Diid Seguridad analiza las principales diferencias entre sistemas de seguridad cableados e inalámbricos
¿Cablear o no cablear? That’s the question!
Una discusión que se presenta con cierta frecuencia es la de elegir entre sistemas cableados y sistemas inalámbricos. Cuando presentamos el nuevo panel cableado de una marca, el equipo comercial nos comenta que cada vez son más los clientes que se decantan por sistemas inalámbricos; lanzamos la nueva central inalámbrica del mismo u otro fabricante y los comerciales nos hacen saber que muchos instaladores prefieren el cableado. ¿Qué hacer? ¿Cómo acertar? Fuera de las instalaciones de grado 3, que han de ser siempre cableadas, las discrepancias están servidas.
Todos tenemos presente que, por su complejidad tecnológica, los componentes inalámbricos resultan sustancialmente más caros que los cableados, pero que la facilidad con que se instalan ahorra muchas horas de trabajo, con lo que el presupuesto para la puesta en marcha puede llegar a ser equivalente. Una vez en funcionamiento, mantener el sistema cableado resulta más barato, dado que son sistemas de alto rendimiento conectados a la red eléctrica, mientras que los inalámbricos requieren que estemos pendientes de las baterías, entre otras cosas.
Claro que, si damos a elegir a los propietarios, es posible que convengan muchos de ellos en que más vale un mantenimiento periódico que un antiestético cableado en su hogar o en el establecimiento que cada día abren al público. Además, si se mudan, les resultará fácil llevarse la instalación, cosa que no sucede con la opción de cablear. Y si deciden ampliar su sistema de alarma o implementar nuevas funcionalidades, lo tendrán mucho más fácil con el inalámbrico que con el cableado.
Por supuesto, en algún momento llega la pregunta más difícil de responder: «Y, ¿qué resulta más seguro?». Desde el punto de vista funcional, ambos sistemas ofrecen los mismos tipos de alarma y las mismas reacciones, y tanto la programación como la señal de alarma emitida son semejantes. Lo que marca la diferencia es el modo en que los periféricos se comunican con la central. En un sistema cableado, los detectores están físicamente conectados a la central, de modo que, siempre que la instalación esté bien hecha y los cables no se encuentren deteriorados, los eventos de alarma y los fallos son advertidos de inmediato por la central. En un sistema inalámbrico, la codificación de los periféricos y el software desarrollado por el fabricante son esenciales para el funcionamiento de la instalación, tanto para la correcta comunicación de alarmas como para la detección de fallos y problemas derivados de la presencia de interferencias o de inhibidores.
Entre los instaladores encontramos enconados partidarios de uno y otro sistema. Quienes defienden el cableado, alegan que la sensibilidad de lo inalámbrico a las interferencias y a los inhibidores supone una merma de la seguridad, en especial dentro de entornos grandes, como fábricas, naves industriales, edificios, etc. Para los que prefieren el inalámbrico, el cableado es susceptible de sufrir sabotajes y, además, las centrales y las canalizaciones resultan muy fáciles de detectar, aumentando las posibilidades de un ataque, sobre todo en instalaciones residenciales o pequeños establecimientos. También, cómo no, son cada vez más los adeptos de las instalaciones híbridas, que soportan elementos cableados y elementos inalámbricos.
Es difícil apostar a priori por uno u otro sistema, sin conocer los detalles del proyecto, las características del inmueble que se quiere proteger, las necesidades del usuario o el dinamismo que requiera la instalación. La decisión dependerá de factores diversos, como hemos visto, y el cliente final tiene mucho que decir.
Ahora bien, para tomar una decisión tan compleja, los profesionales precisan productos fiables y eficaces a su alcance. Por eso es necesario que fabricantes y distribuidores pongamos en sus manos un catálogo de sistemas de alta calidad que garanticen la seguridad de los bienes y las personas. En Diid Seguridad, al menos, queremos que la pregunta acerca de qué sistema es más seguro desaparezca de la ecuación. Se trata de dar al cliente la tranquilidad de saber que, escoja lo que escoja, va a estar siempre protegido con las mejores equipaciones.