores comerciales presentan un nivel salarial de entre 90.000 euros y 150.000 euros brutos al año. Aunque la horquilla es amplia, el responsable de I+D de esta industria presenta salarios de entre 65.000 euros a un máximo de 150.000 euros brutos al año, siempre en perfiles con una experiencia de más de seis años. En el caso de posiciones más técnicas se parten de niveles más bajos, a partir de 45.000 euros brutos al año, aunque en las grandes empresas se pueden incrementar de manera considerable.
En definitiva, un nivel salarial que no hace más que reflejar el buen momento que atraviesa el sector farmacéutico. De hecho, es de los pocos que durante 2025 ha registrado alzas salariales significativas, debido a un incremento acumulado del 16,3% derivado de los ajustes de convenio de 2024 y 2025.
A pesar de que la ocupación en el sector farmacéutico ha mantenido una evolución positiva en los últimos años —con niveles salariales significativamente por encima de la media nacional y una creciente demanda de perfiles cualificados—, la industria se enfrenta a desafíos estructurales que condicionarán su desarrollo a medio y largo plazo desde el punto de vista de los recursos humanos. El primero de ellos es el déficit de talento, algo que por otra parte afecta al conjunto de los sectores de las economías desarrolladas. La industria necesita incorporar perfiles altamente especializados en biotecnología, bioinformática, ingeniería biomédica, regulación farmacéutica y análisis de datos, entre otros, en un contexto de envejecimiento demográfico y escasez de profesionales STEM.
La competencia por este talento no solo es interna, sino global. Países de nuestro entorno están reforzando sus clústeres biomédicos con políticas activas de atracción, incentivos fiscales y colaboración público-privada. En este escenario, Barcelona y Madrid destacan como uno de los principales polos de actividad del sur de Europa, gracias a su ecosistema consolidado de centros de investigación, universidades, hospitales de referencia y presencia de compañías con capacidad industrial y vocación innovadora. Muestra de ello son las recientes inversiones que algunas empresas están realizando en Barcelona en sus hubs de innovación. Sin embargo, el reto es doble: fidelizar el talento local y resultar atractiva para el talento internacional, lo que exige mejoras en aspectos como el acceso a la vivienda, el coste de vida, la agilidad administrativa y la proyección de una marca ciudad asociada a la innovación científica.
Entre las estrategias para retener talento cualificado, destacan medidas como la implementación de políticas de flexibilidad laboral, la inversión en programas de capacitación en áreas emergentes y las alianzas con universidades y centros de investigación.
La industria farmacéutica en España está adoptando diversas estrategias para atraer y retener talento cualificado. Entre ellas, destaca la implementación de políticas de flexibilidad laboral, como el teletrabajo y los horarios flexibles, que permiten a los empleados conciliar mejor su vida personal y profesional. Además, las empresas del sector están invirtiendo en formación continua y desarrollo profesional para sus empleados. Se están estableciendo programas internos de capacitación en áreas emergentes como la inteligencia artificial y el análisis de datos, así como alianzas con universidades y centros de investigación para ofrecer formación especializada. Estas iniciativas no solo mejoran las competencias del personal, sino que también aumentan su compromiso y satisfacción laboral.
Las perspectivas de actividad para los próximos años son optimistas. La creciente demanda de medicamentos biotecnológicos, terapias personalizadas y soluciones digitales aplicadas a la salud está generando nuevas oportunidades de negocio e inversión. Pero estas oportunidades van acompañadas de nuevas exigencias: sostenibilidad medioambiental, producción flexible y escalable, cumplimiento normativo más estricto y ciclos de innovación más cortos. Todo ello obliga a rediseñar procesos, invertir en tecnología y, sobre todo, formar y actualizar constantemente al capital humano que da soporte a toda la cadena de valor farmacéutica.
Para enfrentar estos retos, las empresas farmacéuticas deben adoptar un enfoque estratégico que no solo se centre en la captación de talento, sino también en su fidelización a largo plazo. En un mercado tan competitivo, es fundamental que las compañías no solo ofrezcan salarios atractivos, sino también beneficios adicionales que mejoren la calidad de vida de sus empleados. Esto incluye programas de bienestar, formación continua, opciones de movilidad profesional y un entorno de trabajo inclusivo y diverso. Además, la innovación en el lugar de trabajo debe ser constante, adaptándose a las nuevas tendencias laborales, como la digitalización y la automatización, para facilitar la eficiencia operativa y la creación de valor.
Asimismo, las políticas laborales deben ir más allá de la remuneración y flexibilidad laboral, incorporando una mentalidad proactiva en términos de sostenibilidad, responsabilidad social y equidad de género. Estos factores son cada vez más valorados por los empleados, sobre todo por las nuevas generaciones que buscan trabajar en empresas alineadas con sus valores. La capacidad para adaptarse rápidamente a estos cambios será lo que determine el éxito de las compañías farmacéuticas en los próximos años, ya que solo aquellas que logren integrar la innovación tecnológica, el talento humano y la sostenibilidad podrán mantenerse competitivas en un entorno global cada vez más dinámico y exigente.
El foco empresarial debe estar en una visión a largo plazo, construyendo un ecosistema que favorezca tanto la innovación como el bienestar de los empleados, lo cual será clave para consolidar el liderazgo del sector farmacéutico en el ámbito global.
"En un mercado tan competitivo, es fundamental que las compañías no solo ofrezcan salarios atractivos, sino también beneficios adicionales que mejoren la calidad de vida de sus empleados"




























