El sector de las obras públicas también presenta ajustes

El ámbito de la ingeniería civil en España pasa por conjugar las nuevas metas y retos internos con los problemas externos que genera el panorama actual. Así, las mejoras en seguridad, las nuevas tecnologías, el impacto medioambiental o la política hidráulica comparten protagonismo con temas de actualidad como la crisis, la Ley Omnibus o el plan Bolonia.

El contexto económico actual presenta tiempos de ajustes en todos los campos. También en las obras públicas. El ministro de Fomento, José Blanco, anunció hace unas semanas un importante recorte en los presupuestos con notables consecuencias para el sector. Blanco propuso como medida paliativa el impulso de la colaboración público-privada con 15.000 millones de euros adicionales a su presupuesto para mantener la inversión en niveles similares a los de los últimos años. Una medida que según el presidente del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, Edelmiro Rúa, es viable, porque podría relanzar proyectos estancados y animar la contratación de obras a empresas que no consiguen financiación a día de hoy. Hasta la fecha esta aportación extra no cuenta con la total aprobación del Ministerio de Economía que estudia las garantías y condiciones de los acuerdos.

Edelmiro Rúa, presidente del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos.

El otro aspecto que destacó el ministro fue la reducción de costes en las obras públicas y conseguir una mayor eficiencia. Una afirmación que Rúa considera conveniente, pero recuerda que reducir los costes no puede afectar a la calidad. “Hay que hacer las cosas muy bien porque si no el gasto en mantenimiento es mayor a la larga, como ha ocurrido con la A-92, que ha tenido muchos problemas por las prisas. Los precios tienen que ser adecuados con la ejecución y el mantenimiento de la obra”, afirma. En un análisis de la situación Rúa admite que no va a ser un año boyante, porque la crisis hasta finales del año pasado no empezó a afectar al sector de la ingeniería civil. La causa es que hasta ahora se vivía de las obras que se tenían en cartera, pero esas se acaban y las licitaciones se han reducido considerablemente. De esta manera, en lo que llevamos de año el paro en el sector se ha duplicado y ha alcanzado el 3%. Rúa pone como plazo hasta junio para evaluar hasta qué punto se va a notar la reducción de proyectos y obras y sus consecuencias. De momento, los recién licenciados están sufriendo ya esas consecuencias porque como asegura Rúa, “tardarán más en colocarse”.

Los cambios de los estudios universitarios es un tema, que el presidente de los Ingenieros de Caminos califica de “situación preocupante”. La sustitución de las licenciaturas actuales por los grados, que se aprobó en 2007, ha sufrido una modificación que complica el cambio. “Los chavales que aprueben la selectividad en junio no sabrán qué escoger porque no va a haber ingeniería de ciclo largo hasta que no haya master. Además tampoco seguimos el patrón europeo y proponemos que haya una prórroga para adaptar los títulos porque hay poco tiempo para reorganizar todo y no confiamos demasiado en el método”, manifiesta Rúa.

Respecto a la Ley Omnibus, una adaptación a la norma europea que pretende impulsar la libre competencia y liberalizar el acceso y ejercicio a las actividades de servicios en algunos sectores, el Colegio de Ingenieros muestra su recelo en primer lugar porque dicen que no existe un diálogo con el Ministerio de Economía que permita conocer detalles de las modificaciones que se están plasmando en el borrador. Edelmiro Rúa, entre los motivos por los que considera inapropiada la ley, expone que desechar el visado, que legitima la calidad adecuada de un servicio y verifica que existe un seguro o garantía de responsabilidad civil que protege al usuario durante la vida útil de dicho servicio, es contraproducente. La ley apunta que el ahorro del visado aportará un incremento del PIB del país, pero Rúa afirma que si se suprimen los visados dejaran de existir unos seguros de responsabilidad civil realizados por los autores de los trabajos profesionales y la Administración central, autonómica y local tendrá que hacerse responsable subsidiario de los fallos que puedan surgir, lo que puede provocar un aumento del gasto público. Rúa afirma que están defendiendo a la sociedad con su oposición a esta ley.

Los fenómenos meteorológicos de este invierno han provocado desbordamientos y destrozos en diversas infraestructuras del país. La prevención, afirma Rúa, es esencial, pero las nubes son incontrolables. El decano recuerda que hay maneras de controlar las posibles consecuencias de la fuerza de la naturaleza. “Las presas, que pese a estar muy mal vistas por los ecologistas, son un medio efectivo y nadie piensa en que las presas son humedales que generan microclimas que mejoran la zona y provocan el flujo de aves migratorias”, añade.

Acerca de la política hidráulica y en concreto de los trasvases Rúa cree que el problema es político porque dice que la solución técnica está estudiada y es viable. “Si una zona está seca y otra inundada hay que intentar conectarlas para que esté compensado”, asegura.

Uno de los retos que Rúa destaca es la cuestión de la seguridad. “Con cálculos más afinados de comportamiento de materiales y la concienciación e interés de las empresas de construcción, la seguridad es una prioridad para todos que avanza con técnicas cada vez más precisas”, manifiesta.

Para el ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, Valentín Gómez Jaúregui, existen dos grandes campos en los que se pueden enmarcar las innovaciones en el sector de la ingeniería civil. Por una parte, los nuevos materiales, “dando versatilidad y potencia a las estructuras convencionales que hasta hoy en día se han ido construyendo”. Y por otra parte las nuevas tipologías, es decir, “aquellos sistemas estructurales que vienen a romper los moldes de la forma de construir y soportar las estructuras que necesitamos en el ámbito civil”.

De las estructuras, el ingeniero señala hacia el futuro con la tensegridad. Un término asociado a unas estructuras que Gómez califica de “extraordinarias” porque constan de barras que están flotando en el aire, tan sólo sujetas mediante cables a otras barras que también flotan en el aire. Las principales ventajas de estos sistemas son “su extremada ligereza en comparación con su resistencia, la optimización del material (pues todos los elementos a tracción son cable en lugar de barras), su gran resistencia a las cargas dinámicas y vibraciones (de ahí su perfecta adecuación a zonas sísmicas), y como no, su elevada connotación estética”, asegura. Por el contrario, quizás uno de los inconvenientes que puede presentar es “su elevada deformación ante cargas elevadas, aunque en algunos casos esta característica también puede llegar a ser una ventaja”. Gómez apunta que aunque aún no haya gran número de estructuras de este tipo construidas, sí que se está desarrollando un caldo de cultivo más que interesante acerca de futuribles proyectos en los que estos sistemas de ‘compresión flotante’ asumen buena parte del protagonismo de la obra civil.