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Un proyecto llamado PEGASO

Paula Llull26/03/2015
Durante 42 días, 33 científicos han navegado por la Antártida a bordo del buque de Investigación Oceanográfica BIO Hespérides para sacar adelante el Proyecto PEGASO.

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Hace menos de un mes que el buque BIO Hespérides desembarcó a 33 científicos en Ushuaia (Argentina), después de haberlos llevado a navegar durante cuarenta y dos días por las entrañas del Océano Austral, el Mar de Weddel, las Islas Orcadas y South Georgia. No han sido exactamente unas vacaciones. Esta experiencia forma parte de un proyecto científico llamado PEGASO.

El Proyecto PEGASO –“Plankton-derived Emissions of trace GAses and aerosols in the Southern Ocean- nace con el objetivo de investigar cómo el océano participa en los procesos atmosféricos, y por lo tanto, interacciona con el sistema climático global. Su objetivo es evaluar la importancia relativa de estos fenómenos en un escenario de cambio climático global. Para ello, esos 33 científicos se embarcan a principios de enero en un buque gobernado por la Armada y ponen rumbo a la Antártida, o como muchos lo quieren llamar: rumbo al fin del mundo.

Nuestro entrevistado se llama Pablo Rodríguez Ros y es Investigador Predoctoral en el Institut de Ciències de Mar de Barcelona (ICM-CMIMA-CSIC), ocupación que le ha brindado la oportunidad de subirse al BIO Hespérides. Antes de ello, se licenció en Ciencias Ambientales por la Universidad de Murcia y tiene un Máster en Cambio Global del CSIC.



  1. “La Antártida” suena tan maravilloso como peligroso…

No te equivocas. De hecho, Uno de los momentos donde la sensación de peligro aflora es en las salidas en Zodiac, cuando te encuentras con la inmensidad de frente. Un paisaje helado acompañado por una escalofriante sensación de soledad, el silencio, la propia lancha neumática, que al final es un trozo de plástico que flota, e infinidad de animales salvajes sacando la cabeza alrededor.

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Pero a pesar de ese impacto, el miedo se te pasa. Sabes que no va a pasar nada, que estás protegido. En todas las salidas en Zodiac, donde el objetivo es tomar muestras de agua, siempre vamos muy preparados. Debemos utilizar trajes especiales, como los VIKING, los cuales, aparte de protegerte del frío en la embarcación –si te caes al agua solo tienes 10 minutos de supervivencia- y del resto de condiciones meteorológicas, tienen incorporado un sistema de flotabilidad interno, así como un cuchillo (”corta-cabos”), silbato y luces de emergencia. Si se diera el caso de perder de vista el buque, llevamos siempre encima dos GPS (por si falla uno) y la Zodiac va equipada con un reflector radar que permite localizarnos desde el barco. En caso de que todo eso falle, el buque puede emitir bocinazos fuertes que se oyen en la distancia.

Y no solo en el hielo estamos expuestos al peligro. Podríamos decir que prácticamente todo dentro de un barco puede hacerte daño o lesionarte. Es un ambiente inestable, siempre en movimiento, por lo que cualquier cosa puede salir volando y darte en la cabeza, caerte en un pie, etc. Desde un libro a un microscopio. Por ello, por lo general todo está bien trincado (atado, asegurado); sin embargo, siempre puede haber algún imprevisto. Por eso hay que ir preparado. Por ejemplo, no podemos separarnos de las botas de seguridad, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos.

¿Qué es el BIO Hespérides?

