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Planificar bien qué tipo de jardín queremos, es un paso fundamental para conseguir un espacio natural acorde con nuestros gustos

Monte su propio jardín, paso a paso

Redacción Interempresas08/07/2010

08 de julio de 2010

La construcción de jardines es un arte milenario que los japoneses, por poner un ejemplo, han llevado a las cotas más altas. Pero si queremos crear nuestro propio jardín debemos seguir una serie de pasos imprescindibles si queremos llevar a buen puerto un proyecto que va a suponer la bienvenida de nuestros hogares.
Además de elemento artístico, el jardín se convierte en un espacio acorde a las preferencias del usuario que ha de sentirse cómodo en él...
Además de elemento artístico, el jardín se convierte en un espacio acorde a las preferencias del usuario que ha de sentirse cómodo en él.

El jardín es la puerta de entrada a la calma y tranquilidad de nuestros hogares. Conseguir que tenga las características que nos parecen adecuadas es importante y necesario si queremos sentirnos cómodos en él; pero para conseguirlo, es obligatorio seguir una serie de pasos cuando llevamos a cabo su construcción.

Limpieza y movimientos de tierra

El primer paso lógico en la construcción de un nuevo jardín es la limpieza del terreno. Retirar los escombros, basuras y restos que no formen parte del terreno es lo primero que debemos hacer. Deben eliminarse también las hierbas y rastrojos con una desbrozadora de discos o con azada si la parcela es pequeña. Una vez limpio el terreno y depositados los residuos extraídos en sus contenedores correspondientes, podemos comenzar la construcción de nuestro jardín.

El segundo paso es el movimiento de tierras. Para este apartado, a veces es necesario aportar tierra vegetal a nuestro terreno. Ello se debe a que se deben rellenar ciertas zonas o recrecer toda la parcela. También a que la calidad del suelo original no es buena, por ejemplo, en terrenos arcillosos o poco profundos como los que debajo tienen piedra, hormigón o una capa compacta.

Como es lógico, la tierra vegetal no se debe comprar así como así, la cantidad necesaria debe calcularse con una simple fórmula matemática: Volumen de tierra en m3 = largo de la parcela x el ancho de la parcela x el espesor de tierra a aportar. Pongamos un ejemplo, para aportar una capa de 15 cm (0,1 m) de tierra en una parcela de 25x12 m, serían necesarios 43 m3 de tierra, es decir::

Volumen de tierra = 25 m x 12 m x 0,15 m = 45 m3 de tierra.

La capa a extender suele oscilar entre 10 y 20 centímetros de espesor. Cuanto más, mejor. Se puede aprovechar la tierra del vaciado de cimentaciones y soleras de fuentes, estanques, muros de contención, etc. para rellenar. Pero debemos recordar que la tierra buena es la de los primeros 30 cm, mucho más rica en materia orgánica y nutrientes minerales que la del subsuelo. Nunca se debe mezclar la tierra buena de arriba con la del subsuelo. Cuando ya hayamos calculado la tierra que necesitemos y dispongamos de ella, para extenderla podemos utilizar una pala mecánica pequeña, ya que no supone un gran gasto y en pocas horas tendremos nivelada y extendida la tierra vegetal.

Una desbrozadora es un elemento importante para la limpieza del terreno antes de crear nuestro jardín
Una desbrozadora es un elemento importante para la limpieza del terreno antes de crear nuestro jardín.

Otro sistema, más lento pero más barato, es extenderla con carretillas de mano, proceso recomendable si se trata de parcelas pequeñas o donde no pueda acceder una pala mecánica. Finalmente, con la tierra repartida, se dan las pendientes oportunas al terreno, procurando que el agua de lluvia y riego corra hacia donde tenga una salida natural. Además es recomendable reservar un depósito de tierra vegetal buena para rellenar los hoyos y zanjas de plantación.

El primer paso, es la limpieza del terreno. Retirar los escombros, basuras y restos. También se han de eliminar hierbas y rastrojos con una desbrozadora de discos o con azada

La albañilería al poder

Con el terreno limpio y moldeado en sus relieves, debemos comenzar con obras de albañilería y la instalación de los equipamientos del jardín. A veces, es recomendable hacerlo antes de echar la tierra vegetal, dependiendo de la complejidad del proyecto. En estos casos entrarían los muros, caminos, pavimentos chinos, de loza, piedra, ladrillo u hormigón, escaleras y rampas, piscinas, estanques de obra, curso de agua, cascadas, bordillos, vallas, fuentes, instalaciones deportivas, juegos infantiles, cenadores y pabellones, cobertizos, lugar de almacén o trabajo, compostera, pérgolas, arcos o rocallas (colocación de las rocas), etc. En suma, todo lo que es obra o instalaciones de diversa naturaleza.

