SIRAPs, indicados para envases y áreas muy concretas. Para todo lo demás… SCRAPs
Periodista. Coordinador de contenidos en FuturEnviro e Interempresas Smart Cities · Interempresas Media
15/12/2025
El tercer y último bloque temático de la jornada 'Hacia la Responsabilidad Ampliada del Productor: Innovación, sostenibilidad y análisis de los SCRAPs' —celebrada en las oficinas de la delegación en Madrid de Interempresas Media el pasado 30 de octubre— estuvo dedicado a analizar las diferencias entre los modelos de sistemas colectivos (SCRAPs) frente a los individuales (SIRAPs). Fue un debate en el que varios de los ponentes redujeron la operatividad y efectividad, así como el cumplimiento estricto de las obligaciones de la RAP, a los sistemas individuales que deben gestionar envases y residuos de envases muy concretos y especializados y en zonas geográficas muy concretas.
Agradecimientos: María Delgado e Irene García.
Tal y como sucedió en la segunda parte del desayuno informativo, el primer interviniente en ésta fue José Vicente Ronda, director general de la Asociación Española para la Valorización de Envases (Aevae), quien dijo que los SIRAPs “tienen una capacidad limitada para cumplir la RAP”, puesto que, como los primeros, “deben cumplir los requisitos de recogida separada por material, a lo que hay que añadir la dispersión geográfica, así que si venden productos en todo el país, a ver cómo los recogen. Nosotros siempre hemos entendido que los SIRAPs han sido concebidos para las empresas que utilizan siempre envases reutilizables”.
Ronda añadió que el R.D. 1055/2022 contempla peculiaridades para las trampas para animales que, aunque no son un envase, están reguladas en este mismo real decreto. “En el caso de que el fabricante de las mismas comercialice ese producto a nivel local o regional, puede que tenga la capacidad —con sus medios o con los de los gestores de residuos—, para recogerlos, pero es muy complicado”.
José Miguel Vendrell, director de Sunrepack, intervino para señalar que el sistema colectivo al que representa ha constatado que “algunas empresas han decidido poner en marcha sistemas individuales con la simple comunicación ambiental, y así se ponen a funcionar. ¿Qué sucede luego? Pues que una empresa de consultoría les ha dicho que en lugar de cobrarles cinco le cobrará dos y medio, lo que pueden permitirse, hasta cierto punto, porque no tienen algunos gastos como los de comunicación o los que generan los convenios colectivos con la Administración. Así que esas empresas deciden seguir bajo esta fórmula aprovechando este, digamos, vacío legal, y se van ahorrando dinero pensando que en algún momento se pondrán al día. Pero es evidente que hay empresas que, por ejemplo, fabrican luminarias u ordenadores y no pueden asumir las obligaciones de la RAP. Otra cosa son productos muy específicos, como un equipo para hacer radiografías o baterías industriales, que son unidades muy limitadas y que se sabe perfectamente dónde se encuentran, que sí pueden ser gestionados por un SIRAP que cumpla realmente sus funciones”.
Enfrentarse a la realidad
Esther Colino, directora comercial de Procircular, dijo que la mera existencia de los SIRAPs es positiva porque la empresa que pretende impulsar un sistema individual “se da cuenta de la dificultad que conlleva y se percata de los servicios que prestamos los SCRAPs”. Colino advirtió que los SIRAPs no se pueden convertir “en un coladero” para incumplir la ley, y auguró que si la modalidad de los sistemas individuales se extiende y generaliza “todos tendremos un problema, tanto nosotros como la Administración, que verá que en lugar de coordinarse con los sistemas que ya estamos operando tendría que hacerlo con cientos, con miles de empresas”.
La directora comercial de Procircular —quien hizo una distinción entre los envases domésticos de gestión municipal, de los comerciales e industriales (sobre los primeros aseguró que hay un incumplimiento “que el legislador cifra en alrededor del 20% de los envases que no está adherido a ningún SCRAP”)—, puso el acento en la necesidad de regular otros flujos de envases con los mecanismos de control en frontera.
Respecto a los envases comerciales e industriales, Colino dijo que “el primer problema que tenemos es el número de adhesiones recogidas en el registro de productores, que debe cumplir una mayoría de empresas”. En este terreno, la directora comercial de Procircular se preguntó qué piensan hacer las comunidades autónomas para conocer qué sistemas de vigilancia y de control van a poner en marcha para asegurar el cumplimiento de la legislación, “porque hasta ahora nos han dejado solos en todo este proceso, porque no es solo un asunto de las fronteras. La industria española está tremendamente atomizada y nosotros podemos llegar hasta donde podemos llegar pero, si esto no cambia, el nivel de incumplimiento será gigantesco”.
Viloeta Sánchez, de Recyclia, intervino para señalar que el hecho de que un sistema individual pueda operar solo con una comunicación y no requiera de una autorización hace que puedan operar sin ninguna supervisión, “lo que genera un problema muy gordo, porque hasta que se realice una vigilancia sobre cada uno de esos SIRAPs pueden estar funcionando sin cumplir todos los requerimientos exigidos. Por tanto, creo que habría que establecer una serie de requisitos que deberían cumplir los SIRAPs para ser autorizados, para lo cual tendrían que presentar una autorización o superar un proceso de autorización en lugar de una mera comunicación”.
