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Cada vez son más las empresas que mejoran las prestaciones contra incendios de sus productos

Datos científicos y seguridad, factores de crecimiento de los retardantes de llama

15/04/2002
En los próximos cinco años se prevé un fuerte crecimiento en el uso de aditivos retardantes de llama (FR), según Great Lakes Chemical Corporation, empresa especializada en tecnología de aditivos para polímeros. Esta previsión de crecimiento se atribuye a dos factores: un planteamiento más científico de la evaluación de los efectos de dichos aditivos en el medio ambiente y una mayor preocupación mundial por la seguridad pública.
Cuando es la política la que lleva el debate sobre los aditivos, la discusión acaba reduciéndose a pedir la prohibición de todos los retardantes de llama químicos, empezando por los compuestos halogenados que tanto se usan actualmente. Sin embargo, esa posición contradice no sólo las tendencias del mercado, sino también ciertos descubrimientos científicos recientes y los consecuentes reajustes de algunas actitudes oficiales.
Según explica Great Lakes Chemical, cuando es la ciencia la que aborda el tema, las conclusiones son muy distintas. En estos momentos hay una tendencia mundial a recurrir a la ciencia para confirmar la razón principal de usar tecnología de aditivos FR para polímeros, a saber: que estos productos salvan vidas y propiedades.

Un vistazo a algunos países

Generalmente, Suecia ha sido considerado el país más opuesto a los aditivos FR, oposición que ha demostrado sobre todo a través de su Inspectorado Químico. Sin embargo, en abril de 2001, dicho Inspectorado calificó de «no concluyente» la investigación llevada a cabo por unos ecologistas en su acusación contra los FR bromados.
«El mero hecho de contener bromo no hace que un retardante de llama sea peligroso —dice Eva Ljung, del Inspectorado Químico, en unas declaraciones publicadas en el número del 26 de abril de Miljorapporten, una revista de defensa del entorno.
Por supuesto, los países nórdicos todavía están estudiando con una lupa muy crítica los productos FR. El año pasado plantearon serias cuestiones sobre los FR basados en antimonio, fosfato y bromo.
En Bruselas, la Comisión y el Parlamento europeos dedicaron el año pasado mucho tiempo y muchos recursos a estudiar los FR bromados en el contexto de las directivas de Residuos de equipos eléctricos y electrónicos (WEEE) y de prohibición de sustancias peligrosas (RoHS). En un momento dado, la Comisión se planteó prohibir todos los FR bromados, pero finalmente el Parlamento aprobó una ley que prohibirá los poco utilizados PBB y PBD en equipos eléctricos y electrónicos.
En la actualidad, se están realizando evaluaciones de riesgo sobre dos aditivos FR importantes, el decabromo y el octabromo; los datos científicos generados hasta el momento demuestran, en opinión de Great Lakes, que estas sustancias químicas son ecológicamente aceptables.
En Tokio, la Asociación del Medio Ambiente de Japón cambió recientemente sus criterios de ecoetiquetado para fotocopiadoras, impresoras y ordenadores personales. El cambio retira la exclusión de todos los FR bromados y la limita a los PBB y los PBDE, productos que tienen muy poco impacto en el mercado. Dicho cambio obedeció a la presión de los fabricantes de equipos originales japoneses, que reconocen la reciclabilidad superior de los plásticos que llevan FR bromados y la demanda por parte de los consumidores de una mayor seguridad contraincendios.
En los últimos años, la Academia Nacional de Ciencias en Estados Unidos ha examinado los efectos sobre la salud humana de dieciséis retardantes de llama químicos empleados para cumplir las nuevas normativas de seguridad contraincendios para muebles. Los estudios dieron los suficientes datos para que la Academia pudiera evaluar de forma definitiva ocho de esos productos, llegando a la conclusión de que no existía ningún riesgo sanitario ni medioambiental significativo relacionado con el uso de dichos aditivos.
Este visto bueno ha generado una inversión adicional de las empresas químicas en el estudio del impacto sanitario y medioambiental de sus productos. La división Polymer Additives de Great Lakes, por ejemplo, ha gastado en investigación científica decenas de millones de dólares para conocer a fondo todos los aspectos de sus productos relacionados con la salud.
«Hemos encargado estudios en campos que, aunque nunca habían sido planteado por los órganos reguladores, eran de interés tanto para Great Lakes como para sus empleados —dice Anne Noonan, vicepresidenta de Tecnología, Marketing y Promoción de la unidad de retardantes de llama de Great Lakes—. Y cada una de las frases de cada uno de los informes científicos que elaboramos la compartimos con las autoridades medioambientales y la ponemos a disposición de la prensa y el público". A principios del año pasado se presentaron voluntariamente a un programa de la Agencia estadounidense de Protección del Medio Ambiente que estudiaba los efectos de algunas sustancias químicas en los niños. «Esto no es más que un ejemplo de cómo Great Lakes busca formas de escuchar puntos de vista nuevos», asegura.
Noonan reconoce que la discusión política en torno a los FR puede hacer a veces sombra a la ciencia. Añade: «El compromiso de salvaguarda contraído por nuestros productos se cumple, no gracias a la política, sino a pesar de la política». Noonan comenta que, al final, el mercado está tomando decisiones cada vez más en función de los aspectos científicos y de las demandas de los consumidores y menos en función del «ruido» de la política.
«Esta tendencia —añade Noonan— va a pintar un panorama muy positivo para el uso de los FR en un próximo futuro.»
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Factores de seguridad pública

