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El trabajo damnifica

Redacción Protección Laboral19/06/2017
Hay cierta evidencia empírica, y algunos argumentos de orden lógico que parecen tener bastante solidez, acerca de la relación entre el aumento de los accidentes en los tres o cuatro últimos años y el crecimiento de la economía.
Sin embargo, la aceleración económica no parece ser una causa fundamental de la siniestralidad. Existen otras estructurales, asociadas al marco productivo español, como la temporalidad, el predominio de las pymes, la economía sumergida… Y otras causas de las que se habla menos.

Entre las causas menos aireadas de nuestra siniestralidad habría que contemplar la pobre, deficiente –o inexistente- evaluación de riesgos (repetida tantas veces como haga falta por cambios en el lugar de trabajo), la externalización de dicha evaluación, y la ‘prevención de papel’, esa estrategia que se preocupa más de los documentos (como coartada) que de la seguridad en el tajo.
Lo que es incontrovertible es que –con relación causal o sin ella- cada vez que se acelera la economía española, crece la siniestralidad laboral.
¿Estamos trabajando o, en algunos casos, dejándonos la piel en el puesto de trabajo? A la luz de la estadística, no queda más remedio que aceptar como terriblemente seria la sentencia de que, mal planteado u organizado, “el trabajo no sólo no dignifica, sino que damnifica”, y no sólo el cuerpo, sino también la mente. Si bien, hasta la fecha, las listas de enfermedades profesionales se han reservado a las de origen fisiológico, y han subestimado en gran medida las psicológicas, por inespecíficas o poco evidentes.

Lo que muestra la estadística


La estadística de siniestralidad laboral es tozuda: sea por aumento de la actividad económica o por desidia en las medidas preventivas, constatamos un repunte de la siniestralidad en el puesto de trabajo en 2015, tendencia que ya era alcista desde el 2013.
En el primer semestre de 2015 el número de accidentes laborales crecía un 6,7%. La tasa de los accidentes ‘in itinere’ (desplazamientos hacia o desde el centro de trabajo) también crecía. Se incrementaba asimismo el número de accidentes mortales: y la tasa de incidencia (siniestralidad relativa expresada en número de accidentes por cada 100.000 trabajadores). El aumento generalizado de la siniestralidad laboral afectaba a las cuatro grandes divisiones de la actividad económica (agricultura, industria, servicios y conocimiento).
Aunque existe una relación causa-efecto entre la actividad económica y la siniestralidad, la Secretaría de Salud Laboral de CCOO advertía que “la evolución de los índices de incidencia revela que la siniestralidad está aumentando a un ritmo muy superior al empleo, siendo la prevención de riesgos laborales una de las primeras víctimas de la crisis económica”.
En el último año (de verano a verano), se ha mantenido la tendencia in crescendo de siniestralidad. Según el informe “Siniestralidad laboral julio 2015 - junio 2016”, elaborado por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social, “el número total de accidentes registrados en el periodo comprendido entre julio de 2015 y junio de 2016 supone un aumento de un 6,3% con respecto al mismo periodo interanual anterior. Aumentan los accidentes leves (6,3%), y los graves (5,7%); sin embargo disminuyen los accidentes mortales (-0,4%). Se produce un aumento de un 3,3% de la población trabajadora con la contingencia por accidente de trabajo cubierta en los mismos periodos de referencia”.
La siniestralidad sectorial del periodo fue:
-Agrario. Aumenta (6,1%) el número de accidentes de trabajo totales; los accidentes de trabajo graves aumentan (3,6%), mientras que los accidentes mortales disminuyen (-7,4%). La población trabajadora con la contingencia por accidente de trabajo cubierta aumenta (7,6%).
-Industria. Aumenta el número de accidentes de trabajo totales (8,0%): los accidentes de trabajo mortales aumentan (10,8%), y en menor medida los accidentes graves (5,1%). La población trabajadora aumenta un 2,7%.
-Construcción. Aumenta el número de accidentes de trabajo totales (8,7%): aumentan los accidentes graves (5,3%), mientras que en los accidentes mortales no hay variación respecto al mismo periodo interanual anterior. La población trabajadora en este sector aumenta (3,6%).
-Servicios. Aumenta (5,3%) el número de accidentes de trabajo totales; concretamente asciende el número de accidentes graves (6,7%), y disminuyen los accidentes mortales (-3,4%). La población afiliada con la contingencia cubierta en este sector aumenta (3,2%).