La integración, una solución efectiva
La directora técnica y de Operaciones de la Fundación Ecolum, Patricia Herrero, preguntó al resto de ponentes su opinión sobre aquellas empresas que —por las características de sus envases, por la localización geográfica de su presencia o bien por otras razones— podrían operar como SIRAPs pero prefieren unirse a un SCRAP para reducir la carga administrativa que conlleva operar como un sistema individual.
“La opinión que tengo sobre que una empresa, con un circuito cerrado de residuos de envases, se inscriba en un SCRAP, es positiva. Porque, al final, nosotros hemos profesionalizado la gestión administrativa y canalizado una información que aporta un valor en la acreditación de esos envases (…). No obstante, a nivel interno esas empresas deben avanzar en los cumplimientos actuales y futuros, como la modulación para los envases de un solo uso”, señaló el director general de Envalora, Joan Ros, quien añadió que “cuando se tiene un circuito cerrado dentro de un SCRAP debemos seguir progresando, pidiendo —por ejemplo— una rotación de esos envases. Al final, las empresas que controlan su sistema y son capaces de gestionar adecuadamente sus residuos tendrá una mejor modulación frente al que no cumpla estos requisitos”.
Luis Moreno, director general de la Fundación Ecolec, apuntó que “al final, los sistemas colectivos tenemos que ofrecer servicios a nuestros clientes. Y —si uno de ellos es una empresa que tiene un sistema cerrado— gestionarlo y controlarlo y, además, reportar sus datos a la Administración. Porque hay empresas que no se quieren complicar la vida desde el punto de vista administrativo y prefieren estar bajo el paraguas de un SCRAP. Ahí está el valor que podemos ofrecer a las empresas. En cuanto a la eficiencia interna de los SCRAPs, si tienes tres, cinco o veinte empresas que están en circuito cerrado debes establecer un marco de trabajo con esas empresas que haga más eficiente tu propio sistema. Pero insisto, lo que tenemos que ofrecer son soluciones a los productores. Puede que debamos crear, tal y como tenemos nosotros, grupos de trabajo de productores (como supongo que todos tenemos) pero dedicados a estas empresas que tienen circuitos cerrados para resolver sus necesidades.
Sobre los envases reutilizables y también como los de un solo uso, el director general de Genci, Eduardo de Lecea, afirmó que “el problema de todas estas interpretaciones es que —desde mi punto de vista— le damos la potestad de decidir si un envase es no reutilizable al actor que pone en el mercado el envase, al envasador. Y ahí empieza la tragedia. Porque unos dirán que es de un solo uso, otros que es reutilizable. Y ante eso, o las reglas se marcan muy claras o nos exponemos a que se produzca fraude con muchas derivadas”.
El ecodiseño, una herramienta con múltiples ventajas
Patricia Herrero destacó las mejoras en la reciclabilidad y reparabilidad que han logrado empresas colaboradoras de Ecolum introduciendo pequeñas mejoras productivas que han propiciado grandes beneficios desde un punto de vista competitivo, en lo que coincidió José Miguel Vendrell, de Sunrepack, quien afirmó que si un material tiene un valor positivo se recoge y se gestiona, “así que si los productos han recurrido al ecodiseño gracias a la colaboración entre fabricantes e institutos tecnológicos o bien a través de las aportaciones de los SCRAPs, y siempre que los precios sean competitivos, se aprovecharán; pero si el producto en cuyo diseño se han tenido en cuenta estos aspectos pero es más caro que un producto elaborado con producto virgen, al final el envasador comprará el que tiene material virgen”.
Tras un intercambio de opiniones sobre la necesidad de establecer cargas fiscales a productos elaborados con materiales vírgenes o bien a aquellos que provengan de terceros países que no sean reciclables, el moderador de la jornada, Eduardo Perero, recordó que en el Congreso Nacional de Medio Ambiente de 2026 se crearán “espacios de debates útiles en los que podamos avanzar y aclarar éstas y otras cosas”. Además, lanzó el guante a los participantes en la mesa redonda organizada por Interempresas Media para animarlos a que realicen propuestas temáticas que serán abordadas en Conama 2026, que tendrá lugar antes de diciembre del próximo año.
Fue, sin duda, una interesantísima jornada —excelentemente bien conducida por Eduardo Perero— en la que participaron los primeros espadas de casi todos los principales Sistemas Colectivos de Responsabilidad Ampliada del Productor (SCRAP) que operan en España, que se encuentran en un momento de efervescencia que hace necesarios este tipo de eventos.
La realidad, la evolución de las reglas de juego y el encaje del actual marco legal con el reglamento europeo (así como la adaptación del sector empresarial español a la RAP) determinarán si nuestro país avanza en una verdadera economía circular —escrita en minúsculas, prueba de que habrá pasado de ser casi un recurso retórico que en ocasiones se esgrime como un mero eslogan—, lo que beneficiará la actividad empresarial, el empleo y, sobre todo, reducirá el daño que el actual modelo económico lineal infringe a nuestro ya maltratado planeta.
