Es muy importante tener la precaución de dejar tubos debajo de los caminos para que puedan pasar por ellos las tuberías de riego y de electricidad. Si el jardín no tiene salidas naturales para el agua de lluvia, es preciso evacuarla. Para ello se emplean soluciones como conducciones de PVC enterradas como mínimo a 40 cm y con una cierta pendiente que vierten a la red de alcantarillado. Tras este proceso podemos iluminar nuestro jardín con farolas, balizas, proyectores o focos. Los cables deben ir dentro de tubos de plástico corrugados enterrados a una profundidad mínima de 40 cm. Es necesario colocar una cinta plástica de color amarillo a 25 cm del nivel del tubo como medida de seguridad.

Riegos, drenajes y otros engranajes

Generalmente no es necesaria la instalación de tubos de drenaje, pero en caso de tener un suelo muy arcilloso, compacto y con baja capacidad de infiltración, es recomendable tener uno para evitar que se produzcan charcos que duren varios días. Eso puede provocar que se pudran las plantas y el césped. Otras veces, la orografía natural del terreno provoca charcos en ciertas zonas. Si no se pueden corregir estas depresiones con los rellenos de tierras, también se requerirá drenaje con tuberías.

El riego automático es el método más utilizado para suministrar agua a nuestros jardines. Foto: Annette Gulick
El riego automático es el método más utilizado para suministrar agua a nuestros jardines. Foto: Annette Gulick.

En cuanto al riego, son muchas las alternativas. Los clásicos aspersores para el césped, los difusores (que tienen un alcance de hasta 5 metros), el riego por goteo en árboles en alcorques o que estén fuera de zonas con césped, para arbustos, parterres de vivaces, huerto, frutales... La manguera es el sistema más lento, pero siempre es recomendable, sino necesario que haya bocas de riego bien distribuidas por el jardín para poder “enchufar” mangueras en caso de necesitarlas. El riego automático suele ser el más utilizado.

Plantación, siembra y decoración

El siguiente paso es la preparación del terreno para la plantación y a la siembra del césped. Tras limpiar los restos de la obra realizada, se labra el suelo a unos 25 cm de profundidad. Esta labor se realiza con motocultor mecánico o con azada, con esta siempre que sea una superficie pequeña. El terreno debe estar ligeramente húmedo para ser labrado, ni muy mojado, ni muy seco. Debe repartirse por toda la superficie donde irá el césped una capa de estiércol, mantillo o turba, a razón de 600-800 kilos por cada 100 metros cuadrados de parcela. Mucha gente siembra directamente el césped sin aportar antes ni materia orgánica ni fertilizantes minerales, pero lo ideal sería hacer ambas operaciones de abonado, al menos, una de ellas.

Para la siembra, se debe marcar el suelo con estacas de madera donde va cada planta. La plantación comienza por las plantas de mayor porte. La tierra extraída donde va cada árbol, palmera, arbusto, rosal y trepadoras se mezcla con abono orgánico (estiércol, mantillo, compost, humus de lombriz, turba, etc.). Los hoyos se rellenan con la tierra abonada hasta el nivel del cuello; se entutoran árboles y palmeras y se da un primer riego abundante. Es muy importante no descuidar el riego los primeros meses tras la plantación, ya que aún no han desarrollado raíces y son muy sensibles a la falta de agua.

El toque final al jardín se lo daremos con la ornamentación y la inclusión de otros elementos no vegetales. También es interesante añadir a nuestro jardín mobiliario exterior y otras antigüedades que den un toque 'vintage'
A la composición de un jardín se le pueden añadir elementos no vegetales y decorativos que le den un aspecto único
A la composición de un jardín se le pueden añadir elementos no vegetales y decorativos que le den un aspecto único.

El toque final al jardín se lo daremos con la ornamentación y la inclusión de otros elementos no vegetales. Entre ellos podemos empezar por recubrir las superficies de tierra vacías entre plantas con cantos rodados, bolos de mármol, rocas trituradas, gravas, cortezas pino, tierra volcánica, etc. También es interesante añadir a nuestro jardín mobiliario exterior como hamacas, sombrillas y toldos, un reloj de sol, bederos y comederos para pájaros, ruedas de molino o de carro, macetas, jardineras, jarrones, tinajas, ánforas, trozos de capiteles, columnas y otras antigüedades que den un toque 'vintage' a nuestro espacio privado.

Realizados todos estos pasos, cuando nuestro espacio natural particular ya ha sido completado, solo nos queda hacer una cosa: Disfrutar de él todo lo que podamos. Si no llueve.

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