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Glifosato: D.E. + C.O.P. = ± R. I. P.

Redacción Protección Laboral03/11/2015

Los ‘apellidos’ de la sustancia son explícitos: el glifosato, es un Disruptor Endocrino (D. E.) y un Compuesto Orgánico Persistente (C. O. P.). No en vano es conocido en muchos círculos como el ‘herbicida total’. Sin duda, mata plagas, pero como todo ‘biocida’ tiene el efecto colateral de afectar también a la vida de las personas y del ecosistema (de ahí la coletilla RIP que hemos añadido al titular).

El principio de precaución es el camino. Un camino plagado de obstáculos, que responden a intereses comerciales de multinacionales y lobbies de poder, así como a inercias e ineptitudes políticas.

Todo monocultivo induce la aparición de plagas. Y ello conlleva el uso, a escala industrial de fitosanitarios (eufemismo de agro-tóxicos). El glifosato es un distinguido miembro de la nómina de ‘killers’, que inician su circuito de muerte en el campo, y evolucionan por el ecosistema hasta colonizar el sistema hormonal de los seres vivos, humanos incluidos, por supuesto.

Un estudio publicado en Annals of Bioanalytical Chemistry revela que el glifosato, ingrediente activo del herbicida ‘Roundup’ (y otras marcas menos conocidas), se queda en las aguas subterráneas en las zonas donde se aplica, demostrando una baja biodegradabilidad.


Apuntes de eco-toxicología

La biodegradación es la capacidad que tiene la naturaleza para desactivar las toxinas presentes en el medio. Emplea para ello cuatro tipo de reacciones: bióticas (microorganismos), fotoquímicas (luz), hidrólisis (agua) y oxidación-reducción (oxígeno). La capacidad del medio para transformar (desarmar) un contaminante depende, entre otras variables, de los constituyentes del citado contaminante. La evidencia es que el glifosato muestra resistencia a la biodegradación.

La persistencia en el medio natural lleva al glifosato a pasar a las aguas y los acuíferos. La consiguiente pérdida de calidad de las aguas conlleva peligros para la salud y cambios en los ecosistemas. Antes de degradarse, el glifosato también se ha oxidado en el aire de la atmósfera. Ello quiere decir que ha formado parte del aire respirable. Y, mezclado con otros polucionantes del aire, se ha descompuesto por efecto de la luz y del oxígeno, dando origen a lo que conocemos como ‘smog fotoquímico’, o mezcla de gases resultantes de la degradación. En definitiva, el agua y el aire están en el mejor de los casos viciados con sustancias potencialmente nocivas, que se acumulan en los seres vivos (bio-acumulación) y aumentan progresivamente su concentración (bio-magnificación).



  • Bio-acumulación

En toxicología, es el proceso de concentración de sustancias químicas en organismos vivos, alcanzándose concentraciones más elevadas que las existentes en el medio ambiente o en los alimentos. Las sustancias bio-acumulables aumentan de concentración a medida que se avanza en el nivel trófico en la cadena alimenticia. Las principales vías de entrada en nuestro organismo son la respiratoria, la digestiva y la tegumentaria (epidermis). El término se debe a un grupo de naturalistas estadounidenses que, en la década de los 60, encontraron altas concentraciones de DDT en algunas especies de aves.



  • Bio-magnificación

Forma sociedad indisoluble con la bio-acumulación. En cualquier ecosistema afectado, se observa que, a medida que se asciende en las diferentes cadenas tróficas, la concentración del tóxico es mayor. Por decirlo de otro modo, los predadores siempre tienen mayor concentración de sustancias tóxicas que sus presas (los tejidos-reservorios de los diferentes infectados no consiguen la excreción del tóxico, de ahí su magnificación a lo largo de la cadena. Y el ser humano se encuentra en la cúspide de esta espiral tóxica).


El glifosato, herbicida de amplio espectro, amenaza en muchos frentes
El glifosato, herbicida de amplio espectro, amenaza en muchos frentes

Toxina ubicua

Hace más de una década que se presentaron pruebas concluyentes mostrando los efectos perturbadores en el sistema endocrino y su toxicidad para los embriones en el proceso de reproducción sexual. Sin embargo, el glifosato está en la comida, bebida y el aire. Involuntariamente forma parte de nuestras vidas y, en no pocos casos, también de las muertes. Comer, vivir y respirar no son opciones, ¿estamos pues sentenciados?