La tabla adjunta recoge la lista de ‘killers’ (accidentes laborales mortales) y su distribución por sectores, según datos del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (INSHT).
El índice de incidencia de los accidentes de trabajo totales ha subido el último año un 2,9%. Asimismo aumentó el índice de incidencia de los accidentes de trabajo leves (2,8%), y el de accidentes de trabajo graves (2,1%); sin embargo descendió el índice de incidencia de accidentes de trabajo mortales (-5,7%).
Se constata, pues, una sintomática correlación entre actividad económica y siniestralidad, de la que se advierte desde diversas instancias. Así, Emili Castejón, investigador con décadas de experiencia en salud laboral, argumenta que “la evolución a largo plazo de la siniestralidad laboral en España muestra claramente una fuerte asociación con el crecimiento económico: cuando el PIB crece, la siniestralidad (medida a través del índice de incidencia), tiende a aumentar vigorosamente; cuando el PIB se estanca o incluso decrece, la siniestralidad disminuye apreciablemente.
La explicación al hecho de que la siniestralidad española ‘sobre-reaccione’ a las variaciones del ciclo económico –prosigue Castejón- hay que buscarla en el diseño de nuestro sistema preventivo nacional, notablemente distinto al que rige en nuestros vecinos.
Una de las principales diferencias (pero ni mucho menos la única) es la ‘tasa de externalización’, es decir, la proporción de las actuaciones preventivas que las empresas asumen con medios propios respecto a las que ‘delegan’ en proveedores externos, en general servicios de prevención ajenos.
La segunda encuesta Esener, efectuada por la Agencia Europea, muestra claramente que España es uno de los países de la Unión Europea en los que más evaluaciones de riesgos se realizan (ocupa el sexto lugar en el ranking) pero uno de los que en menor medida asumen esta tarea con medios internos de la empresa”.


La carga de trabajo es un factor de siniestralidad cuando se acelera la economía
Perfil de la siniestralidad laboral en España
La caracterización de los accidentados revela tres evidencias: los varones se accidentan tres veces más que las mujeres; los más jóvenes soportan mayor riesgo de accidente, aunque menor en el caso de los mortales; y la incidencia es más alta en las personas con menos antigüedad en el puesto de trabajo.
En lo que se refiere a las empresas, el riesgo se concentra sobre todo en unas pocas actividades (minería, pesca, algunas actividades del metal, construcción), y el mayor número de accidentes se da en las empresas más pequeñas, aunque la mayor incidencia se da en las de tamaño medio. Por tipología de puestos de trabajo, el mayor riesgo se da en peones y en especialistas de la industria y la construcción, siendo los trabajadores temporales quienes soportan una incidencia mayor de accidentes.
Veamos otros rasgos definitorios:
·Causas de los accidentes
El origen traumático es el más frecuente, pero las patologías no traumáticas representan una parte muy importante de las muertes por accidentes. Los sobreesfuerzos representan la causa que más ha crecido, hasta convertirse en la primera.
La explicación de las causas debe relativizar los factores ya citados (crecimiento económico y temporalidad). La mayor actividad económica es, en principio, un factor determinante del incremento de la siniestralidad. Pero no podemos concluir que sea el principal. Y siempre en este capítulo debe conocerse la magnitud de la ‘carga de trabajo’, variable fundamental para explicar la relación entre crecimiento económico y siniestralidad laboral.
En cuanto a la correlación siniestralidad-temporalidad, los expertos convienen en que es una ‘asociación compleja’. Durán ya citaba en su informe que “no parece claro que el hecho de tener un contrato temporal suponga siempre asumir un mayor riesgo de accidente. La distribución por actividades económicas de los temporales parece explicar, entre otros factores, ese mayor riesgo. De esta forma, parece descartable que una reducción de la temporalidad fuese capaz, por sí sola, de reducir sustancialmente el riesgo de accidentes”.

