Más tecnología que en un micro-chip

Cuando se habla de tecnología, inmediatamente pensamos en los ordenadores, los microchips o en internet. Sin embargo, el concepto de tecnología es mucho más amplio y abarca objetos y elementos de nuestra vida diaria que, en realidad, afectan mucho más a nuestra calidad de vida que la informática, como puede ser un bote de pintura. Elementos en apariencia modestos, sin complicaciones, a los que, simplemente, les pedimos que cumplan la función para la que fueron diseñados pueden requerir una tecnología tan puntera como la de un microchip. Algo tan accesible y barato como un bote de pintura decorativa para exteriores, por ejemplo, es una ajustada mezcla de productos químicos que necesita un estudiado equilibrio entre la facilidad en su aplicación y su durabilidad, sus propiedades protectoras contra las inclemencias del tiempo y su seguridad en la aplicación y frente al medio ambiente. Todas las pinturas se componen, básicamente de una resina base, disolvente (que puede ser un disolvente orgánico, agua o ambas a la vez), un pigmento, cargas inertes y elementos adicionales según su destino y composición, como biocidas o correctores de pH. La resina base es un polímero. Es decir, el producto de hacer reaccionar moléculas orgánicas cortas para formar cadenas de moléculas muy largas. Permiten que la pintura se fije a las superficies donde se aplica, impidiendo un efecto "acuarela". El disolvente da suficiente fluidez a la mezcla para que pueda ser aplicada. Puede ser agua, pero en cualquier caso, debe ser una molécula muy volátil pues su función es evaporarse, es decir, que una vez aplicada desaparezca lo más eficazmente posible. El pigmento es la molécula estudiada para que dé color a la pintura. En realidad, no hay tantas variedades de pigmentos como pudiera parecer, pues los colores, como bien se sabe, suelen lograrse con combinaciones de bases. Antes de llegar al bote, todos sus ingredientes han sido estudiados al detalle, con precisión molecular.