-Aire. El glifosato se detecta en muestras de aire. Aunque pueda estar en estratos atmosféricos alejados de los humanos, puede precipitar con la lluvia, por lo que el medio aéreo no es inocuo, y el glifosato puede ser un ‘ingrediente’ del peligroso cóctel respiratorio que nos envuelve.

-Comida. El glifosato entra en la cadena trófica de varias maneras: involuntaria, mientras se bio-degrada en el medio; y voluntaria, a través de cultivos (normalmente transgénicos y resistentes a la sustancia), que consume directamente el hombre, o animales que, posteriormente, entran en nuestra cadena alimentaria.



La Unión Europea ignoraba, en febrero de 2015, un informe científico que podría haber conducido a la prohibición de 31 pesticidas con ventas de miles de millones de euros. Las disputas internas y la presión de los fabricantes fueron determinantes del resultado.

El 15 de febrero, el periódico The Guardian informaba de la existencia de un informe científico, puesto a disposición de la Comisión Europea, con recomendaciones para identificar los disruptores endocrinos (DE) presentes en los pesticidas y relacionados con anomalías fetales, mutaciones, infertilidad y otras enfermedades. Una larga lista de pesticidas “bajo sospecha” podrían haber sido prohibidos si el documento hubiera seguido su tramitación. Los criterios propuestos para la categorización de los productos peligrosos para la salud hubieran permitido, al menos, la prohibición por la Unión Europea de los más peligrosos el año pasado.

Según The Guardian, fuentes de la Comisión habrían afirmado que “el documento fue ignorado por los principales funcionarios de la UE bajo la presión de las grandes empresas químicas, que utilizan los DE en artículos de tocador, plásticos y cosméticos, a pesar de un coste anual para la salud que se estima en cientos de millones de euros”.

Los criterios restrictivos, que se han ignorado a instancias de la industria, han sido sustituidos por opciones más laxas junto con un plan para una evaluación de impacto, que no se espera que esté finalizada hasta 2016. Angeliki Lyssimachou, toxicólogo ambiental de Pesticides Action Europe Network (PAN), manifestó al respecto que “si la Comisión hubiera aplicado correctamente las recomendaciones del proyecto, se habría prohibido la comercialización de 31 pesticidas en cumplimiento del mandato del reglamento de plaguicidas para la protección de los seres humanos y el medio ambiente frente a la exposición crónica a plaguicidas disruptores endocrinos”.

“Probablemente” cancerígeno, según la IARC

La polémica se enardeció cuando, el viernes 20 de marzo, la Agencia Internacional de la ONU para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) inclinaba la balanza al hacer públicos sus criterios según los cuales tres pesticidas eran “probablemente” cancerígenos y otros dos -que ya han sido prohibidos o restringidos- lo eran “posiblemente”. Entre los probables se encontraba el glifosato, si bien la IARC matizaba que su calificación se había efectuado sobre la base de “pruebas limitadas” de cáncer entre los seres humanos. El fabricante impugnó inmediatamente la clasificación de la IARC alegando que se habían ignorado datos científicos relevantes.

-Bebida. La sustancia se ingiere directamente en el agua, o en líquidos de consumo humano (zumos, bebidas) que estén elaborados a partir de productos tratados con el agente químico.

La investigación de Annals of Bioanalytical Chemistry reveló, en 2011, que el 41% de las 140 muestras tomadas de aguas subterráneas en Cataluña tenían niveles elevados de glifosato, lo que indica que este herbicida no se descompone tan rápidamente como dice el fabricante, y se va acumulando en el medio natural colonizando a muchos ‘huéspedes’.

Diversas investigaciones publicadas en The National Library of Medicine señalan 17 reacciones adversas, incluyendo, genotoxicidad (reproducción), neurotoxicidad (sistema nervioso), hepatotoxicidad (hígado), nefrotoxicidad (riñones) y, por supuesto, carcinogenicidad. La EPA (Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos) tiene catalogado al glifosato como sustancia tóxica de Clase III. Sus propiedades teratogénicas (capacidad de inducir malformaciones fetales) le ha valido la comparación con el “Agente Naranja”. Además, es un veneno rápido: una dosis de sólo 30 gramos es mortal para un adulto.


