Curar cuerpo y alma en el Festival Internacional de Jardines de Chaumont-sur-Loire
23 de septiembre de 2010
El visitante contempla una parcela ajardinada de casi 240 metros cuadrados. A sus pies, se tiende lo que parece ser una figura humana rodeada de cuatro jardines que simbolizan mucho más que una experiencia sensorial; la búsqueda del bienestar personal. Plantas aromáticas, fragancias sutiles, elixires y aceites esenciales se conjugan en ‘Hortithérapie sensorielle’, desarrollada por los arquitectos-paisajistas Stefano Marinaz, Francesca Vacirca y Daniela Tonegatti, de Italia. Esta zona ajardinada, que aúna cuatro espacios verdes ‘jardin sauna’, ‘jardin potager’, ‘jardin massage’, ‘jardin parfumé’, ha sido una de las propuestas de jardinería seleccionadas, entre 300 candidatas (70% francesas y 30% de otros países), durante la décimo novena edición del Festival Internacional de Jardines de Chaumont-sur-Loire. Paisajistas, botánicos, arquitectos, escritores e intelectuales de Francia, Reino Unido, Alemania, Italia, Japón y Países Bajos, entre otros, han participado en la edición de este año con el tema ‘Jardins, corps et âme’ (Jardines, cuerpo y alma). Hasta el próximo 17 de octubre, las tres hectáreas que rodean el castillo de Chaumont-sur-Loire (Francia) mostrarán los 22 jardines efímeros elegidos, a medio camino entre el paisajismo y el arte contemporáneo.
“Lo que está bien en el cuerpo, está bien en el alma”
En esta ocasión, el festival francés de jardines, que registró una afluencia de 355.000 personas en la edición anterior, efímeros redimensiona el concepto ‘curativo’ en la jardinería, de moda en la actualidad. Plantas como la menta, la salvia, la lavanda, la borraja, el romero o el hinojo brindan al visitante sus cualidades aromáticas y terapéuticas, creando composiciones que además invitan a la contemplación, a estimular la imaginación y a recobrar la serenidad anímica. Por ejemplo, ‘Un divan au jardin’, una creación francesa en la que han participado Emeline Escats (paisajista), Fanny Perrot y Camilla Picot (arquitectos), Leila Simoussa (artesana y productora de tisanas terapéuticas y Raphael Beuchot (autor e ilustrador), considera al jardín como una herramienta terapéutica contra la tristeza y el decaimiento. Un vistazo al mundo de la psicoterapia, al recrear los clichés de cualquier consulta que se precie. Así pues, en la entrada, se observa una pequeña placa metálica, habitual en centros médicos, como bienvenida. En el centro, se sitúa un diván sobre el que uno se tiende y deja ir todas sus preocupaciones. Ni terapeuta, ni libreta de notas. En su lugar, un árbol como testimonio silencioso de los secretos más escondidos del paciente. Los sentidos se dejan llevar por este ambiente, envuelto además en fragancias relajantes de menta y otras plantas aromáticas. Una composición que sugiere redescubrir las plantas y sus propiedades, como alternativa al abuso de psicotrópicos.
Por su parte, ‘Des racine du corps à la bulle de l’âme’, de la mano de Géraldine Gerin-Bougrain (arquitecta), Caroline Foulonneau (paisajista) y Julie Colin (escenógrafa), invita al público a detenerse y visionar el cielo para apreciar así la luz e inmensidad que desprende. Una vez a cubierto, experimentará sensaciones más corporales: pesadez, solidez, entre las ramas de mimbre colocadas sobre la tierra. Las plantas trepan hacia el cielo, atraídas por el sol. Un jardín que transpira claridad y luz para así apreciar mejor la sensación de eternidad.
En este festival también tienen cabida la poesía y la filosofía. ‘Cheveux d’anges’, del arquitecto Christophe Marchalot y la creadora plástica Félicia Fortuna, es sin duda el jardín más bello y poético de todos. Con una puesta en escena sorprendente, el público distingue una capilla de vidrio sobre una especie de estanque rodeado de sillas inaccesibles. En su interior, ejemplares de ‘Tillandsia usneoides’, o clavel de aire, una planta sin principio ni fin, ligera y libre de raíces, caracterizada por sus hojas plateadas –en este caso, evocando cabellos de ángeles– que expresan la materialización de lo invisible y la prolongación del alma. Las sillas blancas, ofrecen reposo sobre una capa de agua en sombras, poblada de nenúfares blancos y rojos que gravitan alrededor de la capilla.
