Tarimas de exterior: características al descubierto

Las terrazas sintéticas, en sus múltiples variedades, no han dejado de crecer en los últimos años.

De este modo, por ejemplo, con la cuperización y el termotratado en especies antes no utilizadas, se amplían las posibilidades de elección de maderas con mayor facilidad de aprovisionamiento. Especies también como el bambú han encontrado su mercado, siendo prensado y termotratado para competir con las tarimas estrictamente de madera.

Justamente, el bambú por su comportamiento, su uniformidad, naturalidad y formatos fijos constantes está expandiéndose entre las empresas que se dedican al paisajismo. Presentan densidades de 1200 a 1300 kg/m3 y una estabilidad excepcional, así como excelente resultado contra hongos e insectos. Aunque, precisamente por su densidad, también su acabado posterior se hace más dificultoso, ya que al ser tan denso no absorbe los aceites naturales como otras especies, y los fabricantes recomiendan acabados específicos menos intrusivos en la estructura del material.

Como el bambú es una planta que crece continuamente no existe deforestación, simplemente se va talando sin acabar con la caña que seguirá creciendo. Es una solución natural que, perfectamente, es una alternativa a las tarimas de composite, que se fabrican por extrusión y que también se van implantando cada vez más en proyectos públicos y privados.

Y es que abundan cada vez más las tarimas tecnológicas encapsuladas, macizas, semimacizas y alveolares, con alta resistencia a las manchas y a la luz, con una reducida resbaladicidad que permite poderse instalar en cualquier espacio público, cumpliendo de este modo los parámetros que exige el Código Técnico de la Edificación.

Asimismo, es conveniente conocer y prever que, al llevar un fuerte componente plástico, son cada vez más aislantes y, añadiendo que se les demanda que no tengan apenas resbaladicidad, es probable que se pueda producir, con la mayor fricción al caminar de las personas, una carga triboeléctrica que no se desaloja a través del suelo, sino a través del contacto con algún material conductor (barandas, pomos, etc.) significando este contacto una pequeña descarga eléctrica para el usuario.

Tarimas tecnológicas encapsuladas, macizas, semimacizas y alveolares, son muchos los tipos de tarimas sintéticas para exterior.

En estos casos, es recomendable la aplicación de jabones de limpieza antiestáticos, cuyo cometido es crear una película invisible en la superficie de la tarima que reduce la fricción, por un lado, y, por otro, es conductora, con lo que no permite que se acumule la carga triboeléctrica en las personas. Se puede ampliar información al respecto a través de los profesionales o asociaciones de parquet, además de con los propios fabricantes.

Otra incidencia que se puede anticipar en cualquier tipo de tarima es la aparición de la cal del agua de las piscinas o del riego, incluso de la lluvia. Limpiar con manguera con agua del grifo la superficie de las terrazas en ocasiones, sobre todo en sitios con agua muy dura, deja al secar un pequeño sedimento de cal, que es visible en forma de manchas blancas en el poro o relieve de la tarima, tanto en madera como en composite. La solución pasa por instalar descalcificadores en la alimentación del agua entre otras soluciones (antical, etc.). Cuando la cal endurece, cuesta de sacar, ya que está en el bajo relieve de la tarima.

Como en los parquets de interior, en exterior también se deberían proteger las patas de las sillas, tumbonas, mesas, etc., para no rayar las lamas. Y evitar la proximidad con las barbacoas por el riesgo que conllevan con la caída de brasas, aceite, etc.

Por parte del instalador, este debería conceder la necesaria importancia al enrastrelado, tanto a su correcta distribución/separación como al material utilizado. Es, sin duda, el responsable del 80% de los motivos que determinarán si la tarima durará o tendrá una vida limitada.

Existen para ello rastreles de PVC, de aluminio, de maderas tropicales, e incluso el básico de pino termotratado, que recomendaría utilizar, aunque en secciones mayores para conseguir una mayor durabilidad, y permitir la aireación inferior e impedir la acumulación de agua en zonas donde el desnivel no está bien repartido.

Si una terraza cuando llueve tiene zonas que se quedan encharcadas, después de montar la tarima no va a ser diferente; este hecho se debería revisar, así como las impermeabilizaciones hacia pisos inferiores antes de montar la tarima, lo que es muy fácil antes de colocar una tarima y mucho más costoso en el futuro con esta ya montada.

No hay tarima mala, solo montajes no adecuados y faltos de previsión en el uso que van a recibir. Bien mantenida, una tarima bien instalada y con materiales de calidad nos proporcionará muchos años de disfrute.

Una correcta instalación es clave.