¿Y la edafo-fauna…?

El herbicida total liquida la fauna del suelo (edafo-fauna). Hay que tener en cuenta que la salud de dicha fauna condiciona la calidad del suelo, determinando la dinámica de sus nutrientes. Dicho en términos absolutos y claros, no hay peor enemigo de las cosechas que el herbicida que, a fuerza de matar la vida en los suelos, los convierte en eriales estériles. Eliminar los microorganismos, bacterias y hongos, que viven en asociación simbiótica con el mismo suelo, no es la solución más inteligente, aunque con ellos nos llevemos los pulgones y los parásitos. Los anélidos (lombrices de tierra) se han comportado desde la noche de los tiempos como las ‘tuneladoras’ de los campos, contribuyendo a su aireación. ¿Tiene algún sentido que una multinacional (y sus acólitos) hayan decidido eliminar a estos aliados del hombre apelando al progreso y al rendimiento de las explotaciones agrícolas intensivas?

El problema es un círculo vicioso que pasa por diversas fases y se retroalimenta de manera continua: al envenenamiento sigue el empobrecimiento del suelo y –para remediarlo- el empleo de fertilizantes. Sin duda, el modelo tiene pingües resultados económicos para los fabricantes de pesticidas y abonos agrícolas. Lo que queda en entredicho es la ética y la sostenibilidad de semejante agricultura.

En la actividad humana (bio-agricultura, en este caso) no cabe el ‘endiosamiento’ de conseguir imponderables, porque nos sobran las evidencias de que, profesando ser sabios, acabamos en la más patente de las necedades. Pan para hoy, y hambre (seguramente acompañada de enfermedad) para mañana. Y lo decimos sin ánimo de propalar el alarmismo, sino de reivindicar el principio de precaución, pasando de las declaraciones de intenciones a la acción.


Efectos del Glifosato según sexo
Efectos del Glifosato según sexo

Además, como señas de identidad y modus operandi del glifosato encontramos que es un disruptor endocrino (DE) y un contaminante orgánico persistente (COP), aspectos que abordamos a continuación.


Los ‘terroristas’ hormonales (DE)

Un disruptor endocrino actúa como un ‘terrorista hormonal’, pues tiene la capacidad química de alterar el equilibrio hormonal, pudiendo provocar diferentes efectos adversos sobre la salud de las personas o de sus descendientes. Estas sustancias pueden ser causa de perjuicios para la salud como el cáncer, alteraciones del comportamiento y anomalías reproductivas”, señala el Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS).

Disruptor endocrino u hormonal (Endocrine Disrupting Chemicals, EDC, según el acrónimo inglés) es toda sustancia química, ajena a un organismo, y con potencial para modificar el equilibrio hormonal. Esto supone que tienen capacidad para interferir con diversos procesos fisiológicos controlados por hormonas, generando respuestas endocrinas tan inesperadas como adversas en personas o animales.

Los disruptores endocrinos, que son muy numerosos, se presentan bajo formas variadas, pudiendo ser tanto de origen natural como artificial. En ocasiones presentan una elevada virulencia con dosis pequeñas. Uno de sus efectos más ostensibles es su interferencia en la herencia genética y la reproducción sexual, provocando anomalías como genitales ambiguos o testículos alojados fuera del saco escrotal.

Algunas sustancias replican o copian la acción de las hormonas, confundiendo a sus receptores celulares. Otros disruptores ejercen una acción antagonista (contraria) a la de las hormonas del sistema endocrino (antiestrógenos). Hay disruptores con efecto antiandrógenos (pérdida de masculinidad). En definitiva, el disruptor modifica la síntesis y metabolismo de hormonas naturales, elevando o disminuyendo sus niveles fisiológicos.


