China, destino final
Ah, ¿que Usted no ha ido todavía a China? Pero bueno, ¡si eso es tan poco moderno como no tener una cámara digital! En efecto, bien sea por ocio, bien por negocio, bien por razones triviales, bien para salvar el negocio, China está ahí. Esperando, impaciente si la miramos de cerca, paciente si nos alejamos para ver el bosque y ubicamos su explosión en el contexto de un planeta Tierra con pocos países con la capacidad consumidora de China. Y productora claro. Sólo que durante décadas no habíamos recordado que están allí. Y lo están. Y nos llevan diciendo tiempo que están ahí. Y lo que hasta hace poco sonaba a chino por aquí, es ya una verdad como un templo... un templo chino. A sus respectivos Dioses imploran ahora muchas economías para hallar el camino correcto.
Y en ese trayecto, cuando todas las señales apuntan hacia China para buscar allí la posibilidad de producir a precios competitivos en Occidente, o incluso para penetrar en ese mercado de dimensiones desconocidas para la prepotencia occidental, en ese camino, decíamos, resulta que existe un Este un poco más al Oeste. Es el Este europeo, donde países como Hungría, Chequia y Polonia están viendo como algunas capacidades productivas se están desplazando ahora hacia Rusia, Ucrania, Bulgaria o Rumanía. Nadie se salva, la Tierra gira cada vez a más velocidad. Es obligatorio distanciarse de las miserias cotidianas para analizar hacia donde vamos y por dónde vamos. Porque al Este, a lo que en Europa llamamos el Este, se puede llegar también por el Oeste. Es lo que tiene vivir en un lugar redondo. Una larga travesía por el Oeste, donde nos encontramos con países que todavía pueden dar muchas sorpresas en el aspecto macroeconómico, como América, desemboca necesariamente en el Este. Es allí donde parece que hoy está la parada final. Vayamos por el Este, o vayamos por el Oeste, destino final, China. Pero esto que parece hoy tan claro, tal vez no lo sea siempre. Tal vez a China se le acabe el chollo cuando su sociedad quiera vivir como los “pijos” europeos o quiera hacer realidad algo así como el sueño americano. O tal vez no, tal vez no lo veamos ninguno de los actualmente existentes. Importante es no obcecarse y encontrar el camino, que no necesariamente debe conducir a China.