Tribuna Javier Figueras, vicepresidente de Industrial Automation en Schneider Electric
Uso eficiente del agua: de obligación regulatoria a ventaja competitiva empresarial
La gestión del agua ha pasado a ocupar un lugar central en la agenda empresarial europea. La Estrategia de Resiliencia Hídrica de la Comisión Europea, presentada en 2025, fija un objetivo claro: reducir en al menos un 10% el consumo de agua de aquí a 2030. Para las empresas el mensaje es claro: el agua mantiene su valor ambiental, pero adquiere un papel estratégico al impactar en costes, resiliencia y competitividad.
En España, este impulso europeo se ve reforzado con el avance del PERTE de Digitalización del Ciclo del Agua, una iniciativa del Gobierno destinada a modernizar redes urbanas y sistemas de regadío mediante sensorización, monitorización y control digital. La segunda convocatoria, resuelta en octubre de 2025, asigna más de 170 millones de euros a 375 proyectos en todo el país, evidenciando que la eficiencia hídrica y la digitalización no son una agenda futura, sino una prioridad inmediata en un contexto de estrés hídrico creciente.
La Comisión Europea advierte que, de aquí a 2030, la demanda mundial de agua superará en un 40% los recursos disponibles si no se actúa con rapidez. Esa tensión no es solo ambiental, sino que tiene un impacto directo en la economía. De hecho, el 'CDP Global Water Report 2023' estima que los riesgos vinculados al agua suponen un impacto financiero potencial de 594.000 millones de dólares a nivel global.
Hacia un control inteligente del recurso
Durante años, la gestión del agua en la industria se basó en datos agregados y balances mensuales o anuales. Ese enfoque ocultaba fugas, consumos anómalos e ineficiencias que se diluían en los promedios, generando una gestión reactiva y con un coste directo sobre la eficiencia y la resiliencia operativa.
Hoy, tecnologías como la sensórica, el IIoT y la analítica avanzada permiten disponer de datos en tiempo real y con el nivel de detalle necesario por proceso o activo. Esa visibilidad granular permite detectar fugas, calcular con precisión el consumo de agua y energía y simular escenarios de estrés con modelos predictivos y gemelos digitales. Con este salto, las empresas pasan de reaccionar a gestionar de forma proactiva, ganando eficiencia y capacidad de anticipación.
El salto decisivo llega cuando los datos hídricos se integran con los energéticos. Esa visión conjunta permite calcular el coste total de cada proceso y priorizar dónde actuar con mayor retorno, ya sea reparando una fuga, ajustando un bombeo en horas de menor coste o rediseñando un circuito de recirculación. Con esta integración, el agua deja de gestionarse de forma aislada y se incorpora a una estrategia operativa más amplia, que combina eficiencia y sostenibilidad.
Javier Figueras, vicepresidente de Industrial Automation en Schneider Electric.
Tres pasos hacia la ventaja competitiva
Avanzar hacia una gestión inteligente del agua no consiste solo en instalar sensores o recopilar datos. Lo clave es transformar esa información en decisiones operativas que generen valor tangible y verificable en el tiempo. Desde Schneider Electric defendemos que las empresas deben abordar la eficiencia hídrica como una estrategia competitiva estructurada en tres pasos.
El primer paso es medir con precisión, dejando atrás balances estáticos y creando un mapa hídrico vivo que muestre el consumo por procesos y activos. El segundo consiste en integrar esos datos en sistemas que prioricen acciones, cierren el bucle de decisión y ofrezcan trazabilidad para auditorías y reporting. Aquí la 'Corporate Sustainability Reporting Directive' (CSRD) es clave, pues exige a las empresas europeas informar de manera comparable y verificable sobre su desempeño, incluida la huella hídrica.
El tercer paso es planificar con visión de resiliencia, incorporando medidas de reutilización y recirculación e inversiones que reduzcan simultáneamente agua y energía, alineadas con la taxonomía verde europea y los objetivos de 2030.
La Estrategia de Resiliencia Hídrica establece el marco, pero son las empresas quienes definen la velocidad de la transición. Quienes se limiten al cumplimiento llegarán tarde. Quienes digitalicen, optimicen y planifiquen transformarán la obligación en ventaja: menos consumo por unidad producida, más estabilidad en escenarios de estrés y un relato ESG verificable ante reguladores e inversores. En un país donde cada gota cuenta, la gestión inteligente del agua no es un eslogan: es la diferencia entre adaptarse y competir.






