Cortesía de Aguas Cordobesas
Cortesía de Aguas Cordobesas

Exposición universal

Como nos recuerda la AEET (Asociación Española de Ecología Terrestre), “la exposición de los seres vivos a los disruptores endocrinos es universal, ya que se encuentran repartidos por todo el mundo como consecuencia de un empleo generalizado. Contribuye a ello su baja biodegradabilidad, el transporte a otros lugares por el aire, el agua y la bio-acumulación en la cadena trófica”.

El reservorio de estas sustancias nocivas suele ser la grasa corporal, por lo que son transmitidos de madres a hijos a través de la gestación y posterior lactancia.

“Las formas de exposición y las vías de entrada de los contaminantes hormonales son muy diversas, pero debido a su acumulación en la cadena alimentaria, la vía digestiva es la principal ruta de exposición para el hombre. Tanto es así que la composición de las mezclas lipofílicas (afines a las grasas) encontradas en los tejidos humanos varía de acuerdo con las diferencias regionales en el uso de estos compuestos y con los hábitos dietéticos de las poblaciones expuestas (Woodruff et alt., 1994)”, cita la AEET.

El término ‘disruptor endocrino’ aparece en la literatura científica en un artículo que data de 1993, en el que se establece que “algunas sustancias difundidas en el ambiente alteran o bloquean los mecanismos endocrinos, y una exposición a largo plazo puede provocar efectos permanentes”.


Como patente libre, el glifosato se comercializa en múltiples variedades
Como patente libre, el glifosato se comercializa en múltiples variedades

Contaminante Orgánico Persistente (COP)

Los Contaminantes Orgánicos persistentes (COP), también conocidos por su sigla inglesa POPs (Persistent Organic Pollutants) son compuestos orgánicos de síntesis (fabricados por la mano humana) que se caracterizan por su larga persistencia en el ambiente, inmunes a la biodegradación dado su carácter artificial. Suelen tener efectos acumulativos fijándose en los tejidos grasos de personas y animales (a través de los animales pasan a la cadena trófica). Algunos de estos contaminantes (disruptores endocrinos) tienen efectos hormonales, pudiendo inducir mutaciones en la reproducción de los seres vivos (personas incluidas).

Por sus características intrínsecas y sus toxicocinética (evolución en los organismos infectados), los COP desarrollan procesos de bio-acumulación y bio-magnificación.

Dada su resistencia a la degradación, los COP acaban diseminándose por todo el planeta, apareciendo en lugares donde no han sido empleados, especialmente las zonas frías del globo terrestre. Pese a vivir muy lejos de los lugares donde se emplean y liberan estas sustancias, los esquimales –también la fauna polar- han acumulado en sus tejidos, a través de la alimentación, altas concentraciones de compuestos como los PCB, circunstancia que está provocando los más diversos problemas de salud, sobre todo reproductivos.



La ministra francesa de Ecología, Ségolène Royal, anunció el 14 de junio su intención de proponer la prohibición de la venta libre del glifosato. A través de las redes sociales, la ministra pidió a las jardinerías la retirada del ‘Roundup’ de la venta. La clasificación de la IARC fue determinante en la decisión de las autoridades francesas.

De reacción temprana han sido también los ministros de sanidad de los estados federales alemanes: una resolución, publicada el 8 de mayo, pedía que “el suministro y uso del glifosato por particulares fuera prohibido por razones de precaución”. Además, los políticos alemanes argumentaron que el glifosato debe prohibirse para el uso en lugares próximos a los consumidores como, por ejemplo, parques públicos.

En España, donde el glifosato encabeza las ventas de herbicidas, el ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente no ha adoptado ninguna medida, ni tan sólo de información pública. El sindicato Comisiones Obreras ha solicitado de diversos ministerios “la eliminación del uso del glifosato” debido a su elevado riesgo “para la salud púbica, laboral y los ecosistemas”.

Del mismo modo, Greenpeace inició una recogida de firmas para pedir al ministerio de Sanidad y al de Agricultura que prohíban este cancerígeno, recordando que en España se venden 125 productos con glifosato. La organización ecologista apela al principio de precaución en tanto la Unión Europea no ultime un estudio completo de evaluación.

La batalla del glifosato tiene un trasfondo económico: la agroindustria de las plantas modificadas genéticamente depende del glifosato, pues han diseñado cultivos resistentes al citado herbicida. Y abandonar proyectos en los que se han invertido tiempo y dinero está generando las lógicas resistencias.

