La neutra levedad del ser
Por: Juan Díaz Cano, presidente de la Real Liga Naval Española
Hace pocas fechas la ministra de agricultura, pesca, alimentación y medio ambiente se despachaba en el suplemento de ABC Empresa con un artículo en el que, bajo el título de “Ganar competitividad”, establecía las líneas maestras para establecer “un marco estratégico para el desarrollo de la industria pesquera”. Establecía la ministra de tantas y tan dispares áreas tres líneas maestras. La primera, algo tan etéreo y manoseado como un “plan estratégico de innovación y desarrollo tecnológico”. Acordarán conmigo que no hay ministro que no disponga de algún plan estratégico similar. Para mayor inconcreción la ministra no detallaba las actuaciones recogidas en el plan (tampoco lo suelen hacer el resto de ministros). La segunda línea maestra hacía referencia a un rimbombante “plan nacional de trazabilidad” encaminado a que los consumidores españoles tengamos una información nutricional más clara sobre los productos de la pesca ofertados por el mercado. Y finalmente, la tercera línea maestra hablaba de un ¡plan de igualdad de género!
Debo reconocer que mi primera reacción al leer semejante boutade no fue otra que la indignación. Una indignación que pronto dejó paso a una leve sonrisa al entender la esencia de una clase política limpia, aseada, correcta y neutra que entra y sale de nuestras vidas sin dejar el más mínimo rastro.
El problema de nuestro sector pesquero tiene su origen en el año 1985 cuando una serie de personajes menores no fueron capaces de negociar un acuerdo de adhesión a la Unión Europea (en su momento CEE) en defensa de los intereses de nuestros pescadores. Recordemos que aquellas negociaciones estuvieron presididas por las prisas, la improvisación y la falta de fortaleza y preparación por parte de nuestros representantes. Fruto de ello, la pesca se convirtió para nuestros políticos, poco interesados en este sector, en moneda de cambio comunitaria para compensar cesiones en favor de otros sectores de nuestra economía.
Y de aquellos polvos estos lodos. Nuestro sector pesquero es hoy en día un rehén de lujo de las políticas comunitarias. Un sector, en honor a la verdad, de escaso peso dentro del entramado comunitario con sede en Bruselas. Basten dos datos para corroborar esta afirmación: la UE sólo registra el 4% de las capturas mundiales, al tiempo que el número de barcos comunitarios se ha visto reducido en un 18% desde el año 1996 a nuestros días.
Sólo bajo los comentados condicionantes se entienden los siguientes datos:
– El número de buques pesqueros españoles se ha visto reducido en un 49,4% desde 1995, mientras el tonelaje de nuestra flota se ha visto reducido en un 42%.
– El 41% de nuestra flota pesquera supera los 30 años de edad, y tan sólo el 15% se encuentra en el intervalo inferior a diez años.
– El nivel de capturas actual es inferior al registrado hace 26 años.
– Se han perdido 54.063 empleos directos desde el año 1990 (un 62%), y se pierden anualmente, en los últimos siete años, una media de 1.150 empleos anuales.
– Un país como Dinamarca, con apenas el 5% del volumen de la flota comunitaria, tiene asignado un 41% de las capturas mientras España, con el 29% del volumen de la flota, tan sólo tiene asignado el 11% de las capturas.
– España importa un 35% más de pescado de lo que exporta, cifras que traducidas a euros arrojan un déficit comercial de un 48%.
Los datos son ciertamente escalofriantes, pero que nadie se preocupe porque la ministra llega al rescate del sector con un plan de igualdad de género y otro de trazabilidad.