Marco productivo español


Veamos unos rasgos que ya son clásicos: crecimiento económico y temporalidad, que explican vagamente lo que ocurre con nuestra siniestralidad laboral.
·Accidentes y crecimiento económico
Al principio, aludimos a la relación entre el aumento de los accidentes en los tres o cuatro últimos años y el tímido crecimiento de la economía. Los argumentos que avalan esta tesis son que, junto al aumento del empleo, el crecimiento económico comporta un aumento de la carga de trabajo. Desde que un trabajador se incorpora a un puesto de trabajo hasta que adquiere plena destreza en las tareas hay un periodo en el que, precisamente por no haber adquirido aún esa plena destreza, es posible una mayor frecuencia de errores, algunos de los cuales pueden suponer mayores riesgos para la seguridad laboral.
La comparación entre las evoluciones de la incidencia de los accidentes de trabajo con baja y la del PIB en términos reales apoya estas consideraciones. En el período 1983 y 1999, se observó una situación similar: la siniestralidad corría paralela al ciclo económico (admitiendo la existencia de una disparidad de comportamientos entre los distintos sectores básicos).
Hablando de esa época, el Informe Durán señalaba que “el fuerte crecimiento económico puede ser, en conclusión, un factor determinante del aumento de la siniestralidad que se ha dado en España en los últimos años (postrimerías del siglo XX). Pero es difícil pensar que ha sido el principal de ellos y, sobre todo, apenas se conoce la carga de trabajo, variable que explicaría la relación entre el crecimiento y la siniestralidad”.
Por este motivo, el Informe proponía “estudiar a fondo las relaciones entre el crecimiento económico y la siniestralidad, a través de un mejor conocimiento -que debería contemplarse en el diseño futuro de las Encuestas Nacionales de Condiciones de Trabajo (ENCT)- de la carga de trabajo, variable que parece conectarlos, y de la relación entre ésta y otras condiciones determinantes del riesgo”.
·Temporalidad y riesgo de accidentes
En general, la temporalidad aparece vinculada a la ocurrencia de accidentes de trabajo. De hecho, el cálculo de tasas de incidencia de los accidentes entre los asalariados temporales, por ramas de actividad, constata una mayor incidencia entre los temporales.
Sin embargo, Durán ya señalaba que “los resultados no implican que el mayor riesgo de accidentes se encuentre en las ramas con mayor peso de la temporalidad”. De manera análoga, las mujeres (que tienen mayores tasas de temporalidad) no tienen índices de incidencia de la siniestralidad mayores a otros colectivos.
Por tanto, Durán concluía que “parece acreditada la estrecha asociación entre temporalidad y riesgo de accidentes de trabajo. Pero, a su vez, parece descartable que una eventual reducción de la temporalidad fuese capaz por sí sola de reducir sustancialmente el riesgo de accidentes de trabajo. La complejidad que subyace a esta asociación lleva a plantear la necesidad de estudiar la influencia de otros factores, tales como la experiencia del trabajador, el tipo de ocupación y las condiciones en las que se desarrolla el trabajo”.

