Este jardín ha sido premiado por el Colegio de Ingenieros Agrónomos de la provincia de Málaga

La parcela de unos 6.000 metros cuadrados, disponía de una vivienda restaurada con líneas claramente modernas, de grandes ventanales cuadrangulares, concepto básico de la casa japonesa; la de ver los jardines como cuadros a través de las ventanas por ello y de acuerdo con la propiedad, se optó por el estilo japonés a la hora de diseñar el jardín.

En la entrada algunos cambios, solo los que permitían la estructura ya creada de garaje, con el gran llano pavimentado delantero.

Igualmente se respetaron todos los caminos y escaleras ya creadas en pizarra de la parcela alrededor de la casa, mejorando los aterrazamientos con la creación de muros de roca de la zona y una mejor nivelación de los jardines.

Los propietarios adquirieron la parcela colindante a la suya en la zona sur; el proyecto en principio, tenía la intención de salvar el desnivel de unos 3,50 metros existente entre ambas parcelas de la manera más natural posible y de más cómodo acceso en la transición entre ambas, creando una nueva y única parcela, y varios ambientes dentro del jardín.

A la entrada, en el primer jardín, se crea unos jardines de estilo Kare-sansui, de la época Kamakura (1.185-1.333) lagos secos de gravilla blanca, con isla de las tortugas central, composiciones con grandes rocas, correspondientes a la 1ª oleada del budismo Zen en Japón, aislado visualmente de la entrada de vehículos y del siguiente jardín con lago de kois del estilo de la época Heián (794-1185) propio de jardines palaciegos.

Esta segunda zona se une con el tercer y último jardín por medio de la compensación de desniveles entre ambas parcelas y el depósito entre ambas de rocas de gran tonelaje (entre 1.000 y 10.000 kilos), junto con escaleras de roca natural planas funcionando como huella, y rampa suave de rocas, en su zona más distante al lago.

El jardín japonés es definido en su concepto más universal, como la recreación de una porción de la propia naturaleza dentro de los límites del jardín, la copia o interpretación de un paraje natural ya existente; tanto los de la época Asuka (250-552 d.c.), los de la época Nara (710-790), y la Heián (794 – 1.185 dc.).

Este tercer jardín es la aceptación de la naturaleza que nos rodea en este lugar; se eliminó prácticamente toda la vegetación que no correspondiese a la flora del lugar y se ha respetado la autóctona; reforzándola, dejándola que se propague espontáneamente y con total libertad.

Se crean dentro de este jardín de flora autóctona, unos senderos de roca natural, que facilitan el paseo y la contemplación de este jardín; todo lo demás, su desarrollo, su reproducción lo vamos a dejar en manos de la naturaleza. La mano del hombre en este jardín, debiera intervenir lo menos posible, para reforzar su imagen de jardín natural autóctono.

Este jardín junto a los del lago de kois, corresponderían al estilo de jardinería japonesa de la época Nara y Heián; coincidiendo con la fusión entre el shintoismo japonés de la época y el budismo llegado desde China a Japón.

Los jardines japoneses, procedentes del budismo, son espirituales y refinados. De China llegaron a Japón y fue aquí donde la cultura japonesa con tendencias más refinadas superó al jardín de origen chino.

Según Manuel García, el jardín japonés contempa los siguientes ideales en todos sus estilos:

1º la asimetría en todos los elementos del jardín. Siempre y en todos sus estilos, el jardín japonés es asimétrico, el concepto de simetría dentro del jardín, es sustituido por el equilibrio general de la composición en el conjunto del diseño, en todos los elementos que lo componen.

2º la simplicidad en las formas, con elegancia y gran profundidad espiritual.

3º la belleza del vacío, de las zonas vacías. En el diseño se contempla como necesario y complementario los espacios vacíos, llamémosle agua, tierra, pradera, gravilla.............la contemplación de este punto es fundamental para la armonía del diseño en su conjunto.

4º la austeridad majestuosa, la belleza de lo simple, de lo austero. La grandeza que transmite una verdadera obra de arte, donde con poco se puede expresar mucho.

5º la refinada profundidad. De lo sutil. Las acículas de pino en el suelo, o las hojas caídas del arce, la pequeña planta de acento, el musgo cuidado con mimo; todo ello se refiere a las pequeñas cosas que son a veces mucho más importantes que otras mayores.

6º la naturalidad, representa a la misma naturaleza salvaje, savia, equilibrada, racional; todo lo que se contempla en el jardín nos debe parecer que la misma naturaleza lo ha colocado allí, nunca sentiremos que sobra o que está de más, sino todo lo contrario.

7º la serenidad suspendida, que da lugar a la meditación por medio de la contemplación sosegada. La contemplación del jardín nos debe “cargar las pilas”, nos debe transmitir serenidad, el jardín nos debe invitar a introducirnos en él, de forma íntima, acogedora, privada; lejos de la vista del espectador que está fuera de él.

En definitiva, la paz espiritual que nos transmite el jardín japonés en su contemplación, si se han observado todas las anteriores.

8º contraste entre el ángulo recto de ventanas y puertas desde dentro de la casa, con las masas naturales del jardín, este se introduce visualmente con la vivienda, y crea grandes cuadros naturales, con sombras y luces, el jardín entra y se integra con la casa, se apropia así mismo del paisaje más allá del propio jardín, creando puntos focales, que contribuyen a que el jardín respire.

“Un jardín bien realizado constituye una obra de arte en sí mismo, y, por su naturaleza delicada, viva, en constante desarrollo, con cambios estacionales y necesidades de continuos cuidados y atenciones, decaen y desaparecen cuando deja de existir el espíritu que las creó. El jardín japonés en todos sus estilos está tan sumamente unido a la sensibilidad estética de su autor, desprende tal refinamiento, que cualquier cambio estético o de mantenimiento del mismo repercute sensiblemente en el conjunto del jardín”, señala Manuel García.

La Casa de las Huellas recibió el pasado 8 de junio de 2010, el Premio del Colegio de Ingenieros Agrónomos de la provincia de Málaga, en reconocimiento “a la difícil y meritoria tarea de diseño, composición y creación; de gran armonía general, superando el desafío de los grandes desniveles del terreno y creando acertados contrastes entre las áreas de flora autóctona mediterránea y las resueltas a base de plantas exóticas, dando como fruto un grato recorrido durante el que se va disfrutando de muy variados puntos de vista”, según José Antonio del Cañizo, ingeniero agrónomo, paisajista y escritor y portavoz del jurado).

Pero además, Manuel García ha visto muchos de sus trabajos premiados, recibiendo diversos galardones. Además del también recién premiado Jardín de Villa Lourdes, el pasado 8 de junio con el Premio del Club de Jardinería de la Costa del Sol en su cuarenta edición, y de haber sido reconocido por el Magazine El Mundo en su artículo ‘Los mejores paisajistas’, en 2006, García, ha sido galardonado en repetidas ocasiones con premios del ayuntamiento de Marbella, el de Málaga, del C.I.T (Centro de Iniciativas Turísticas), del Colegio Oficial de Arquitectos de Málaga, de la Fundación Banús y el Premio del Patronato Botánico municipal de Málaga. Más información: www.paisajistasmarbella.com