Alerta ante el avance del picudo rojo, una plaga que afecta a todos
19 de julio de 2010
Ante la pregunta de por qué se considera al picudo rojo una plaga, Ramón Herrero, presidente de la Asociación Profesional de Empresas de Jardinería de Castellón (Asjac), lo tiene claro. “Básicamente, porque este coleóptero está arrasando toda una especie de palmeras, la canaria o Phoenix canariensis. En el momento en que se detectó en Almuñecar (Granada), hace 10 años, se ha ido extendiendo por toda la costa mediterránea causando estragos en esta clase de palmeras”. Estragos que, en opinión de Herrero, abarcan desde los ejemplares que se mueren y se deben reponer, a la alteración, en general, del patrimonio paisajístico del litoral o a la repercusión económica que representa. “El coste de quitar una palmera es elevadísimo. De hecho, en la comunidad valenciana solo hay un vertedero autorizado, el de la Godelleta en Valencia”. Ya el pasado mes de febrero, Asjac contabilizó unas 4.000 palmeras infectadas de picudo rojo en toda la provincia de Castellón, en la que se llevan a cabo entre ocho o 10 tratamientos anuales. En aquel momento, las localidades afectadas por la invasión de este coleóptero se extendían por Almenara, Castellón, Almassora, Vila-real, Burriana y, en el norte, por Orpesa y Torreblanca, por ejemplo. Ya a principios de julio, en Vila-Real ponían en marcha una campaña preventiva ante la próxima invasión de este insecto, que se augura para el próximo otoño. Una plaga que desde la organización califican de “peligrosa” ya que lleva a cabo toda su metamorfosis dentro de la palmera, desde que pasa de huevo a adulto. Además, este coleóptero se propaga con gran rapidez ya que pone una media de 250 huevos por palmera. Pero, ¿qué retiene y atrae a este insecto en la zona? Básicamente, se apuntan factores como la proliferación de vertederos no controlados y el descuido de los particulares.
Un coste que cifran en “miles de millones de euros”
El hecho de que tan solo exista un vertedero autorizado en la comunidad valenciana hace más costoso el proceso, en opinión de Ramón Herrero: “Desde una punta a la otra hay que cortar las palmeras, cuyas dimensiones son enormes con personal especializado, transportarlas herméticamente hasta un vertedero, destruirlas con una máquina y someterlas a un proceso de desinfección. Y todo ello, siguiendo un protocolo establecido para este fin. En números, el coste es elevadísimo: estaríamos hablando de miles de millones de euros”. Un proceso costoso, que sufragan por un lado la Generalitat Valenciana, en cuanto a erradicación y traslado del ejemplar al vertedero; y por el otro, la repoblación de la palmera infectada, competencia de cada ayuntamiento, como explica el presidente de Asjac, quien hace un llamamiento no solo a los organismos públicos, sino también a los ciudadanos. “En general, las entidades cuentan con medios, equipo técnico y sistemas para proteger a los ejemplares que plantan en el municipio. Sin embargo, es bastante difícil llegar a la población. Y ahí está la lucha: si un particular tiene una palmera infectada de picudo rojo y no la trata de forma adecuada, probablemente esta se morirá, y con ella también resultará afectado el ejemplar de su vecino… y así se irá extendiendo la plaga. Llegará un momento en que los organismos no podrán costear esa cantidad de dinero que nos cuesta esta amenaza y al final cada uno se las tendrá que arreglar por su cuenta”, asegura. “Entre todos –apostilla– debemos ponerle freno”.
¿Tratamiento fitosanitario o lucha biológica?
A finales del pasado año, el ayuntamiento de Castellón puso en marcha un tratamiento biológico pionero contra el picudo rojo o Rhynchophorus ferrugineus. En concreto, se utilizaban nematodos entomopatógenos, unos insectos microscópicos que devoran especies de escarabajos como el picudo y los eliminan en apenas dos días, con un porcentaje de éxito en la ciudad superior al 97%. A favor del uso de parásitos, varias ventajas: un tratamiento biodegradable, orgánico, no tóxico y natural. Sin embargo, desde la Asociación Profesional de Empresas de Jardinería de Castellón, se considera “demasiado lenta” la lucha biológica para hacer frente a una plaga que se propaga con gran rapidez. “Desde Asjac estuvimos probando diversos medicamentos con los que combatíamos otras plagas como el pulgón y la cochinilla. Descubrimos que el uso de clorpirifos, una materia de un producto fitosanitario, actuaba de manera radical: en pocos minutos, el picudo rojo había muerto. Después, estudiamos cómo aplicar este sistema. Se trataba de pulverizar este producto en el ojo de la palmera, dónde cría el picudo para poderlo erradicar y así trabajar de forma más rápida”. Así pues, el clorpirifo junto con mojante está dando muy buenos resultados, tal y como Se trata de una materia activa que está dando muy buenos resultados conocida como Clorpirifo y que desde Asjac emplean junto con mojante. Esta sustancia ha sido autorizada por el Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, para su aplicación en palmeras ornamentales y, por tanto, se podrá usar en viveros y ámbitos urbanos. Así, el presidente de Asjac apuesta por este tipo de tratamientos con los que se ha llegado a parar y a controlar “muchísimo” esta plaga en los últimos meses. “Hemos insistido a la Generalitat Valenciana y a los profesionales acerca del uso de este producto que representa una solución radical contra el picudo. Es más, se ha conseguido que la mayoría de las palmeras afectadas que no estaban muertas del todo, aunque sí en un estado de infección muy avanzado, brotaron de nuevo. Hay otros tratamientos, pero los procesos son más lentos, con lo que las plagas avanzan”.