Temporalidad y salud


Además de poder influir en la siniestralidad, la temporalidad del empleo es un factor que afecta a la calidad de vida laboral y, por tanto, puede tener repercusiones negativas sobre la salud. Así lo entiende la Mutua Egarsat, que hace las siguientes precisiones en torno a la temporalidad:
-“El entorno laboral actual, flexible y cambiante, puede resultar a la vez inestable e incierto, algo que debería considerarse al elaborar mecanismos de prevención de riesgos.
-Los contratos temporales alcanzan ya a un cuarto de la población trabajadora española.
-Todavía existen pocos datos sobre las enfermedades profesionales de los trabajadores temporales”.
La citada Mutua nos recuerda que “en el terreno laboral español existen contratos por meses, semanas e incluso días. Son trabajos que cubren una necesidad temporal de la empresa. Por eso, una vez concluida la labor, se termina el contrato. Se trata de una opción ideal para personas que buscan trabajar sólo una temporada mientras completan los estudios, planean un cambio de residencia o alternan esta ocupación con cualquier otra actividad. Pero a esta tipología de trabajadores temporales se unen otros que, a falta de un contrato indefinido, van pasando de un contrato temporal a otro, permaneciendo poco tiempo vinculados a una misma empresa”.
Dado que esta situación es cada vez más frecuente, Egarsat considera que “las políticas de prevención de riesgos laborales deberían tener más en cuenta este entorno laboral cambiante. Sin embargo, todavía existen muy pocos estudios centrados en descubrir cuáles son las enfermedades asociadas a esta nueva situación laboral”.
Y la tendencia del mercado de trabajo se decanta hacia la temporalidad. Al respecto, y según datos del Ministerio de Empleo, basta recordar que, a finales de 2012, un 78,4% de los contratos eran indefinidos y un 21,6% temporales. En el segundo trimestre de 2015, la tasa de temporalidad ya alcanzaba el 25%, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Una cuarta parte de los trabajadores españoles tienen pues contratos temporales. Toda estrategia de salud laboral debe tener este dato en cuenta, ya que no es posible la prevención sin un conocimiento de la situación del mercado laboral actual.


Variación del número de accidentes de trabajo con baja en jornada de trabajo y la población afiliada (julio 2015 - junio 2016 respecto a julio 2014 - junio 2015)

Otros rasgos del entorno laboral español


Hay otros factores con capacidad para influir en la siniestralidad que se deriva del aumento de la actividad económica, como son: estructura del empleo, tamaño de la empresa y economía sumergida.
Sobre la estructura del empleo, ya el Informe Durán advertía de los siguientes cambios:
-Fuerte aumento del peso del sector servicios (62% en 1999, frente al 48% en 1983), en relación con dos transformaciones de gran calado en la organización del trabajo: la externalización de actividades y el recurso a la subcontratación, tan común en la construcción durante la burbuja inmobiliaria.
-Cambio en la estructura de las ocupaciones, con predominio de las relacionadas con el sector servicios y hacia trabajos que exigen mayor cualificación. Parece persistir un patrón de sexo: mayor frecuencia de puestos administrativos, técnicos y de servicios personales entre la población asalariada femenina, frente a la mayor frecuencia entre los varones de puestos de especialistas en la industria y en la construcción, y de operadores de maquinaria e instalaciones.
-Predominio de las pymes en el tejido productivo español. De acuerdo con las cifras de empresas inscritas en la Seguridad Social, más del 50% de las empresas tenía (en 1999) 1 o 2 trabajadores, y casi otro 22% empleaba entre 3 y 5 personas. Sólo el 0,4% de las empresas tenía 250 o más trabajadores, y únicamente un 0,1% contaba con plantillas de 1.000 o más trabajadores.
-Peso considerable de economía sumergida, que –colateralmente- genera empleo. Por tratarse de actividades ‘informales’ que escapan a la fiscalización, la cuantificación es meramente especulativa. De todos modos, según datos en circulación, se ha llegado a estimar que la economía sumergida representaría hasta un 20-25% del PIB de España. Es algo que puede tener un dramático impacto no sólo en las finanzas del país, sino en la seguridad laboral de los trabajadores.
Evaluación de Riesgos, la ‘madre de las prevenciones’
En más de 20 años de vida de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales no nos hemos cansado de insistir en que es el punto de partida de toda acción preventiva. En su artículo 16, la Ley habla de la planificación de la prevención en la empresa como una obligación del empresario, y dice que todo Plan de Prevención debe de partir de una evaluación de los riesgos, desde el punto de vista de la seguridad y la salud de los trabajadores. Es decir, la evaluación de riesgos es uno de los primeros pasos para poder programar e instaurar en la empresa el Plan de Prevención previsto en la LPRL.
La evaluación de riesgos en la empresa ha de hacerse incluyendo las instalaciones y de cada uno de los puestos de trabajo que desarrollan su actividad (dentro o fuera de las mismas). La evaluación de riesgos, que tiene que quedar documentada y a disposición de las personas que puedan demandarlo, tiene las siguientes fases:
-Identificación de las áreas de actividad de la empresa.
-Identificación de los puestos de trabajo y las personas que los ocupan.
-Riesgos existentes en los puntos anteriores.
-Resultado de la evaluación y medidas de prevención y protección propuestas.
-Especificación de la metodología seguida para evaluar los riesgos.
El proceso de la evaluación se inicia con la identificación de peligros. La finalidad de la evaluación es preparar el Plan de Prevención, donde se han de contemplar las revisiones que se consideren oportunas para que la evaluación de riesgos se mantenga en todo momento actualizada.
Estos aspectos capitales –tan fáciles de asumir de manera teórica- pueden considerarse a día de hoy –con más de veinte años de vigencia de la Ley- como una asignatura pendiente para un número bochornoso de empresas. Fallando la evaluación inicial de riesgos –por causas diversas-, todo el edificio de la prevención está mal cimentado, lo que provoca las conocidas puntas de siniestralidad cada vez que se acelera nuestra economía.