El BIO Hespérides es un Buque de Investigación Oceanográfica con base en Cartagena, operado por la Unidad de Tecnología Marina, organismo dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que fue financiado por la CICYT (Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología). Comisión que legalmente es su dueña aunque el Hespérides tiene tripulación militar y está dado de alta en la Lista Oficial de Buques de la Armada Española. Este buque fue construido para suplir las deficiencias del Las Palmas (A-52), un remolcador de altura modificado y reforzado para apoyar a la base antártica Juan Carlos I y al refugio Gabriel de Castilla del Ejército de Tierra, además de cumplir debidamente las labores de buque oceanográfico.
En él, científicos y militares han navegado juntos durante cuarenta y dos días para llevar a cabo el Proyecto Pegaso. Ambos colectivos comparten un espacio de 82 metros de eslora durante las intensas jornadas de trabajo.
El comandante del barco tiene el mismo rango que el jefe científico, y el resto de investigadores duermen en camarotes dobles, con baño propio y una cortina en cada litera, que les brinda algún que otro soplo de intimidad. Dentro del buque hay gimnasio, zonas comunes para ver la televisión, biblioteca...pero también muchísimo trabajo que hacer. El tiempo en el buque es muy valioso: se estima que un día de navegación haciendo ciencia a bordo del BIO Hespérides está valorado en varios miles de euros. Por eso, todos deben regirse por el plan de campaña establecido por el Jefe Científico, es decir, a dónde, por qué, cuándo y cuánto tiempo se va a pasar en un sitio para hacer ciencia, pero el barco es de los militares y pertenece a la Fuerza de Acción Marítima Española. Cuando los científicos desembarcan, el barco sigue funcionando igual y los militares son los que se encargan del BIO Hespérides.



  1. ¿Estáis preparados para afrontar situaciones de emergencia?

Hicimos cuatro días de curso antes de que empezara la campaña de seguridad a bordo: prevención de riesgos, precauciones a tener en cuenta, extinción de incendios y lo más importante, de convivencia (40 días aquí encerrados siempre viendo a la misma gente… te afecta).

En los cursos de supervivencia te muestran los puntos de reunión a los que debes acudir en caso de emergencia, donde hay botes salvavidas preparados para resistir las condiciones polares y provisiones para mantener con vida a una decena de personas alrededor de 20 días. Además, realizábamos simulacros varios días a la semana. Desde ”hombre al agua”, hasta alarmas de incendio, etc.



  1. ¿Y desde el punto de vista anímico/psicológico?

Posiblemente, el curso más importante, o al menos al que más provecho le sacas, es el de convivencia. En dicho curso te explican todas las normas que debes seguir dentro del buque, así como los horarios de tareas a realizar (lavandería, comidas, etc).

Esto resulta vital ya que dentro de un buque toda la gente tiene que funcionar como una máquina bien engrasada. El no prestar atención a las indicaciones y normas que hay que cumplir conlleva pequeñas ineficiencias que pueden ocasionar problemas internos.

Debes aprender a convivir con mucha gente, que además no conoces demasiado, en un espacio reducido. Compartir, respetar y en general, tomarse las cosas con humor es la actitud más idónea en estas situaciones, tanto para mejorar la convivencia como para tu bienestar personal.



  1. Y si la desgracia ocurre… ¿Qué hay del equipo médico? Además de primeros auxilios, ¿está el buque preparado en caso de intervención urgente?

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El equipo médico consta de un enfermero y un doctor en medicina (el médico de ahora es el médico de la base militar de Porto Pi en Palma de Mallorca). Aquí tenemos un pequeño quirófano, medicamentos y demás fármacos, y todo lo necesario para actuar ante una emergencia. Todos los días de 8.30 a 9.30 se pasan consultas médicas, como en un centro de salud normal. Pero siempre que necesitas algo el enfermero y el médico están a tu disposición.



  1. ¿Cómo sería una evacuación?

Si hubiese que evacuar a alguien, hay un helicóptero preparado, que vendría desde Argentina o desde Chile. Sin embargo, este helicóptero no vuela cuando el viento es superior a 40 millas por hora, cosa que en el Paso de Drake (que es por donde tienen que cruzar hasta llegar a la Antártida) es muy habitual. Así que básicamente si a alguien hay que evacuarlo desde aquí lo tiene bien jodido.



  1. ¿Qué pruebas médicas debiste hacerte antes de embarcar?

Para venir a la Antártida tuvimos que consultar a 14 especialistas médicos y pasar numerosas pruebas, entre ellas analíticas de sangre, otorrino, dentista, oculista, traumatólogo, urólogo (o ginecólogo), nefrólogo, dermatólogo, etc.

