"Los fabricantes de maquinaria agrícola estamos muy orgullosos de lo que hacemos"
Entrevista a Jelte Wiersma, secretario general de CEMA
La Asociación de Fabricantes Europeos de Maquinaria Agrícola (CEMA) estuvo presente en Demoagro en la persona de su secretario general, Jelte Wiersma, quien mostró de forma explícita su apoyo al evento organizado por su miembro español, ANSEMAT.
Apenas ha cumplido los primeros seis meses en el cargo, ¿cuáles son sus primeras impresiones?
He comprobado que CEMA es una fantástica organización. Somos seis personas en Bruselas (Bélgica), pero más de 450 las personas involucradas en nuestras actividades. Por supuesto, lo más importante son nuestras doce asociaciones nacionales, incluida la española ANSEMAT, y tenemos una gran presencia en Europa, incluyendo Reino Unido y Turquía, que ahora hemos ampliado con la incorporación de Polonia. En definitiva, tenemos miembros de pleno derecho (España, Reino Unido, Dinamarca, Países Bajos, Bélgica, Francia, Alemania, Italia, Austria y Polonia) y uno asociado (Turquía).
Además, trabajamos con varios de los más grandes fabricantes de tractores y maquinaria agrícola de todo el mundo. Somos una organización muy rica que refleja toda la diversidad de Europa en pueblos, idiomas, fabricantes... con los diferentes tipos de agricultura que tenemos. Estoy comprobando que es un sector maravilloso.
¿Qué volumen de facturación absoluta puede mover CEMA?
El volumen de facturación de nuestras empresas se sitúa entre 50 y 60.000 millones de euros. Europa está a la vanguardia mundial en producción y exportación de alta tecnología y, mientras otros sectores lo consiguen subcontratando a otras zonas del planeta, la industria europea de la maquinaria agrícola lo hace prácticamente de forma total aquí, lo que favorece el empleo en los países de nuestro entorno, y además lo hace en zonas rurales.
Más allá de esta incuestionable aportación social, el sector de la maquinaria agrícola demuestra su fortaleza y evolución tecnológica.
Sin lugar a dudas, es un sector muy dinámico. Mis queridos amigos de la industria de la automoción creen que están en la cima del mundo, pero yo siempre repito que estamos 10 años por delante de ellos cuando se trata de nuevas tecnologías. Por ejemplo, recuerdo que en 1999 ya había tractores autónomos y hace apenas unos años que este asunto ha entrado de lleno en los coches.
¿Es viable esta carrera evolutiva? ¿Considera que el sector tiene capacidad para afrontar las inversiones que exigen las nuevas tecnologías?
La agricultura tiene ante sí algunos desafíos muy grandes, especialmente en lo que respecta a la seguridad alimentaria, el medio ambiente y la gestión del agua. Pero debemos tener presente que todo ello pasa por la sostenibilidad financiera de los productores, cuya actividad debe ser rentable. De lo contrario, es el fin del juego. Son desafíos que estamos afrontando en Europa, pero no podemos plantearnos un asunto central como es la sostenibilidad únicamente a base de incrementar la presión regulatoria a los agricultores.
A ello hay que unirle últimamente el problema que tenemos con la inflación, provocada principalmente por la escalada de precios de los alimentos, lo cual también repercute negativa e injustamente en la imagen de los productores. Es importante que Europa produzca alimentos suficientes para su propia población y no volverse dependiente de las importaciones, como ya ha sucedido con la energía. Y, para todo ello, se necesita más maquinaria de alta tecnología en el campo, no hay otro camino. Tecnología que, obviamente, hay que pagar y los nuevos equipos no son baratos.
Wiersma observa en Demoagro un ejemplo de la transparencia que, a su juicio, debe transmitir el sector de la mecanización agrícola.
¿Qué está sucediendo para que esté calando en una parte de la sociedad el discurso que criminaliza la maquinaria agrícola, al señalarla como una de las culpables incluso del cambio climático?
Es cierto lo que dice, porque así lo percibo yo también en algunos ámbitos en Bruselas. Estamos trabajando en ello y, recientemente, en un Comité de Agricultura pude charlar con el europarlamentario irlandés Luke Ming Flanagan, miembro del grupo de los Verdes, y entendió que la tecnología es una solución. Él llegó a decir que los agricultores necesitan para ello mucho más dinero público.
La idea lanzada desde ciertos sectores 'verdes' de que nuestra industria puede ser negativa definitivamente no es cierta, y debemos explicar qué podemos hacer con la tecnología y que con ella podemos lograr todos los objetivos que nos planteamos. Porque todos queremos ser sostenibles, disfrutar de unos precios de los alimentos más asequibles y comer de forma segura.
En este sentido, ¿qué se está haciendo de forma concreta desde CEMA?
