Crimen organizado, contrabando y ciberataques, entre las principales amenazas que desafían la seguridad portuaria global
Manuel Rodríguez Reguero, director global de Tecnología de Prosegur Security
23/04/2025
El fuerte aumento de la ciberdelincuencia, la inestabilidad política y social, los riesgos medioambientales y, sobre todo, la actividad creciente del crimen organizado, han elevado el nivel de riesgo a una dimensión sistémica, con consecuencias que afectan tanto a la operativa diaria como a la seguridad global. Lejos de ser escenarios aislados, estas amenazas tienen un carácter transversal y, en muchos casos, están interconectadas.
Es el caso de los riesgos políticos y económicos. En América Latina, por ejemplo, la inestabilidad normativa y la corrupción institucional generan contextos vulnerables, en los que la inseguridad jurídica ha llegado a paralizar contratos e inversiones clave, como ocurre en países como Perú, Ecuador o Brasil. A ello se suma el elevado número de zonas francas —más de 600 en la región—, que incrementan los riesgos asociados al lavado de dinero, incluso mediante la utilización de obras de arte como mercancía de blanqueo. Mientras tanto, otras regiones han optado por endurecer su marco regulatorio: en Singapur, las leyes contra el blanqueo contemplan penas de prisión ejemplares, un enfoque que busca disuadir este tipo de operaciones ilícitas.
Los riesgos sociales también impactan directamente en la seguridad portuaria. En España, las huelgas de transportistas y estibadores han provocado la paralización total de la actividad en diversos puertos, con efectos en cadena sobre la economía nacional. Otro ejemplo es el de Argentina, donde las protestas del sindicato Siunfletra llegaron a causar pérdidas superiores a los 100 millones de dólares por día. A estos desafíos se suman fenómenos como la migración clandestina que, aunque menos frecuente en los puertos que en otras infraestructuras, genera tensiones añadidas en los controles de acceso y eleva la presión sobre los recursos de seguridad.
En paralelo, se intensifican los riesgos tecnológicos, de manera que la aceleración de la digitalización ha convertido a estas infraestructuras en objetivos prioritarios de ciberataques. Su frecuencia ha aumentado un 38% en los últimos dos años, provocando importantes daños económicos en países como Estados Unidos o Australia. Amenazas como el ransomware, el espionaje industrial o los ataques a sistemas logísticos no solo ponen en riesgo la confidencialidad de la información, sino que también comprometen la continuidad operativa y la seguridad de las operaciones. Sin una estrategia sólida de ciberseguridad, acompañada de personal especializado y herramientas adaptadas al entorno portuario, la tecnología puede convertirse en un vector crítico de vulnerabilidad.
A todos estos desafíos se unen los riesgos medioambientales, con el cambio climático como factor que está añadiendo una capa de complejidad adicional. Fenómenos como tormentas tropicales, inundaciones o terremotos impactan con especial intensidad en puertos situados en áreas de riesgo climático elevado, como el Caribe o la costa del Pacífico en América Latina. La mayor frecuencia e intensidad de estos eventos dificulta su previsión y respuesta y agrava los efectos sobre infraestructuras que son esenciales para el comercio global.
No nos podemos olvidar de los riesgos físicos, que siguen siendo una preocupación prioritaria. Robos, intrusiones, sabotajes, contrabando, terrorismo y, en especial, el avance del crimen organizado, sitúan a los puertos como zonas de alto interés estratégico para actividades ilícitas, que pueden comenzar a gestarse a miles de kilómetros del puerto objetivo y estar propiciados por la rivalidad entre grupos por el control de estas zonas. En Brasil y México, se han detectado robos sistemáticos en contenedores, vinculados a redes criminales altamente sofisticadas. En Europa, los puertos de Rotterdam, Amberes y Hamburgo se han convertido en importantes puertas de entrada de drogas en el continente, impulsadas por la creciente presencia de grupos delictivos que compiten por el control territorial en sus inmediaciones.
La seguridad portuaria exige un enfoque híbrido y anticipativo
Frente a este escenario de amenazas interconectadas, Prosegur Security ha desarrollado un modelo de protección integral y adaptativo: la seguridad híbrida. Esta estrategia combina vigilancia física especializada, tecnología de vanguardia, inteligencia corporativa y analítica de datos en tiempo real, con el objetivo de anticiparse a las amenazas, mitigar su impacto y garantizar un entorno seguro para la operativa portuaria.
Uno de los pilares de este enfoque es la seguridad física especializada, mediante el despliegue de profesionales de seguridad específicamente capacitados para el entorno marítimo-portuario. Estos vigilantes cuentan con formación en normativa internacional, gestión de accesos, control documental y supervisión de mercancías, y actúan en coordinación con patrullas móviles, protocolos anti-intrusión y sistemas de validación de identidad, inspección de vehículos y uso de perros detectores. Este dispositivo se refuerza en el caso de cargas de alto valor, mercancías peligrosas o productos sensibles como los refrigerados.
Toda esta infraestructura tecnológica se completa con la integración del Business Intelligence con la inteligencia corporativa, lo que permite una gestión del riesgo portuario mucho más eficaz y anticipativa. Mediante el análisis de grandes volúmenes de datos en tiempo real, es posible identificar patrones de comportamiento, mapear vulnerabilidades y anticipar amenazas emergentes como ciberataques, conflictos laborales o eventos climáticos. Estas capacidades se apoyan en fuentes OSINT (información abierta), HUMINT (información humana) y SIGINT (información técnica), que permiten detectar posibles infiltraciones internas y anticipar movimientos del crimen organizado. La información se convierte así en conocimiento estratégico, plasmado en cuadros de mando que refuerzan la toma de decisiones y la resiliencia del entorno portuario.
Un modelo integral de seguridad también debe incluir planes de continuidad operativa y respuesta ante crisis, esenciales para minimizar el impacto de cualquier incidente. Estos planes contemplan simulacros de evacuación, protocolos frente a incendios o fugas y medidas de resiliencia energética que aseguren el funcionamiento de las instalaciones en contextos extremos. Asimismo, se desarrollan protocolos específicos ante ciberincidentes que afecten a los sistemas operativos industriales, desde ataques a sensores o cámaras, hasta interrupciones en los sistemas logísticos.
Este enfoque híbrido ha sido implementado con éxito en puertos clave de América Latina, Europa y África, donde Prosegur Security cuenta con una presencia internacional consolidada. Casos de éxito como los de Santos en Brasil, Callao en Perú, Lázaro Cárdenas en México o los puertos de Valencia y Algeciras en España, reflejan la capacidad de adaptación a contextos de alto riesgo mediante soluciones escalables y eficaces, siempre en coordinación con autoridades locales e internacionales. La experiencia demuestra que la cooperación público-privada, el uso estratégico de los datos y la inversión sostenida en tecnología y talento son elementos decisivos para garantizar la seguridad portuaria a largo plazo.
Un modelo integral de seguridad portuaria no solo protege infraestructuras, protege el corazón mismo de la economía global, la cadena logística. Mediante una combinación inteligente de vigilancia física, tecnología, análisis de datos e inteligencia anticipativa, este enfoque representa un salto cualitativo en la manera de entender y gestionar la seguridad en uno de los sectores más sensibles del panorama internacional. Lejos de ser un coste, la seguridad portuaria se confirma como una inversión estratégica imprescindible para fortalecer la competitividad, la resiliencia y la sostenibilidad del tejido empresarial global.
















