La violencia en el entorno sanitario (I)
Un artículo de Jesús Belenguer, director de seguridad privada.
La violencia y las conductas antisociales son un problema muy serio, que merece toda nuestra atención en aras de evitar su generalización en el entorno laboral. Se analiza el problema desde el punto de vista de la seguridad privada, con la intención de promoverla como un recurso en la prevención de riesgos laborales. Como hilo conductor se usa la violencia en el entorno sanitario, ya que es un fenómeno del que se dispone información. El artículo se divide en dos partes: la primera parte expone la información disponible y la segunda parte, que se publicará la semana que viene, una posible respuesta a la situación descrita.
Introducción
Nelson Mandela en el prólogo al “Informe Mundial sobre la violencia y la salud. 2002 de la OMS” afirmó:
Muchas personas que conviven con la violencia casi a diario la asumen como consustancial a la condición humana, pero no es así. Es posible prevenirla, así como reorientar por completo las culturas en las que impera.
Este es uno de los mayores riesgos que corremos también en el entorno laboral: Considerar que se trata de una actitud normal, propia de los cambios sociales y ajena a nuestra responsabilidad. Con dicho enfoque, es muy probable que en lugar de solucionar el problema lo enquistemos. La propuesta es prevenir y reorientar, pero evitando caer en la trampa de la represión.
Todo técnico experimentado en prevención de riesgos laborales sabe que las medidas coercitivas tienen un efecto limitado y muy variable en el tiempo. Quizá un ejemplo real lo pueda ilustrar con más claridad.
Recientemente solicitaron nuestros servicios para corregir una situación que ponía en riesgo un monumento declarado de interés cultural BIC. El problema era que frecuentemente los visitantes orinaban en los rincones. Además del trastorno higiénico, la situación afectaba seriamente al mantenimiento del edificio.
La seguridad privada dispone de muchas herramientas para aportar una solución frente a conductas antisociales: la función del detective privado, de los vigilantes de seguridad, de las cámaras cctv y un largo etcétera. La propiedad proponía la identificación y denuncia a las autoridades de todo infractor como elemento disuasor.
Lo solucionamos en pocos días con un presupuesto mínimo, usando uno de los recursos más potentes de la seguridad: el sentido común. Detectamos que los infractores eran personas mayores, que de media esperaban en la cola de entrada algo más de una hora. Los aseos estaban en un edificio auxiliar muy mal señalizado y el edificio-museo carecía en su interior de dicha instalación. No son necesarias muchas explicaciones. Se estableció un protocolo de información en la cola del tiempo de espera, de la ubicación de los aseos y de que dentro del monumento no existía servicio de aseo. Como por arte de magia el problema desapareció.
Este es un buen ejemplo de que, en la mayoría de los casos, las medidas represivas requieren de mucho más esfuerzo y dedicación que otras mucho más simples y eficaces. Sin embargo, hay cierta tendencia a valorar más las medidas adoptadas que los resultados.
Caracterización de la violencia en el ambiente sanitario español
La siguiente tabla recoge los datos del Informe del Grupo de trabajo de agresiones a profesionales del sistema sanitario español del Ministerio de Sanidad, publicado el 14 de febrero de 2014.
El propio informe sugiere que los años 2008 y 2009 no deben ser considerados, ya que hasta el año 2010 no se normalizó la toma de datos. Con sólo esta información no se puede generalizar y establecer la situación real, pero daremos por buenos los datos, dado que el presente artículo sólo pretende mostrar las sinergias entre la prevención de riesgos laborales y la seguridad privada.
Hospital
Respecto a las causas que motivaron la agresión, nos encontramos ante un problema: la falta de homogeneidad en la declaración de las causas. Sin embargo, el grupo de trabajo las agrupa de la siguiente forma:
- El 40% han tenido su causa en aspectos relacionados con la organización del centro: tiempos de espera, falta de información, señalización, limpieza, etc.
- El 26% están referidas a la disconformidad con la atención profesional, siendo proporcional el reparto entre las diferentes profesiones: facultativo, enfermería y otros profesionales no sanitarios
- El 1% están relacionadas con demandas en torno al proceso de incapacidad transitoria (las bajas médicas).
- El resto, el 33%, tiene que ver con lo que se denomina “perfil del agresor”, es decir, personas bajo los efectos del alcohol, drogas, síndromes de abstinencia o trastornos psiquiátricos. Respecto a estos últimos, se ha considerado la posibilidad de tratarlos como “accidente lesivo” y no como agresión. Sin embargo, el grupo de trabajo no parece haber tomado una decisión al respecto.
En cuanto al tipo de agresión, el informe hace referencia a que el 17,83% de las agresiones son físicas y el resto verbales. Del total de las agresiones, el 2,1% requieren de periodo de IT suponiendo un total de 7.470 días de baja.
El impacto sobre el ambiente laboral y la calidad del servicio es difícilmente medible, pero no hay duda que la atención sanitaria requiere un ambiente de confianza y cercanía incompatible con la violencia y el miedo que ésta produce.