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OLIVICULTURA 73 Antonio Manuel Conde, ingeniero agrónomo y agricultor; Jesús Gil, doctor ingeniero agrónomo y presidente de la Asociación Española de Agricultura de Conservación-Suelos Vivos (AEACSV); y Juan Vilar, analista agronómico internacional, profesor de la UJA y CEO de Vilar Consultores (Vilcon). nes absolutas, pero, si el suelo está muy degradado lo mejor es partir de la siembra de una gramínea como la avena que cubra rápidamente el suelo y dejar que evolucione”. En su opinión y en general, lo mejor es sembrar cubiertas se semillas autóctonas seleccionadas y añadir algo de abono junto con la siembra. Sí apunta que lo más económico es la cubierta espontánea, pero a medio plazo "no siempre es lo mejor”, recomendando pedir consejo a olivareros de la zona con experiencia en las cubiertas, acudir a la AEACSV o al asesoramiento del IFAPA, de la UCO o la UJA. Conde señala entre las BPAS que aplica, la implantación de cubiertas vegetales vivas de especies espontáneas; las cubiertas vegetales vivas de restos de poda; la recolección de cosecha en función de parámetros físico-químicos del fruto; la distribución variable de fertilizantes y productos fitosanitarios; la utilización de bioestimulantes; el control biológico de plagas y uso de subproductos de los cultivos. INNOVACIÓN Y NUEVAS TECNOLOGÍAS La aplicación de BPAS lleva implícito el uso de la innovación y tecnología aplicadas a la agricultura, pues es necesario monitorizar en tiempo real las parcelas de forma remota, con el uso de imágenes satélite, analizadas en un software específico. De este modo, “determinamos diferentes índices (algoritmos matemáticos) para determinar por ejemplo el vigor del cultivo y la humedad del suelo en una zona concreta y en un periodo de tiempo específico”, detalla Antonio Conde. Junto a ello, combinan una monitorización visual, mensualmente, lo que les permite tomar decisiones a corto plazo ante una previsión de lluvia o un ataque de una plaga, ya que “disponemos de un análisis exhaustivo de las condiciones meteorológicas gracias a una estación propia colocada en campo”. Además, realizan muestreos del suelo y de análisis foliares a los cultivos, anualmente, aportándoles información útil para realizar planes de fertilización y de productos fitosanitarios con una variabilidad espacio-temporal; ajustando las dosis de aplicación a las necesidades de los cultivos. Conde puntualiza que la maquinaria con la que realizan los tratamientos fitosanitarios dispone de sensores y boquillas dosificadoras para controlar en cada momento la dosis de producto aplicada. A modo de resumen, Conde ratifica haber logrado un aumento de la materia orgánica; la mejora de la estructura del suelo; evitar la pérdida de suelo fértil por erosión; una mayor infiltración de agua; la reducción del lixiviado de nutrientes; la conservación y aumento de la biodiversidad; la captura de CO2 atmosférico en el suelo; la reducción del combustible, y por ello menos emisiones de gases de efecto invernadero; menores pérdidas evapotranspirativas; el refugio de fauna auxiliar beneficiosa para el control de plagas; el aumento de la productividad y la creación de nuevos puestos de trabajo cualificados. Jesús Gil destaca, que la implantación

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