Asimismo, desde Asjac consideran que el cultivo biológico es costoso y que otro de sus inconvenientes reside en que lo debe aplicar personal con formación, que conozcan estas técnicas. Por ello, son firmes defensores de estos tratamientos fitosanitarios, que en el municipio de Vila-Real forman parte de la última campaña preventiva. A fin de frenar el avance del insecto se han instalado una serie de trampas que se colocan en los ejemplares. Las trampas funcionan como atrayentes, contienen una serie de feromonas que atraen al coleóptero que nota un olor más fuerte en dicha palmera, respecto a otras. “Para que te hagas una idea –explica Herrero– se coloca una especie de cubo con un agujero y dentro se deposita un líquido con feromonas y un producto fitosanitario. Así, se busca que cuando el picudo entre, lo toque y muera. En Castellón, Benicàssim, Alcalà de Xivert, Vila-Real se han llevado a cabo muchas campañas de protección en cuanto al sistema de instalaciones de goteo para el tratamiento y erradicación de la plaga. Estos ayuntamientos son los que, actualmente, combaten esta amenaza. Por ejemplo, Benicàssim fue el primero que diseñó un protocolo de actuación para eliminar al picudo rojo”. En total, en Castellón se emplean hasta tres tipos de tratamientos diferentes: a base de parásitos, insecticida pulverizado y endoterapia.
El picudo rojo o curculiónido ferruginoso (Rhynchophorus ferrugineus Olivier) es un escarabajo originario de las regiones tropicales de Asia y Polinesia. A medida que se ha desplazado por otros puntos subtropicales y templados de la Tierra, ha colonizado palmeras de Oriente Próximo, Oriente Medio y del Norte de África, convirtiéndose en una fuerte amenaza para esta especie vegetal. En España se tienen noticias de su llegada con la importación a gran escala de Phoenix dactylifera (o palmera datilera) desde Egipto. Su detección en el país ibérico tuvo lugar hace 10 años en Almuñecar (Granada) y de ahí se ha desplazado por todo el litoral mediterráneo y las Islas Canarias, donde ha acabado con numerosos ejemplares. “Tenemos estudios que demuestran que el picudo rojo no solo ataca a las Phoenix canariensis, aunque aquí es donde está más blando. A nosotros nos entró por la Phoenix dactylifera, que es de tronco duro”, aclara Herrero. La gama de palmeras ‘posibles víctimas’ de este insecto se amplía, a medida que se queda sin alimento. Así, hoy en día, son sensibles al picudo rojo, otras especies como la Areca catechu, la Arenga pinnata, laBorassus flabellife y la Butia capitata, por citar solo algunos ejemplos.
A simple vista, estos insectos se distinguen por la prolongación de la cabeza en forma de pico, sus antenas que simulan una maza y su color rojizo (ferruginoso). Los adultos recorren largas distancias mediante el vuelo, aunque también trepan bien desde el suelo hasta las copas de las palmeras. La hembra deposita los huevos en galerías excavadas en heridas recientes de la base de las hojas y en los tejidos blandos del interior de la yema apical del tronco, muy cerca del nacimiento de las hojas, lo que se conoce como ojo de la palmera, y donde son difíciles de hallar.
Durante los vuelos que llevan a cabo, los adultos colonizan otras palmeras. Estos escarabajos prefieren aquellos ejemplares enfermos, con heridas de poda o debilitadas. En época de frío, estos insectos no vuelan aunque sus efectos siguen siendo dañinos, ya que las larvas devoran las palmeras por dentro. Las plantas presentan síntomas característicos: hojas marchitas en el centro de la corona, que se pueden secar y permanecer colgando hacia el suelo.
En España, concretamente en el litoral mediterráneo, el ciclo de vida del picudo rojo dura entre tres y cuatro meses. De esta manera, se reproducen hasta cuatro generaciones al año.