Imprescindible ser guapo/a para trabajar
“El Tribunal Supremo de Estados Unidos respaldó los derechos laborales de una mujer musulmana que no obtuvo un empleo en la firma de moda por presentarse a una entrevista de trabajo con un hiyab, velo islámico, de color negro. El País (Junio 2015)”
Todavía no tengo claro si este titular es el ejemplo que estaba buscando. O puede que sí. Puede que sea el ejemplo perfecto, por ser uno de los extremos que por desgracia ilustran una realidadaceptada por todos, que es la discriminación –también positiva- por aspecto físico en el mundo laboral.
En el caso de Abercrombie, ¿por qué deberían ser más laxos sus criterios de contratación? La marca se hizo más famosa gracias a los modelos masculinos y femeninos que trabajan en sus tiendas (¿y puede que también en los despachos?).
Para qué una marca funcione, ésta debe ser fiel a sus principios y a su público. Abercrombie vende belleza, y lo seríaque sus trabajadores cumplan con los estándares que la marca estipula, que son exactamente los estándares del mundo de la moda estadounidense, y que tienen en cuenta el peso, la altura, las medidas, las facciones, la etnia y un sinfín de condiciones más para definirse.
“Hay mucha gente que no está hecha para nuestras prendas, y así debe ser” (Mike Jeffries, Consejero Delegado de Abercrombie&Fitch).
Si el Tribunal hubiera fallado a favor de la marca, seguramente se habría abierto una veda muy peligrosa. ¿Qué pasaría si todas las empresas seleccionaran a los guapos, a los altos o a los fuertes por una cuestión de imagen?
Quizás ya lo hacen, discretamente .
Los guapos tienen trabajo
¿Cuántas veces hemos leído aquello de “se requiere buena presencia”? Varias investigaciones de los últimos años van por esa línea. Un trabajo publicado en la revista Psychological Science demostró cómo las personas con mejor apariencia física no solo ganan más y tienen más oportunidades laborales, sino que además tienen una vida más fácil. De hecho, las personas atractivas son consideradas más inteligentes y reciben mejor atención en la mayoría de las facetas de la vida.
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Parece ser que las personas atractivas que buscan trabajo reciben un 36 por ciento más de respuestas por parte de las empresas que las personas menos agraciadas. De hecho, se gana un 2% más cada año por cada centímetro que se tenga de más entre el 1,73 y el 1,82. Estos estudios también revelan que, en Estados Unidos, las que peor paradas salen son las mujeres blancas con sobrepeso. Otra investigación concluye que una mujer que pese 11 kilos menos que la media puede llegar a ganar 10.947 euros anuales más.
Volviendo al ejemplo de Abercrombie, si el Tribunal no hubiera condenado a la marca, quizás tampoco debería condenar a un gimnasio que no contrata a personas con sobrepeso (aunque sea en la recepción) o una marca de cosméticos que solo contrata a gente con un cutis perfecto.
Esto nos conduce a un punto sin retorno: las personas, igualmente válidas, que no son guapas/atractivas tiene ya vetado, de entrada, un gran abanico de posibilidades laborales. O al revés, las que son muy atractivas pueden ser descartadas, precisamente para no generar sospechas en la contratación.
Y la cuestión es ¿cuándo está justificado – si es que lo está en algún caso- contratar en base a criterios de apariencia? ¿Dónde está el límite y quién lo impone? ¿Es peligroso ser laxo en según qué situaciones? La supuesta legitimación de una empresa para desechar al candidato a un puesto no está suficientemente regulada, aunque los expertos aseguran que el límite de una posible discriminación está en la existencia de un requisito profesional determinante de la actividad de esa compañía. En algunos países está prohibido que un currículum incluya foto, edad o cualquier dato personal que no tenga relación con el puesto al que se opta. Si se empezara por ahí, al menos en los criterios de contratación para puestos públicos quizás la situación cambiaria poco a poco. De momento, me posiciono a favor de una regulación estatal que garantice la igualdad de oportunidades en una sociedad tan clasista como la nuestra.