Accidentes mortales en jornada de trabajo (año 2015). Formas más frecuentes según sexo

Movilidad y accidentes de trabajo


No puede dejar de ponderarse el impacto de la movilidad sobre la siniestralidad laboral: “4 de cada 10 trabajadores que fallecen por accidente de trabajo lo hacen mientras se están desplazando”, advertía Egarsat en un informe que también arrojaba los siguientes datos:
-Los accidentes in itinere (desplazamiento hacia o desde el trabajo) durante el ejercicio 2014 supusieron un total de 65.201 casos (+ 2,3% respecto al periodo precedente), representando el 13,5% del total de los accidentes laborales que causaron baja.
-El coste total de los accidentes in itinere e in misión (relacionados con la actividad desempeñada) ascendió en 2013 a 1.068,25 millones de euros.
La suma de accidentes in itinere e in misión arroja un saldo revelador a efectos preventivos: los accidentes laborales fuera del espacio de trabajo ascienden a un 20,5% del total de los accidentes laborales aproximadamente.
Esta magnitud de siniestralidad (20,5% del total) se ve agravada en lo económico al representar un coste del 30,8% del total de las prestaciones económicas para el sector de las mutuas. “Esto se traduce –citaba Egarsat- en un total de 576,6 millones de euros al año. A esta cuantía hay que añadir los costes adicionales que supone para las empresas: 491,6 millones de euros. Su impacto económico global es, por lo tanto, de 1.068,25 millones de euros anuales”.
En cuanto a las actividades y medios más susceptibles de provocar los accidentes viales-laborales, Egarsat destacaba que:
-El comercio al detalle, los servicios de comidas y bebidas, la Administración Pública, el comercio al por mayor y los servicios de alojamiento acumulan aproximadamente el 25% de las actividades con mayor número de accidentes laborales de tráfico in itinere e in misión. Es decir, aquellos trabajos en los que interviene un vehículo.
-En cuanto a ocupación, vendedores, empleados administrativos, personal de limpieza, camareros y policías son quienes padecen mayor número de accidentes de tráfico, acumulando el 24,8% del total en 2013.
-El medio de locomoción que encabeza este ranking de siniestralidad es el coche, con un 55%, seguido a mucha distancia (11,8%) por las motocicletas.
-Las partes corporales más lesionadas son: el cuello, las vértebras, la espalda o la columna.


Existe una correlación entre temporalidad del contrato y tasa de siniestralidad, un fenómeno que no tiene fácil explicación

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