“El reto principal es ofrecer nuevas soluciones a viejos problemas”

Si hablamos de ayudas vinculadas a organismos oficiales, lo cierto es que la voluntad de ayudar no falta. No faltan las buenas palabras, consejos y buena disposición frente a las necesidades de un emprendedor, exceptuando las económicas. Los procesos de solicitud de subvenciones se hacen largos y tediosos, y por lo general siempre falta cumplir algún requisito indispensable. En cuanto a los bancos y cajas de ahorros, no hay más que leer la prensa para imaginar que no se encuentran en disposición de ayudar a empresas pequeñas que, bajo su criterio, no les ofrecen muchas garantías de devolución del capital prestado. En definitiva, se ha de recurrir a recursos propios (si se dispone de ellos) o a familiares y amigos que te apoyen, así como a grandes dosis de imaginación y auto-motivación.

En mis circunstancias particulares –que me temo se asemejan a las de muchos otros–, a las dificultades de encontrar financiación, se une el hecho de que el sector de la automatización está en este momento en horas bajas debido a la mala situación del sector industrial. La mayoría de las empresas han visto reducido drásticamente el número de pedidos que reciben, y por extensión sus inversiones, esperando ver hacia donde se encamina la economía. Esta circunstancia frena sin duda las posibilidades de desarrollo de una nueva actividad en el sector. En mi caso, intento llegar allí donde otros no pueden, o no quieren, ofreciendo servicios y productos innovadores que permitan a las empresas ser más competitivas, abaratar sus costes de producción, o automatizar procesos donde antes no se lo habían planteado.

Está demostrado que uno de los caminos más rápidos hacia la rentabilidad de un proceso industrial es la automatización. Es una herramienta necesaria para hacer nuestra industria más competitiva frente a los mercados actuales y a los emergentes. No hay más que ver en diversos medios de comunicación la publicidad que está haciendo Marruecos para atraer a la industria hacia sus nuevos polos industriales. Creo firmemente que en nuestro sector, es el momento de dar un paso hacia adelante y realizar las reformas e inversiones necesarias para mantener nuestra competitividad.

Sin duda es en la industria automovilística y las empresas vinculadas a ella donde se han hecho durante años las mayores apuestas por automatizar procesos. Esto ha redundado en un crecimiento espectacular en cantidad y calidad de la producción. Sin embargo, hay otros sectores que no se han quedado a la zaga. Las industrias farmacéutica y alimentaria por ese orden han implementado complejos dispositivos de envasado, empaquetado y control de calidad que les ha permitido en muchos casos mantener sus empresas en funcionamiento en tiempos difíciles como los actuales. Con el soporte y apoyo de las empresas de automatización, han visto claramente la oportunidad que las nuevas tecnologías les ofrecen, apostando por automatizar procesos que eran poco rentables o con un bajo valor añadido.

En el sector industrial que es el que conozco, mi opinión es que el binomio robot-visión artificial está abriendo al mercado unas posibilidades de desarrollo muy amplias, al conjugar las innumerables ventajas de ambas tecnologías. Creo que al margen de nuevos desarrollos que están por venir, la conjunción de ambos puede solventar un sinfín de problemas de producción o mejoras de la misma, que hasta la fecha no se habían planteado seriamente. Como decía antes, ahora es el momento de apostar.

Sin duda los robots más demandados son aquellos que ofrecen más y mejores prestaciones con un coste más contenido. Si nos ceñimos al sector de la inyección de termoplásticos, quizá los robots cartesianos siguen siendo los más solicitados por la propia inercia del sector, pero poco a poco se van introduciendo también los robots antropomórficos en estos procesos. Empresas como Stäubli Española, con la que colaboramos habitualmente, aportan sin duda una nueva visión de la automatización que renueva las expectativas y ofrece también nuevas soluciones a viejos problemas.

Acabo justamente de volver de Japón y he podido comprobar por mí mismo que sin duda la automatización de procesos industriales en Europa es una actividad que tiene todavía un gran camino por recorrer. En Japón fueron precursores en la automatización de procesos llevándonos la delantera durante muchos años. De hecho, algunos fabricantes europeos actuales de gran renombre han bebido de sus aguas durante décadas, incorporando su tecnología y haciéndola propia. La calidad, la simplicidad y la eficacia son sus máximas, desarrollando dispositivos muy eficaces con un coste contenido. Precisamente, tengo el placer de representar en Robotplus, en exclusiva para España, algunos de esos avances tecnológicos.

En mi opinión el reto principal es, como decía anteriormente, ofrecer nuevas soluciones a viejos problemas. Ya no basta con poner un robot en una máquina y darle al botón, hoy en día eso lo hace cualquier empresa en cualquier país. Hay que crear el robot que realmente aporte el máximo de ventaja y de competitividad a ese proceso concreto. Hay que inventarlo o adaptarlo al máximo para que el proceso sea más rentable que el del vecino del norte o del sur, y esto es aplicable desde la pyme hasta la multinacional que tiene que defender y demostrar la rentabilidad de su fábrica local.

Esta crisis ha sido sin ninguna duda un duro golpe del que nos está costando reponernos a todos los europeos, y aún más si cabe a los españoles, debido a nuestro modelo de crecimiento económico de los últimos años. Soy de la opinión que de toda crisis siempre se obtienen lecturas positivas, y una de ellas es que todo cambio duele pero fortalece. La economía española está pasando el peor calvario de su pasado reciente, pero es quizá también una oportunidad para hacer las cosas mejor, cambiar viejos métodos y costumbres por nuevas visiones y modelos que nos hagan ser más competitivos que nuestros vecinos.

Para finalizar querría parafrasear a José Saramago que lo explica bastante mejor que yo:

“No es verdad. El viaje no acaba nunca. Solo los viajeros acaban. E incluso estos pueden prolongarse en memoria, en recuerdo, en relatos. (….) Hay que volver a los pasos ya dados, para repetirlos y para trazar caminos nuevos a su lado. Hay que comenzar de nuevo el viaje. Siempre. El viajero vuelve al camino. (Del libro 'Viaje a Portugal').