El tiempo se detiene también ante la contemplación de ‘Le rêve de Pantagruel’, en el que han trabajado hasta seis arquitectos italianos (Carlotta Montefoschi, Niccolo Cau, Elsa Pandozi, Maria Cecilia Villanis, Nelda Tripicchio y Ricardo Walter Campos), y donde se interpreta que el alma se abre paso a través de los sueños. Una mesa preparada para una ocasión festiva, donde la comida que alimenta el cuerpo se muestra aquí en forma de flores. La mesa está suspendida, ultimando esta escena onírica.
Por otra parte, y haciendo alusión a una filosofía de vida, ‘Igloolik Ultima’ diseñado por los arquitectos Julián Lachal, Julie Bernard y Agathe Faure, ejemplifica a modo de jardín las regiones polares, y su población autóctona, enfrentadas al cambio climático. El proceso de adaptación a las condiciones de vida duras del pueblo esquimal ha sido perturbado por la aparición del hombre blanco. Aun así, los habitantes de las zonas polares han logrado conservar una tradición oral, un chamanismo y un sentimiento de apego a su territorio. Este es el vínculo que esta composición explora a través de la experiencia de los sentidos.
Música y flores en recuerdo a la cantante de música negra, Billie Holliday
Desde los países bajos, se rinde homenaje a Billie Holliday, intérprete de blues y jazz, con el jardín ‘Hommage à lady day’, de Strootman Landschapsarchitecten BV. El público escucha la voz de la diva negra, fallecida a los 44 años, a través de un altavoz colocado bajo un piano de cola, en el centro del jardín. Un piano que se posa en medio de un campo de adormideras y amapolas rojas (Papaver somniferum y Papaver rhoeas). En la parcela se han plantado otras especies que crecen al aire libre y aportan matices de color al conjunto: Myosotis des bois o Myosotis sylvatica, de pequeñas flores azul claro agrupadas en racimos verticales, simboliza la memoria; Phlox de Drummond, una flor tejana (Estados Unidos) disponible en rosa, rojo, blanco y magenta; Cosmos, en tonalidades anaranjadas, anémonas, etc. ‘Hommage à lady day’ plasma la existencia dolorosa de la artista, adicta a la heroína, pero a la vez aúna plantas y música como elementos de redención del alma. Se crea una atmósfera relajante, que el visitante disfruta desde unos sillones Chesterfield, instalados para la ocasión sobre una tarima de parqué negro.
El festival importa la ‘hora del té’ a la inglesa
Hasta el próximo 17 de octubre, se sirve té en el jardín ‘Bon thé, bon genre’, a las cuatro de la tarde. Realizada por George Richardson y Jules Arthurs de PIP Partnership (asociación de paisajistas), ‘Bon thé, bon genre’ no se limita a ofrecer una tisana a base de las hierbas que el visitante observa in situ; además invita a recuperar los hábitos de cualquier día festivo, a no olvidar los buenos modales, a no interrumpir al resto de comensales... En fin, a respetar las normas de etiqueta típicas de los salones de té clásicos ingleses, con sus tapetes bordados, su porcelana de flores y esos postres que endulzan la tarde. Así, una pared de 250 tazas y platos a juego de porcelana recrean esta atmósfera, junto a otros elementos ornamentales. Se plasma, de forma peculiar, cómo el hombre ha utilizado durante miles de años el té y las infusiones para recuperar cuerpo, alma y espíritu.
Vagar sin un destino ni propósito definido, o lo que en Francia definen como ‘flâner’, se convierte en un placer para los sentidos ante propuestas como ‘JardiNez, vagabondage aromatique’, de Guylaine Piketty, diseñadora de parques y jardines, junto a la también diseñadora, Sylvie Polo. Aquí las plantas aromáticas son las protagonistas, así como las sensaciones olfativas que transmiten. A modo de nariz, este espacio verde, concebido con la colaboración del Conservatoire Nacional des Plantes à parfums, Médicinales, Aromatiques et Industrielles de Milly-La-Fôret, define un recorrido olfativo, y también didáctico, que permite redescubrir las virtudes aromáticas de las especies plantadas. Lavandas, Helichrysum italicum, Pélargonium, por citar algunas, dan forma a un jardín polisensorial que exhibe sus posibilidades, a menudo ignoradas, en paisajismo contemporáneo.