Jefes y otros ogros: ¿Mito o realidad?

Existe una leyenda que ha conseguido atemorizar a los trabajadores, y que trata sobre un extraño ser que tiene poder de decisión sobre el trabajo de sus empleados, que les intimida, les presiona y les deprime.

Por desgracia, de mito no tiene nada. Se acerca más bien a una realidad susceptible de ocurrirle a cualquiera, ya que por desgracia, el jefe-ogro aún sigue existiendo en muchas empresas.

Infinitos estudios demuestran que una de las principales claves para una alta productividad es tener un buen equipo formado por trabajadores motivados, no atemorizados. Formado por trabajadores responsables, no presentistas. Formado por trabajadores cohesionados, no competitivos.

Existe pues en nuestro ámbito profesional desde hace tiempo una sensación compartida de que el sistema está anclado en viejos tópicos que le impiden innovarse y avanzar.

¿Cuáles son las claves para ejercer un buen liderazgo?

Un buen jefe debe actuar en base a estrategias de motivación, tanto en los aspectos estrictamente laborales como emocionales o personales de sus trabajadores y a la vez, dar ejemplo con su propio comportamiento.

En cuanto al trato con los trabajadores, un buen jefe debe tener en cuenta la autoestima de sus empleados e intentar mantenerla elevada. Las críticas, deberán ser hechas en privado y las alabanzas en público. Esta autoestima también debe apoyarse ofreciendo a los trabajadores formación continua, especializaciones, y sobre todo, hacerles sentir que el trabajo que desarrollan es imprescindible. El jefe deberá mantener una relación de igual a igual con sus empleados para que no se sientan desmerecidos y crean en ellos mismos como profesionales válidos. Además, es muy posible que la diversidad de opiniones haga que la empresa mejore. Con estos consejos básicos se conseguirá evitar el estancamiento y mantener la pasión por las tareas que se realizan.


Jefes y otros ogros. Imagen de Flickr

En cuanto al funcionamiento interno, es importante mantener una comunicación clara y establecer prioridades para dejar a todos desarrollar sus tareas diarias sin incidencias pero a la vez estar al tanto de los problemas que puedan ir surgiendo. Por ello, una comunicación interna fluida y ordenada es una de las claves. A la vez, el jefe deberá convocar reuniones periódicas para saber cómo van los diferentes proyectos, atender dudas sobre ellos y en definitiva, hacer un seguimiento. El feedback es básico: que los empleados sientan que el jefe está integrado en el proyecto, que se preocupa, y que está ilusionado.

La lista de recomendaciones es realmente inacabable. Lo que no pretendemos es ponerle reglas a algo que es casi tan subjetivo como uno mismo. Un buen jefe puede comportarse de muchas y distintas formas y seguir siendo un líder ejemplar.

La única clave inamovible es tener presente que la cultura laboral del control y la vigilancia ha demostrado reiteradamente ser una herramienta contraproductiva para el buen funcionamientode un equipo de trabajo. Por ello, mediante diferentes acciones, el objetivo de un buen jefe ha de ir enfocado a corregir esos comportamientos y convertir la oficina en un lugar de cooperación donde prime la solidaridad, el compañerismo y el respeto.

En un futuro, esperamos que muy próximo, el terror al jefe se convertirá en lo que debería de haber sido siempre: un mito.