El segundo componente fundamental del crecimiento de los FR es el mayor interés por mejorar la seguridad pública. Como telón de fondo general, los ataques terroristas del 11 de septiembre en Estados Unidos no han hecho más que exacerbar esa preocupación. Pero, incluso descartando ese aspecto, la inquietud por prevenir y luchar mejor contra el fuego ya había vuelto hace tiempo a la agenda pública.
En Estados Unidos, la Comisión de Seguridad de Productos de Consumo, la Dirección contra Incendios y la Asociación Nacional de Protección contra el Fuego publican cálculos anuales aproximados de los daños por incendios que se producen en el país.
Basándose en esas cifras, se calcula que cada año se producen aproximadamente 400.000 incendios domésticos que requieren la intervención de los bomberos. En esos incendios mueren unas 4.000 personas y otras 20.000 sufren quemaduras graves. Los incendios también provocan daños contra la propiedad por un total de unos 4.500 millones de dólares . De esos incendios, unos 70.000 tienen relación con la distribución eléctrica y los electrodomésticos, en tanto que otros 40.000 son causados por deflagraciones en muebles tapizados y colchones.
Quizás el aspecto más interesante de estas estadísticas es que informan de una parte muy pequeña del problema. Por ejemplo, una investigación del congreso estadounidense reveló que el gobierno federal, que tiene una plantilla de dos millones de civiles alojados en 8.300 edificios, no tiene ningún dato ni siquiera sobre el mayor de los incendios producido en sus inmuebles. Además, sorprendentemente, hay años en los que grandes estados como California o Pennsylvania no informan de ningún incendio. Esto demuestra hasta qué punto son inadecuados los sistemas de información sobre incendios nacionales.
En Europa, el sistema para recoger y comunicar datos sobre incendios no es mucho mejor, pero, incluso a partir de datos parciales, los estados miembros de la Unión Europea informan de una cifra anual de unas 80.000 personas que resultan gravemente heridas en incendios en el territorio comunitario. De ellas, 60.000 sufren el incendio en su casa.
Uno de los subgrupos de incendios que más llama la atención en Europa por su gran número es el de los relacionados con televisores. Según el Instituto Nacional sueco de Investigación y Ensayos, unas 160 personas mueren cada año en Europa como consecuencia directa de incendios de televisores. En Suecia, por ejemplo, cuyas normas de seguridad contraincendios para las carcasas de plástico de los televisores son relativamente relajadas, se originan 165 incendios de televisores por cada millón de habitantes. En comparación, en Estados Unidos, que en este campo cuenta con normativas de retardancia de llama más estrictas, se producen menos de dos incendios de televisores por millón de habitantes.
Pese a todas las críticas contra los retardantes de llama (ya no de científicos ni de ecologistas, sino básicamente de políticos), la Comisión Europea reconoce que el porcentaje de víctimas mortales por incendio en Europa aumentaría un 20 por ciento si no se utilizaran FR. En la misma línea, el Reino Unido informa que durante la pasada década las normas de seguridad de ese país para muebles tapizados han salvado 1.860 vidas gracias al uso de FR.
En el mundo hay un concienciamiento cada vez mayor de que los retardantes de llama están salvando vidas. Los datos lo confirman. Lógicamente, las estadísticas sólo pueden darnos una imagen estéril y parcial. Para hacernos cargo de los auténticos efectos de un incendio, bastaría con entrevistar a alguien que haya sobrevivido uno. Un incendio puede ser una experiencia horrible.

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