La importancia de un modelo ‘proactivo’ ante el desafío de los residuos electrónicos
Hay más teléfonos móviles que personas en el planeta, dispositivos cada vez más sofisticados y pequeños, que contienen múltiples metales y aleaciones, que conllevan un impacto ambiental y tienen mucho valor en sí mismos. Demasiadas veces quedan olvidados en los hogares, en la basura o en manos de “recicladores informales”, con el consiguiente riesgo. Según indica el informe, el “tamaño y la gravedad del problema futuro” dependerá de los modelos de producción y consumo que apliquen.
El estudio plantea tres posibles escenarios: uno en el que continúa predominando el actual modelo lineal, otro “reactivo” (con medidas legislativas, que se adoptan con cierta resistencia, en el que falta concienciación y resulta insuficiente) y un tercero, que denomina “proactivo” y que sí consigue reducir la generación e impacto medioambiental de los RAEE.
La recogida separada sigue siendo insuficiente
Los expertos destacan que el reciclaje está funcionando con metales básicos, como el cobre, el acero y el aluminio, por la infraestructura disponible. Pero no ocurre todavía con otros recursos críticos, como las llamadas tierras raras. Las cantidades son pequeñas en cada dispositivo y el proceso es costoso. El ciclo de vida de los productos no se refleja en el precio de venta. Ni siquiera se hace constar en las etiquetas, lo que permitiría a los ciudadanos más informados elegir con criterio.
En la tercera vía proactiva por la que apuesta la ONU para minimizar el impacto y la progresión de los residuos electrónicos es esencial acercar los sistemas de recogida de aparatos a los usuarios e incrementar la eficacia. En la actualidad sólo se recogen de la forma correcta el 35% de los RAEE que se generan en Europa, pese al empeño divulgativo de entidades como Fundación Ecolec. En EEUU se queda en el 22,2%.
Hay que tener en cuenta además las diferencias entre los países desarrollados y en vías de desarrollo. En Noruega se generan 28,5 kilos por habitante y año frente a los 2 kilos, de media, de los países africanos, que se están convirtiendo en receptores de basura electrónica. La adopción de soluciones es más “apremiante” por ello, porque este tipo de residuos terminan en manos de “recicladores informales”, con técnicas rudimentarias y mayor riesgo medioambiental localizado y sanitario.
La demanda de productos ‘verdes’ y ‘éticos’ y la innovación, como oportunidad
Con todo, los expertos de la Universidad de Naciones Unidas también señalan oportunidades. Entre ellas, la creciente concienciación ambiental y la demanda de productos ‘verdes’ o ‘éticos’, junto a las posibilidades de la propia industria para innovar. Por ejemplo, con materiales más sostenibles, ecodiseño y ‘diseño para el reciclaje’, que facilite reparaciones, ahora difíciles y costosas, y el desmontaje final.
“La innovación tecnológica y el creciente uso de los productos electrónicos son inevitables y la forma en que estos productos evolucionarán no se puede controlar. Pero se pueden adoptar mejores prácticas, a lo largo del ciclo de vida del producto, incluyendo su diseño, la fabricación, el uso y la gestión de final de los productos”.
La actual ‘vía lineal’ se caracteriza por la producción de dispositivos que priorizan el precio sobre la calidad y el ciclo de vida, cada vez más corto por los avances tecnológicos, la poca rentabilidad de las reparaciones y problemas de compatibilidad de los softwares. Además, el grueso de los usuarios no es consciente del impacto o no lo suficiente como para cambiar sus hábitos.
El segundo escenario es el que se denomina ‘vía reactiva’: se establecen “fuertes reglamentos y marcos” para las empresas, incluso con sanciones. Es en el que avanza Europa. Pero los cambios de producción y consumo, que se ceñirían a los países desarrollados, son “lentos”. Demasiado lentos para el desafío que el planeta tiene por delante.
Una acción coordinada de productores y gestores de residuos
Así, urge esa tercera vía ‘proactiva’, en la que las empresas lideren un cambio hacia la producción y el consumo sostenibles y en la que los productores y los gestores de residuos electrónicos trabajen juntos para optimizar la recuperación de los recursos.
Son claves el diseño para el reciclaje, que facilite el mantenimiento y la reparación. Pueden ayudar técnicas como la impresión 3D, para crear repuestos. También es importante la alternancia de la venta con otros modelos negocio, por ejemplo, el arrendamiento de dispositivos; los sistemas modulares para móviles que permitan adquirir sistemas operativos y dar nueva vida a teléfonos antiguos. Incluso, el estudio apunta la idoneidad de que los productores conserven la propiedad de los dispositivos y se incentive a los usuarios para que lo devuelvan cuando ya no lo utilizan.
El compromiso de la Fundación Ecolec
Desde su papel de liderazgo entre los Sistemas Colectivos de Responsabilidad Ampliada del Productor (SCRAP), la Fundación Ecolec ya ha venido trabajando en pro de muchas de las medidas que se apuntan en este informe del organismo de la ONU.
En las campañas que ha puesto en marcha, como la #GreenWeek22 que ha recorrido 18 ciudades de toda la geografía española, se ha puesto el acento en el problema de los dispositivos electrónicos de pequeño tamaño, como los móviles, tabletas, cámaras y elementos complementarios que se quedan en desuso en los hogares, con el riesgo de terminar mezclados con la basura.
Con la implicación de los comercios especializados que se han sumado a la iniciativa #GreenShop, son constantes los mensajes recordando a los usuarios que siempre al adquirir un nuevo aparato el comercio debe recoger el viejo, incluso cuando la venta es online. En el caso de elementos de pequeño tamaño, ni siquiera es necesario que haya una adquisición previa.
En la última edición del E-Waste Day, 14 de octubre organizado por WEEE Forum y al que se sumó Ecolec, se puso el foco también en esos residuos de pequeñas dimensiones. Suponen casi la mitad (24,5 millones de toneladas) de los RAEE que se generarán este año en todo el mundo. Al año se depositan 1,4 kilos por habitante en la basura convencional sólo en Europa, donde cada hogar puede almacenar hasta 5 kilos por persona.
De cada dispositivo, debidamente tratado, se podrían extraer hasta 800 gramos de plata, 150 gramos de oro y 50 gramos de paladio, que se pueden reaprovechar para fabricar nuevos aparatos cuando hay una carestía de materias primas.
Fundación Ecolec también apuesta fuerte por medidas como el reacondicionamiento de dispositivos y la venta de segunda mano y se ha felicitado por la decisión de la UE de impulsar el cargador único.