En cada uno de esos especialistas debes de obtener un “apto”, por lo que los que estamos aquí estamos más sanos, en promedio, que el resto de la población. Aquí tienes que ser muy resistente para no enfermar. Y tampoco puedes venir con una enfermedad crónica como por ejemplo úlceras de estómago o epilepsia. En Estados Unidos, por ejemplo, la mayoría de los militares se someten voluntariamente a la extirpación del apéndice, para evitar una apendicitis o una peritonitis; de esta manera disminuyen el riesgo, aunque no es costumbre hacerlo en España. Eso sí, los militares españoles deben someterse también a las inacabables pruebas médicas para poder trabajar en el BIO Hespérides.


RIESGOS PSICOSOCIALES

7. ¿Cuáles son los riesgos psicosociales más comunes en este tipo de experiencias? ¿Cómo se afronta este tipo de expediciones cuando hay familia e hijos?

En tan pocos metros, se magnifica todo. Digamos que es un ambiente donde es más probable caer en alguna depresión o similar. Aunque claro, al venir también tenemos que pasar una evaluación psicológica y todos los que estamos aquí no tenemos ningún trastorno de ese tipo, ni problemas de personalidad que puedan crear rencillas, por lo que el ambiente es muy bueno.

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Aun así cuando llevas mucho tiempo en el barco sin tocar puerto hay gente que se vuelve muy irascible. Por ejemplo, hay un fenómeno que el médico del barco llama ”mamparitis”, que proviene de ”mamparos” (que es como se llaman a las paredes del barco) y básicamente consiste en que la gente se vuelve más amargada y más desagradable, siempre están de mal humor… etc.

Por otro lado, este barco es el que más tiempo navega de toda la Armada Española y el que más tiempo pasa sin tocar puerto. En cualquier otro buque de la Armada se navega menos tiempo y como mucho pasas 2-3 semanas sin tocar puerto; en cambio en esta campaña estamos 6 semanas sin pisar tierra. Por eso los científicos tienen que estar preparados, sobre todo anímicamente. Muchos tienen familia, hijos pequeños, etc., cosa que convierte la expedición en un trabajo todavía más duro. Es todo un reto salir más de un mes de tu casa y estar prácticamente incomunicado.


Preparados para la emergencia

El trabajo del médico de a bordo suele (por suerte) limitarse a curar unos pocos cortes, quemaduras y algunos –bastantes- mareos, pero su presencia es imprescindible. Aunque las expediciones suelen ser tranquilas, las consecuencias en caso de contraer una enfermedad son mucho más graves de lo que podrían ser en tierra firme. Por eso es imprescindible seguir al pie de la letra el protocolo de evacuación establecido. Una operación que estará siempre coordinada por el responsable logístico de la campaña antártica española, Unidad de Tecnología Marina (UTM-CSIC).

El protocolo es una norma variable que se adapta a las necesidades y características del momento, aunque las pocas que se realizan suelen seguir la misma pauta. Para ejemplificar el proceso, el médico de la expedición explicó a los científicos una de sus experiencias a bordo. Un caso muy sonado, cuenta, que se produjo por una hemorragia estomacal.

El primer paso fue llevar al enfermo a la Isla Rey Jorge, la más grande de las Shetland del Sur, y la más preparada para evacuar personas ya que allí hay un cirujano que podría operar en casos extremos, pero también dispone de aeropuerto y posibilidad de traslado por vía aérea hasta Punta Arenas en Chile. En ese caso se optó por recoger al paciente y trasladarlo en avión hasta Chile. Ahí esperaba una ambulancia para acompañarlo a la Clínica Magallanes, donde finalmente se realizó la intervención. Una vez pasado el peligro, el paciente pudo ser trasladado a España.

Otra evacuación, que es considerada la más rápida que se ha producido en la Antártida, según cuentan los científicos del ICM, duró en total 5 horas, por un problema de riñón. El paciente salió de la base española Gabriel de Castilla y a las 5 horas ya se encontraba en el hospital de Punta Arenas.

