Xerojardinería, una elección medioambiental y de ahorro
12 de enero de 2012
La xerojardinería nace en Estados Unidos, a principio de los años 80 en el estado de Colorado, donde el Departamento de Aguas de Denver, la Universidad Estatal de Colorado y la Asociación de Paisajistas de Colorado detectaron que en periodos de sequía no podían mantener los jardines en condiciones adecuadas.
Los dos factores que marcaron su desarrollo fueron un fuerte crecimiento de la población urbana en el estado de Colorado a finales de los 70 (seguidos de aumento de zonas verdes), lo que provocó los primeros síntomas, y una dura sequía que tuvo lugar en California en 1977. Los estados del oeste de los Estados Unidos reciben gran parte de la precipitación anual en primavera y otoño, sufriendo sequías periódicas durante el resto del año. La intensa sequía del 77 había sido la señal de alarma: la jardinería, principal afectado por las restricciones de agua, debía adaptarse a las nuevas necesidades o bien sufrir una disminución en la calidad paisajística.
Así que se empezaron a idear jardines públicos que necesitasen menos agua, más secos (xeros en griego es seco), formulándose unos principios de diseño y concepción del jardín que constituyó lo que hoy se conoce como Xerojardinería.
1. Planificación y diseño adecuados.
2. Análisis del suelo.
3. Selección adecuada de plantas.
4. Optimización de las zonas de césped.
5. Sistemas eficientes de riego.
6. Uso de mulching o acolchados.
7. Mantenimiento adecuado.
En España hubo una gran difusión en la década de los 90, influenciado por la sequía que durante esos años sufrió la Península.
La idea que debe quedar clara, el axioma principal que define la xerojardinería es la siguiente: “Hacer un uso racional del agua de riego, evitando en todo momento el despilfarro”.
Para Estudio Dehesa de la Jara, un xerojardín no es un jardín lleno de cactus, con aspecto de desierto, carente de césped y con la tierra como único elemento cromático dentro del mismo. Un xerojardín es un paisaje que no requiere, en cierto modo, de riegos suplementarios. Cualquier planta, si está en el lugar correcto y con el mantenimiento adecuado, puede ser utilizada en xerojardinería.
Se basa en el uso eficiente del agua, la mayoría de las especies autóctonas de modo natural son eficientes en agua. La clave es saber disfrutar y conocer las especies que nos rodean en un paisaje tan rico como el nuestro.
Cómo crear un xerojardín
A la hora de crear un jardín de bajo consumo tenemos en cuenta lo siguiente:
Es importante la elección de especies que estén adaptadas al medio, y también mejorar la conservación de agua del suelo. Los suelos no deben ser arenosos, ya que filtran el agua rápidamente, pero tampoco arcillosos ya que la retienen demasiado. Si el suelo es arenoso o arcilloso se puede mejorar aportando materia orgánica, y en el caso de arcilloso además de la MO, arena de río. De todas formas, en la filosofía de la xerojardinería se fomenta el uso de especies que mejor se adapten a las condiciones del suelo en vez de estar corrigiendo el suelo constantemente. También existen modificadores estructurales del suelo con polímeros enriquecidos con macroelementos (N- P- K-Mg), minerales y estimuladores del crecimiento.
También es importante intentar reducir la superficie dedicada al césped lo máximo posible, debido a su abundante consumo de agua. Otra posibilidad es la utilización de pradera natural, en donde según la época del año se disfrutará de una tonalidad u otra, así como el uso de plantas tapizantes, arbustos, cortezas... Si hablamos del uso de mulches, cortezas, piedras o gravas, hay que aclarar que evitan la proliferación de malas hierbas, reducen las pérdidas de agua por evaporación y además pueden ser parte del diseño del jardín. Según el tipo de materiales que empleemos, deberán ser repuestos debido a su degradación (esta descomposición favorece la fertilidad del suelo).
Otro punto fundamental es definir una forma de riego eficiente. Según el jardín, la ubicación, la iluminación y la estación del año existen determinadas técnicas muy eficientes. A la hora de hacer un diseño de un jardín, lo primero que debemos hacer es una planificación exhaustiva con las necesidades hídricas de las plantas, crear grupos o hidrozonas en función de coeficientes de cultivo y necesidades hídricas según especie (al menos aparecen tres consumos de agua: bajo, medio y alto).
Por ejemplo nunca deberíamos juntar en una zona especies como romero (requiere poco agua), con macizos de flores que requieren mucho más agua, ya que lo que conseguiríamos es un exceso de agua totalmente evitable si se planta junto a otras de las mismas necesidades hídricas.
Se estudia la zona y su climatología, se calcula la cantidad de agua que retiene el suelo cada mes y se gestiona un modelo de riego por hidrozonas, maximizando el agua de lluvias. Existen tablas con coeficientes de cultivo de las especies vegetales que ayudan al cálculo de necesidades hídricas.
Otro consejo a seguir es regar en las horas de menos calor para evitar evaporación innecesaria. Existen muchísimos sistemas de riego y opciones, pero como ya hemos dicho es necesario conocer el agua que necesitan las plantas en cada momento, el goteo es el que produce menos pérdidas. También hay que tener en cuenta que en las zonas de sombra las pérdidas de agua se reducen. El viento es un factor que se debe considerar, ya que en lugares donde hay mucho, puede llegar a ser un factor desecante. O a la hora de regar perder gran cantidad de agua.
Además, es conveniente apoyarse en tecnologías que permiten una mejor gestión del riego, como por ejemplo sensores de lluvia con corte automático, programadores de riego por sectores (hidrozonas), sensores de humedad del suelo, sistemas de riego de las zonas radiculares, anemómetros para corte de riego por aspersión en caso de viento excesivo, etc.
Las ventajas de la xerojardinería
Este xerojardín conseguirá unas facturas de agua más bajas, mayor disponibilidad de agua para otros usos y poca o nada siega de césped.
Con este modelo de gestión y diseño de un jardín aprovechamos de forma óptima las precipitaciones, tenemos un jardín preparado para soportar estrés hídrico en época de sequías y además favorecemos hábitats de fauna de la zona al usar especies autóctonas.
A cambio de estos beneficios, conlleva una mayor preparación, planificación y estudio de la zona, preparar la tierra, y sobretodo cambiar la mentalidad de “utilizar agua para mi jardín” por “seleccionar especies en función del agua existente de tal forma que el mantenimiento sea lo más eficaz y económicamente posible”.
La base de precios de paisajismo que editamos contiene multitud de especies y una amplia variedad de productos que pueden orientar los criterios a tener en cuenta a la hora de un buen diseño. Se puede consultar en la web basepaisajismo.com.