Como representantes de la industria europea de la maquinaria agrícola, estamos informando a políticos, funcionarios, ecologistas... sobre lo que podemos hacer. Y he llegado a la conclusión de que nuestra comunicación no debe ser tan defensiva, sino más ofensiva, porque estamos muy orgullosos de lo que hacemos.
Ayudamos a los agricultores a ser más sostenibles y ofrecer alimentos más seguros a los mercados. Y si así lo siguen queriendo, podemos brindárselo, pero necesitamos ayuda, no siempre encontrarnos caminos cerrados. Creo que este mensaje está sonando cada vez con más fuerza en Bruselas y me siento feliz porque observo una evolución positiva.
Más allá de reclamar ayudas a las inversiones por el elevado coste de los equipos, ¿llevan a cabo labores 'didácticas' que ayuden a entender a los europarlamentarios la necesidad de las nuevas tecnologías?
Hace unas semanas, varios miembros de CEMA nos reunimos con Anne Bucher, directora de la Dirección General de Sanidad y Seguridad Alimentaria, para explicarle cómo gracias a la tecnología se puede reducir hasta un 60 % la aplicación de fertilizantes líquidos. Esto es una gran mejora para los agricultores, ya que este producto es muy caro, y también lo es para el medio ambiente.
Necesitamos que se apoyen estas soluciones porque las inversiones son muy altas. En Europa la tasa de renovación de este tipo de equipos es del 2 % anual, mientras que en Norteamérica es del 4 % anual, y aún vemos en nuestros campos máquinas muy antiguas -cierto que de una gran calidad, por eso duran tanto- pero que ya no permiten cumplir los requisitos medioambientales que nos hemos impuesto.
Deberíamos encontrar -y digo deberíamos porque es tarea que compete a todos, tanto a los agricultores, como a los políticos y a la industria- una solución para asegurarnos que las nuevas máquinas lleguen al mercado más rápido de lo que lo hacen hasta ahora. Pero no debemos alejarnos de la realidad y uno de los caminos para conseguirlo es alcanzar una 'paz regulatoria', quiero decir, se habla mucho, demasiado, de nuevas leyes a nivel europeo, nacional o incluso regional. Y esto tiene una repercusión paralela: los bancos rehúsan financiar cuando observan escenarios demasiado inestables.
Teniendo en cuenta que son, o eran, dos mercados muy importantes para los fabricantes europeos, y cada cual tiene o tenía sus respectivos intereses, ¿mantienen desde CEMA alguna posición concreta con relación a la guerra entre Rusia y Ucrania?
Sí, por supuesto. Estamos alineados con las restricciones que han establecido la Unión Europea y Estados Unidos. Es una situación muy difícil, porque muchas de nuestras empresas que habían hecho inversiones en Rusia han visto perder su dinero, a pesar de que tienen una muy buena relación con los agricultores del país, que también son víctimas de la guerra. Por otro lado, algunos de nuestros asociados están intentando ayudar a los agricultores de Ucrania a recuperar sus tierras afectadas por las bombas y tratar de que vuelvan a ser productivas.
La población mundial continúa creciendo y necesitaremos tierras fértiles, como las de Rusia y Ucrania, para producir más alimentos. Y aquí vuelvo a incidir en la necesidad del uso de la tecnología, que será una herramienta fundamental para ese desarrollo.
En CEMA están representadas los principales compañías que fabrican maquinaria agrícola en Europa.
¿Qué papel juega CEMA en el panorama ferial europeo, teniendo en cuenta que algunos de los grandes certámenes son organizados por miembros de la asociación y cada exposición, lógicamente, defiende sus intereses?
CEMA no entra en este asunto. Efectivamente, las asociaciones nacionales organizan ferias y el límite se lo ponen ellas mismas. CEMA es el lobby del sector de la maquinaria agrícola en Bruselas, algo así como su embajador en las instituciones europeas para hacerles llegar nuestro mensaje común
“Demoagro es un ejemplo perfecto de cómo nuestra industria abre sus puertas a todo el mundo”
"Estoy muy feliz de haber venido a España. Me invitaron a venir e Ignacio Ruiz y su equipo de ANSEMAT han sido los anfitriones perfectos. Quiero agradecérselo públicamente. Pero lo realmente importante es el interés que ha despertado entre los agricultores una exposición en campo. Por eso, insisto en que debemos ser más ofensivos en nuestra comunicación, ser más abiertos, y Demoagro es un ejemplo perfecto de cómo hacerlo bien. Al aire libre, con acceso libre, transparantes al 100 %. Es un ejemplo perfecto de cómo nuestra industria abre sus puertas a todo el mundo, especialmente a los agricultores.
Solo hay que darse una vuelta y observar cómo disfrutar los profesionales probando las máquinas. Grupos de amigos agricultores que se suben a los tractores, los prueban, y conocen las tendencias de futuro de mano de los expertos de cada marca. Un escenario fantástico. Mis más sinceras felicitaciones a ANSEMAT y a toda la industria española por Demoagro 2023".