Si el buque se encuentra muy lejos de Rey Jorge la evacuación se tendría que realizar en helicóptero. En cada puerto tiene contratados agentes para proceder en caso de emergencias. Estos agentes pueden conseguir desde material científico, ayudar a resolver cuestiones burocráticas, o también saben cómo proceder en el caso de emergencias médicas.

Aun así disponemos de teléfono (uno para 33 científicos) con llamadas a fijo y móvil a España gratis. Sin embargo, la conexión de internet es muy lenta y conversaciones con Skype son imposibles.



  1. ¿Cómo es la vida en un buque de la Armada?

La disciplina militar para los científicos es inexistente. Ellos se rigen por la disciplina, pero esa manera de trabajo no se aplica a nosotros. Los científicos solo rendimos cuentas a nuestros jefes, a no ser que interfiramos en sus tareas o pongamos en riesgo el trabajo en el barco y tengamos alguna falta de respeto hacia ellos. Evidentemente, el que más trata con los militares es el jefe científico ya que, junto con el comandante, son los que tienen que tomar decisiones. Hay que seguir las normas, que aunque no son las mismas que en un buque de investigación que no fuese militar, tampoco son muy difíciles de sobrellevar. Nosotros tenemos nuestro horario de lavandería, pero te la lavan y planchan y doblan. El horario de desayuno es de 7.30 a 8.30, la comida de 13.15 a 14.30 y la cena de 19.15 a 20.30. También tenemos una pequeña cocina cerca de nuestros camarotes con café, zumo, embutido, pan, dulces... vamos, con todo; cuando queremos podemos comer y los militares, con nuestra ayuda, se encargan de reponerlo. Por lo tanto, aunque como en casa en ningún sitio, una vez coges el ritmo, la vida en el buque es fácil y estable, y hasta se llega a convertir en tu hogar por la intensidad de las vivencias. Hasta el tiempo se siente diferente.



  1. 24h de ciencia… ¿Cómo es tu día a día?

Dependiendo de la planificación científica para cada día, existen diferentes rutinas. De esta manera hay días que puedes trabajar 8-10 horas, y días que trabajas 24 horas sin parar.

Un día típico de trabajo consistiría en levantarse a las 7:30 para desayunar unos minutos más tarde (el servicio de desayuno es de 7:30 a 8:30). Inmediatamente después del desayuno, a las 9 a.m., comienzan los trabajos. Cada uno se encarga de sus tareas, cada metodología conlleva un tiempo de trabajo y son totalmente distintas; por ello, dentro del laboratorio parece que todo el mundo se mueve un poco aleatoriamente. Nada más alejado de la realidad, el trabajo en laboratorio es como una maquina bien engrasada, como un motor, todas sus piezas aunque distintas y con movimientos y funciones nada parecidas hacen que funcione toda la maquinaria, eso es lo bonito del trabajo en laboratorio.


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Pablo Rodríguez Ros

A las 10:30 a.m. llega la hora del almuerzo, nos dan un bocadillo a todos, nos tomamos un café y vuelta al trabajo. A esta hora suele lanzarse la Zodiac al mar, la cual está alrededor de 2 horas cogiendo muestras de agua, pasando un frío glacial y con el viento azotándote en la cara. Así hasta la hora de comer que es de 13:15 a 14:30, siempre hay dos platos principales, un acompañante, ensalada y fruta. A las 15:30 volvemos al trabajo. Por la tarde los trabajos continúan de la misma manera, en función de si ese día ha habido algún experimento o hay que coger más muestras se acabará más pronto o más tarde; por lo general alrededor de las 18:00 todo el mundo debería de haber acabado sus tareas. A las 19:15 llega la cena, que dura hasta las 20:30. A las 21:00 tenemos todos los días un ''meeting'' científico entre todos, donde compartimos las novedades del día siguiente, problemas que hayan podido surgir y finalizamos con un seminario científico; alguien explica cuáles son los resultados más relevantes que ha obtenido durante la campaña o habla de alguna temática interesante y relevante a nivel científico. Después de esto, no nos quedan fuerzas más que para decir… ¡Buenas noches!

Gracias a Pablo Rodríguez Ros por su tiempo.




Paula Llull, periodista

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