De todos modos, aunque peligroso por méritos propios, el glifosato es la punta del iceberg de una ‘nómina sucia’ e insalubre de sustancias químicas.

El potencial nocivo de los COP no sólo amenaza la salud de los seres vivos, también suponen un riesgo para el medio ambiente. Así pues, la prioridad es la eliminación o sustitución de estas sustancias, evitándose la exposición (no existen niveles seguros de exposición debido a su persistencia). Particularmente, debe evitarse la exposición de mujeres en edad de concebir, gestantes y criaturas lactantes.

El que no se usen los productos alternativos (cuando éstos existen) obedece a una inercia –de imposible justificación- basada en intereses comerciales.


Efectos biológicos de los COP

Los COP afectan a los seres humanos, animales y medio ambiente, causando daños que muestran síntomas agudos y crónicos. Los ‘nasciturus’ (literalmente, el que ha de nacer) se hallan expuestos desde la concepción, pues estos contaminantes pueden atravesar la placenta, además de excretarse en la leche materna (contaminación durante la lactancia).

Los COP son susceptibles de producir defectos en la circulación sanguínea, en la formación del aparato urinario, alteraciones neurológicas, nacimientos con malformaciones, cánceres y alteraciones genéticas.

Desencadenan indeseables efectos endocrinos u hormonales. Los COP pueden suplantar a las hormonas, inducir una respuesta fuera de tiempo o cerrar la entrada e inhibir la respuesta, ocasionando trastornos de desarrollo reproductivo, disminución de esperma, defectos de nacimiento, pérdida de fertilidad, aumento de la hiperactividad en niños, problemas de aprendizaje, entre otros. Los efectos en el ecosistema incluyen feminización de machos y masculinización de hembras y comportamientos anormales.

En España, entre los generadores de COP se pueden mencionar la fabricación y uso de productos químicos, reciclado de metales, blanqueo de pulpa de papel, combustión de carbón vegetal, fundición de cables de cobre (revestidos con policloruro de vinilo, PVC), incineradores (de residuos municipales, peligrosos, médicos), quema a cielo abierto, combustión de madera, etc.



  • Potencial nocivo durante décadas

El periodo de latencia de estos compuestos no se está teniendo en cuenta en nuestra sociedad. Por ejemplo, el DDT se prohibió a mediados de los años 70 y, treinta y cinco años después, todavía encontramos sus trazas en el 88% de la población.

Se sospecha con fundamento que muchos de estos contaminantes actuaron –y actúan- como catalizadores de enfermedades y trastornos prevalentes en la actualidad, como son la infertilidad, malformaciones congénitas, problemas de aprendizaje y desarrollo neuro-conductual, obesidad, diabetes, varios tipos de cáncer, o enfermedades neuro-degenerativas (Alzheimer, Parkinson, etc). Miquel Porta admite que “es cierto que el conocimiento sobre los efectos adversos de los COP está lleno de incertidumbres, pero ello no debe ser obstáculo para que actuemos contra sus efectos más perniciosos”.


La bio-ingeniería y los cultivos transgénicos están cuestionados entre otros motivos por ir asociados a herbicidas como el glifosato
La bio-ingeniería y los cultivos transgénicos están cuestionados entre otros motivos por ir asociados a herbicidas como el glifosato

Por suerte, la mayoría de la población tiene concentraciones de COP muy inferiores a las de una relativa minoría. Pero en esta minoría se encuentran personas con concentraciones muy superiores a las que consideraríamos como tasa normal. Sin ánimo de crear alarma, también conviene tener presente que, según los expertos, la lista de contaminantes tóxicos persistentes es mucho más extensa que la lista “regulada oficialmente”, y que, como siempre ocurre en estos casos, las consecuencias no se verán hasta dentro de unos años. Así pues, no está de más ir empezando a prevenir.

Miquel Porta cree que, para afrontar el problema (de salud tanto pública como laboral), la sociedad debe “informarse, concienciarse y organizarse…”, apoyando, entre otras iniciativas, “la investigación sobre salud y medio ambiente”, pues al fin y a la postre, según dice “todo depende de cómo queramos vivir (y morir)”.


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