La construcción industrializada: competitividad más allá del coste
Manuel Marrama, CEO de Stalart
22/09/2025Durante años ha persistido una idea equivocada en el sector: la construcción industrializada es más cara que la tradicional. Una afirmación repetida hasta convertirse en mito. Sin embargo, cuando se analizan en detalle todas las variables que intervienen en un proyecto, los datos muestran lo contrario.
La cuestión no es solo si la industrialización encarece o abarata, sino qué modelo de construcción convencional se toma como referencia y qué factores directos e indirectos se incluyen en la comparación. Cuando se contemplan costes, tiempos, riesgos y ciclo de vida completo, la industrialización no solo compite en igualdad de condiciones: en muchos casos resulta más rentable, segura y sostenible.
Costes directos: materiales, fabricación y economía de escala
Una de las grandes fortalezas del sistema industrializado reside en el control de procesos y materiales.
- Producción en planta: fabricar en un entorno industrializado reduce al mínimo errores humanos, repeticiones y pérdidas de material.
- Reducción de desperdicios: la experiencia demuestra que el despilfarro de material puede disminuir hasta un 30%, mientras que en la obra convencional suele oscilar entre el 10% - 15%.
- Economías de escala: la compra de materiales en grandes volúmenes permite negociar mejores precios y garantizar una calidad homogénea, algo mucho más difícil en sistemas tradicionales.
Costes indirectos: tiempo, mano de obra y riesgos
Si hay un aspecto donde la industrialización marca la diferencia es en los plazos:
- Menos tiempo en obra: al trabajar en paralelo con la preparación del terreno, la duración total del proyecto se acorta entre un 25% - 50% frente a la obra convencional.
- Menores gastos operativos: reducir tiempos implica también menor coste en mano de obra, alquiler de maquinaria, seguros y supervisión.
- Reducción de riesgos externos: al trasladar la producción a ambientes industrializados, disminuyen los impactos de la climatología, las huelgas o los retrasos en la cadena de suministro.
- Seguridad jurídica y administrativa: al estandarizar procesos, se reducen las improvisaciones en obra y, con ello, la necesidad de modificar proyectos o tramitar cambios sobre la marcha.
Este enfoque no solo mejora la eficiencia económica, sino que disminuye la incertidumbre logística y legal.
Retorno de la inversión (ROI) y anticipación de flujos de caja
El valor real de un proyecto no se mide únicamente por el coste inicial, sino por la rapidez con la que comienza a generar ingresos.
- Un edificio industrializado puede estar listo meses antes que uno convencional, lo que adelanta rentas, ventas o explotación.
- La mayor velocidad de entrega incrementa la rotación de activos, favoreciendo la reinversión y aumentando la competitividad del promotor.
- En términos financieros, esto se traduce en un ROI más favorable a medio plazo y en una anticipación de los flujos de caja, que mejora el tiempo de repago del activo.
Calidad, seguridad y sostenibilidad
La lógica de la industria de la automoción se aplica ahora a la construcción: estandarización, repetibilidad y control exhaustivo.
- Calidad garantizada: la producción en fábrica reduce la variabilidad y asegura un estándar elevado en cada componente.
- Seguridad laboral: trabajar en un entorno controlado minimiza riesgos como caídas, inclemencias meteorológicas o errores de manipulación.
- Eficiencia energética y sostenibilidad: los módulos prefabricados suelen integrar soluciones avanzadas de aislamiento, reducen puentes térmicos y facilitan el uso de materiales reciclables.
- Normativas y certificaciones: la industrialización facilita la obtención de sellos como BREEAM o LEED, que aportan valor añadido tanto a nivel técnico como comercial.
En definitiva, se traduce en edificios más duraderos, con menor consumo energético y una huella de carbono reducida.
El coste del ciclo de vida: visión TCO (Total Cost of Ownership)
El debate sobre si la construcción industrializada es más cara pierde sentido cuando se adopta una visión integral de coste total de propiedad (TCO).
- Mantenimiento reducido: gracias a la precisión constructiva y a la calidad de los materiales.
- Menor impacto climático: la eficiencia energética y la reducción de residuos generan beneficios económicos (certificaciones, créditos verdes, ahorro operativo).
- Flexibilidad de uso: la posibilidad de desmontar, trasladar o reconfigurar módulos otorga a los activos un valor añadido frente a estructuras tradicionales más rígidas.
Desde esta perspectiva, la industrialización no es solo competitiva: es estratégica.
Evidencia en proyectos reales
En Stalart lo hemos comprobado sobre el terreno:
- Promoción residencial: una obra de 12 viviendas en Valencia se completó en un plazo un 45% inferior al de un sistema convencional.
- Proyectos de tamaño medio: los ahorros en costes reales han oscilado entre el 10% y el 20%, en función de la complejidad.
- Oficinas y equipamientos: la eficiencia energética mejoró entre un 5% y un 15%, reduciendo tanto el consumo como los gastos de mantenimiento.
Estos resultados no son proyecciones, sino datos tangibles que refuerzan la competitividad del sistema.
Superar el mito
La construcción industrializada no es una moda ni un capricho tecnológico: es la respuesta necesaria a los desafíos actuales del sector.
Seguir repitiendo que ‘es más cara’ solo retrasa un cambio que ya está en marcha. Los números, los plazos y la experiencia lo demuestran: un proyecto industrializado, bien planificado, no solo compite con la construcción tradicional, sino que la supera en seguridad, calidad, tiempo y sostenibilidad.
El futuro de la construcción no es promesa. Es presente. Y se llama industrialización.























